A la mañana siguiente me despierto al medio día.
Ayer por la noche, después de mi maravillosa experiencia con Ander en el lago, me dejó en casa.
Tuve un pequeño problema, porque al llegar Guzmán me esperaba en una de las butacas del salón, con cara de querer asesinarme.
No sé como, pero conseguí que se creyera que estaba en casa de una supuesta amiga que según yo había hecho en instituto.
Llegué sana y salva a mi habitación y por fin dormí.
Por supuesto, mi incidente con el tío ese, solo es conocido por Ander y por las personas que se enteraron por causalidad, al estar por ahí bailando.
Me ha afectado mucho menos de lo esperado, al fin y al cabo no llego a ocurrir nada.
Dejando a un lado todos los pensamientos, me levanto de la cama lentamente y voy directa a sentarme frente al espejo.
Masajeo mis ojeras y mi cara en general. Me veo horrible.
Después de intentar arreglar el estropicio causado por el alcohol y por dormir menos de 5 horas, salgo de la habitación bostezando.
Cuando bajo las escolares dirigiéndome al comedor, veo a toda mi familia en la gran mesa redonda, sentados.
Frunzo un poco el ceño, en mi casa no es normal que pasemos esto juntos, hablamos de temas normales como gente normal.
Cuánto más me acerco, veo que no hay nada, simplemente se miran entre ellos en silencio.
Por fin, mi madre es la que se da cuenta de mi presencia.
—Ya llegas hija. Venga siéntate con nosotros, tenemos que comunicaros una cosa. —Me recibe mi madre palpando el asiento que tiene a su lado.
Hago lo que me dice y me posiciono en el asiento. Levanto la cabeza y pongo los codos sobre la mesa.
—Bueno, ¿y qué es eso tan importante? —Pregunto vacilante.
Mi padre intercala la mirada entre Marina, Guzmán y yo. Segundos más tarde se dispone a hablar.
—Como supongo que ya sabréis, mañana comienzan las vacaciones. Y las pasaremos en un hotel, porque la madre de Carla quiere que patrocinemos sus bodegas junto a las madres de Polo.
Nosotros asentimos conformes. De momento nada de lo que ha dicho mi padre ha desvariado.
—Vale. Pero durante las 2 semanas que estaremos en el hotel, tendréis que llevar una ropa específica cada día.
—¿Cómo?, no te estoy siguiendo. —Interrumpo yo frunciendo el ceño.
—Una marca de ropa nos ha pagado para que llevemos su ropa durante las 2 semanas.
—¿Me estás diciendo que tengo 17 años pero me van a vestir como a una niña pequeña? —Vacilo yo con una risa amarga.
Mi padre suspira. Sí, yo suelo tener este tipo de reacciones cuando el nivel de idioteces me sobrepasa.
—A ver, Talía. No es tan difícil. Durante 2 semanas todos los días tendrás un conjunto plegado en tu cómoda. Te lo pones y punto.
Ahora soy yo la que suspira.
—Oye pues tampoco está tan mal. Así no me tengo que comer la cabeza con lo que me tengo que poner. —Puntualiza Guzmán a la vez que teclea algo en su móvil, distraído.
—Vale, pero solo a cambio de que no tengamos que compartir habitación. Una para cada uno. —Sentencio señalando con el dedo a mi padre.
—Si es lo que quieres. Me parece bien. —Acepta papá.
—Un placer haber charlado con vosotros. Hasta mañana familia. —Suelto con una sonrisa a la vez que me dispongo a levantarme de mi asiento.
—Espera, Talía m. —Mi madre me agarra del brazo para que me vuelva a sentar.
—Vosotros diréis.
—Nada importante. También vendrán Lucrecia y Ander aunque no patrocinen nada. Los hemos invitado nosotros.
Sonrío un poco pero en seguida retomo mi expresión inicial.
—Lucrecia dormirá con Guzmán y Ander tendrá otra habitación para él. —Finaliza mamá.
Ahora si que levanto mi culo de la silla y echo a andar hacia mi habitación.
Cuando entro me tiro en mi cama y suspiro alegre.
Estas vacaciones no pintan mal.
(...)
Básicamente me pasé la ultima tarde en mi casa. Preparando mis maletas para el día siguiente.
A las diez de la noche pasadas, mi hermana abre la puerta de golpe y entra escopetada hasta dejarse caer en mi cama.
Cierro la puerta de nuevo, lentamente, y me siento a su lado.
—¿Qué pasa, Marina?
Su respuesta es taparse la cara con la manos y comenzar q sollozar.
—Lo he dejado con Samu. —Dice mientras se seca las pocas lágrimas que hay sobre sus mejillas.
Me descoloca un poco, que yo sepa no habían tenido baches u otras cosas que los impulsasen a dejarlo.
—¿Por qué? ¿Habéis discutido por algo?
—No, es algo más simple.
—A ver, dime.
—Estoy enamorada de su hermano. —Suelta mientras se vuelve a tirar a la cama, suspirando.
Abro los ojos como platos. ¿He oído bien?
—¿Estás enamorada de Nano? ¿En qué cojones estabas pensando, Marina?
—No sé, durante los primeros días de instituto me acosté con él.
Veo que se muerde el labio de un manera extraña.
—¿Y..?
—Estoy embarazada.
Mi mandíbula baja a kilómetros infinitos.
—Hostia puta, la que has liado. —Mascullo.
—Mo ayudas, Talía.
—Lo siento lo siento. Pero es que es muy fuerte.
—¿Qué te crees, qué no lo sé?
Suspiro y me siento a su lado. Cojo una de sus manos entre las mías y la miro a los ojos.
—A ver si me he enterado. Te gusta Nano y estás embarazada de él. ¿Samu lo sabe?
—Sí. Pero es tan buena persona que aún sigue queriendo ser mi amigo. No me lo merezco.
Suspiro y miro a nuestro alrededor distraídamente. Nunca he sido muy buena para animar a personas que necesitan consuelo.
Veo que Marina se mira las manos, aún mordiéndose el labio.
—Marina. ¿Hay algo más que quieras contarme?
—No. No no tranquila.
Se levanta bajo mi mirada entrecerrada.
—Gracias por escucharme, hermanita. No se lo digas a nadie, por favor.
—Tenlo por seguro, soy una tumba.
Y tras eso, mi hermana sale de mi habitación tan rápido como vino.
Aún sigo en una nube con todo lo que me ha contado de golpe. Mi hermana tiene tan solo 17 años.
Ni mi hermano ni mis padres lo saben. Aunque me duela, mejor que no sea así. No me quiero ni imaginar como reaccionarían al saber que su hija va a a tener un bebé del hombre que hizo vandalismo en su propia casa.
No me gustaría ser ella. Sintiéndolo mucho.
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Extraviados -Ander y tú-
Storie d'amoreTras 2 largos años fuera de casa, ya es hora de volver, ¿no? Reencontrarse con antiguos amigos y familiares le cambiará, pero solo una persona le hará disfrutar de la manera más experimental. Talía pensaba que ya había superado al amor platónico del...