~capítulo 13~

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Cuando ya estoy metida y con la manta hasta el cuello, cierro los ojos y sonrío.

—Y ahora duérmete y no salgas de tu habitación. —Me ordena Ander mientras se acerca a mí.

Frunzo los labios y niego con la cabeza.

Cuando Ander me suplica que le haga caso y se da la vuelta para marcharse, le agarro de la mano para que no se vaya.

—Quédate conmigo. —Le suplico poniendo morritos.

Ander ríe un poco y me mira.

—¿Qué estás diciendo Talía? No, estás borracha. —Me dice sin soltar mi mano.

—Quiero que duermas aquí, conmigo. —Le vuelo a repetir mirándolo suplicante.

Ander suspira mirando al techo.

—Ya sabes lo que me hará tu hermano como abra esta puerta mañana por la mañana y me vea tumbado contigo. —Dice mirándome como si fuera obvio.

—Porfavor.—Le pido. —Pongo el pestillo y mañana puedes irte temprano o salir por la ventana. —Le propongo mirándolo con los ojos brillantes y rojos por el alcohol.

—Está bien. —Dice al fin con una sonrisa. Va hacia la puerta y cierra con pestillo.

—¡Bien! —Exclamo mientras aplaudo con mis manos enérgicamente.

—Nos van a oír. —Susurra Ander para que pare.

Dejo de aplaudir mientras observo como se quita los zapatos y se mete en mi cama, a mi lado.

Al principio cada uno está en su lado, boca arriba y mirando al techo, pero estoy demasiado borracha todavía.

Me giro y me pego a Ander, poniendo mi cabeza en su pecho y mi brazo rodeándolo. Cierro los ojos sonriente mientras me acurruco.

Él enseguida pasa su brazo por debajo de mi espalda y me rodea la cintura, así presionándome aún más contra su costado. Luego apoya su cabeza sobre la mía, pues es mucho más alto que yo.

Y sin hablar más, me dormí en tan solo un minuto.

(...)

Unos golpes a mi puerta me despiertan. Me duele horrores las cabeza, parece que me va a estallar.

—¡Ya voy! —Grito para que se calle la persona que hay al otro lado de la dichosa puerta.

Me estiro aún tumbada en la cama, ahí es cuando noto que no hay nadie. Tengo un vago recuerdo de que ayer me fui a dormir con.. Ander. Me cago en todo. ¿Cómo me pudo pasar? ¿En qué cojones estaba pensando?

—Hija, el desayuno está listo. —Me comunica mi madre con una sonrisa cuando le abro la puerta.

—Gracias mamá, ahora bajo. —Le agradezco y cierro la pierde nuevo.

¿Pasó algo mas? Solo dormimos, ¿verdad?

Abro apresuradamente uno de los cajones de mi tocador y saco una pastilla para la resaca. Me la tomo y me masajeo la sien intentando recordar más cosas.

Polo, alcohol, príncipe.. Muchas palabras sin sentido vienen a mi mente poco iluminada todavía.

Más tarde le buscaré sentido a esto. Salgo de la habitación después de haberme puesto algo de ropa encima. ¿En qué momento me quité el vestido negro? Ni idea.

Cuando voy por la mitad de las escaleras paro en seco. ¡Mierda! Me acaba de venir a la mente el momento en el que Ander me besó, ¡Ander me besó y Ander durmió conmigo! ¡¿Por qué?! ¿Qué coño pasó ayer?

Espera, esta mañana estaba en ropa interior. ¡¿Ande me la quitó?! Hay por dios no quiero ni pensarlo.

—Buenos días cariño, sírvete. —Me dice mi madre cuando me siento en la mesa junto a todos los demás.

—Buenos días. —Digo mientras cojo una tostada y me la meto en la boca de una.

—Hoy no iréis a la Encinas si no queréis. Después de todo es culpa nuestra que trasnocharais tanto ayer. He hablado con la directora. —Nos informó mi padre mirándonos a los tres.

Asentí. Perfecto. No hay nada mejor que pasar tu día de resaca en casita, sin hacer absolutamente nada.

Nada más termino de desayunar salgo pitando a mi habitación. No pienso salir en todo el día.

Pongo Netflix y abro un paquete de patatas fritas.

Me paso toda la mañana viendo series y
películas, hasta que llega la hora de comer.

Bajo al salón y entro a la cocina. Saco una botella de zumo de la nevera y le pego un trago.

Miro a ver si encuentro a la cocinera por la casa, y en vez de eso diviso a través de la cristalera a mi hermano fuera. Está tumbando el sol en una toalla.

Conforme me voy acercando con la botella de zumo en la mano veo que no está solo. Lu está tumbada a su lado.

Abro la gran puerta de cristal y veo más gente en la piscina, ¿es que nadie ha ido a clase hoy?

Hay cuatro personas en mi piscina. Guzmán, Lu, Marina y ¿Ander? O no por dios. Que vergüenza. A saber todas las tonterías que hice o dije ayer.

—Buenas hermanita. —Me saluda mi hermano abriendo los ojos.

—Hola. —Marina sale del agua y viene a mi lado. —Ven a bañarte. —Me dice estirando de mi mano.

—No llevo bikini. —Le respondo sin mirarla. Mi vista está demasiado atenta mirando detrás de mi hermana. Ander se está sacudiendo el pelo a la vez que sale de la piscina.

Por segunda vez me vuelvo a quedar embobada mirando sus trabajados abdominales.

—Tierra llamando a Talía. —Marina mueve una mano delante de mi cara con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿Qué decías? —Le pregunto parpadeando para volver a la realidad.

—Que subas a cambiarte y que vengas a bañarte con nosotros. Lo mejor para la resaca es refrescarse.

—Que graciosa. —Le digo con sarcasmo a la vez que me doy la vuelta para hacerle caso e ir a por un bikini.

—Dame el zumo. —Guzmán se incorpora y extiende la mano.

Se lo tiro y salgo de allí por fin.

No tengo ni un puto bikini que me esté bien. La última vez que me los puse tenía 15 años y todavía no estaba desarrollada del todo.

Entro a la habitación de Marina y abro su cajón de bikinis. Por lo que veo apuesto que tiene más de cincuenta.

En concreto escojo uno blanco básico, sin tirantes.

Me marcho con mi nuevo bikini a mi habitación y me cambio. Estoy un poco nerviosa. No me acuerdo de casi nada de ayer. ¿Y si hice algo que no debía y Ander está enfadado?

Cojo unas gafas de sol y me suelto el pelo. Me paso por la cabeza un vestido de lino blanco que deja perfectamente ver lo que hay debajo y salgo de mi habitación.

Bajo de nuevo las escaleras y salgo a la piscina por segunda vez en un día.

Esta vez están los 4 metidos dentro, dándose un baño.

Es gracioso. Mi hermano y Lucrecia están en una esquina, Lu abraza a mi hermano mientras que él mira a la nada. Mi hermana y Ander van por libre, están haciendo carreras como si fueran niños de 12 años. No me extrañaría que también me una a ellos.

Extraviados -Ander y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora