~capítulo 32~

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Por hablar, alguien se ha sentado a mi lado.

Suspiro mientras me giro lentamente, me topo cara a cara con Ander, que me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—Talía, ¿has bebido?

—No. ¿Tan mala cara tengo?

—Bueno.. no. Estás muy guapa. —Me dice sonriendo.

—No sé si pegarte por mentir o besarte por animarme. —Le digo poniendo los codos sobre la mesa.

—Prefiero la segunda. —Y guiña un ojo para después acercar su taburete al mío.

Puedo notar mucha tensión en el aire. Por algún motivo quiero que Ander se acerque más, quiero que me bese y que me toque.. Espera, ¿que me está pasando? Y yo que pensaba que el alcohol era el que te hacía alucinar.

Aunque el siguiente movimiento lo hago totalmente sin pensar.

Me aproximo a Ander por un momento y pego mis labios a los suyos. Él primero se sorprende, per segundos más tarde me sigue poniendo una mano en mi cuello.

Alguien tosiendo detrás de nosotros nos hace parar. Rezo para que no sea Guzmán..

—Podías ser un poco cuidadosos. Ay muchos cotillas por aquí. —Polo nos lanza una sonrisa pervertida y luego bebe de su vaso.

—¿Cómo tú, no? —Dice Ander molesto, separándose de mí.

—Yo no cotilleo, yo os aviso como el buen amigo que soy. —Sonríe con sorna y pasa un brazo por mis hombros.

Ander lo quita al instante y se pega a mí de nuevo.

—Ya no necesitamos tus labores de buen amigo, puedes irte. —Le invita Ander con una sonrisa.

Polo bufa con una mueca fastidiada y a la vez graciosa, pero aún así se va y nos deja solos de nuevo.

—¿Por dónde íbamos, princesa?

—Ander.. aquí no.

—Y yo que pensaba que eras divertida. —Se cruza de brazos y frunce los labios como un niño pequeño.

—No me has visto en modo divertida, a lo mejor te gustaría.—Tampoco sé muy bien por qué dije eso. Pero no me puedo contener y poso mi mano en su rodilla con una sonrisa perversa.

—Creo que me encantaría. —Responde tragando saliva.

Por supuesto, no espero a que conteste y me levanto del asiento, no me giro para ver si me sigue, pero estoy completamente segura que lo hace.

Acelero el paso conforme el calor de mi cuerpo va aumentando. ¿Cuánto hace que no tengo sexo? Demasiado tiempo. Y pensándolo bien, todavía no lo he hecho con Ander, y tampoco estoy tan segura de que lo vaya hacer.

No quiero usar ascensores, así que me encaramo en las escaleras con Ander pisándome los talones. Cuando llego arriba, camino tranquila con él a mi lado, que, de reojo, puedo ver como no para de darme repasos con la mirada.

—Ander, si eres tan amable. —Le pido divertida cuando paramos frente a su puerta.

Él ríe pero no me hace esperar. Abre la puerta, y antes de que yo pueda entrar, Ander ya me ha agarrado de la cintura y me ha metido dentro.

Yo me tiro en la cama de un salto. Me duelen los pies. Oigo como Ander cierra la puerta con llave y se aproxima a mí. Me tiende la mano para que me levante.

Yo, mucho a mi pesar, le hago caso y me levanto de la mullidita cama. Del impulso pego mi pecho contra el de Ander por unos segundos.

El chico me agarra del trasero y me mira fijamente. Yo rodeo con mis brazos su cuello y le devuelvo la mirada.

—Te queda muy bien el vestido. —Me dice acariciando una de mis nalgas.

—Gracias. —Le digo lo más inocente que puedo.

—Pero, ¿sabes com estarías mejor?

—¿Cómo?

—Sin él. —Voy a responder con un insulto, como siempre, pero se me adelanta y me besa con demasiada fuerza y ganas.

Yo le respondo, en cuanto nuestro labios se han rozado se me he olvidado por completo el comentario pervertido.

El ritmo aumenta cundo nuestras lenguas se encuentran y sus manos suben y bajan por mi cuerpo, palpándolo y acariciándolo de una manera que me está volviendo loca.

Le pido más tirando mis caderas hacia delante, notando su miembro contra mi estómago.

Ander entiende y me agarra la parte de atrás de los muslos para levantarme. Segundos más tarde me ha depositado en la cama.

Coloca una rodilla entre mis piernas. Haciendo que suspire porque ha presionado sin querer mi intimidad.

Se inclina para besarme, pero antes me agarra las muñecas y me las sube arriba de la cabeza.

Después, pasa su lengua por mi clavícula y mi cuello, haciendo un recorrido precioso hasta mi boca, de nuevo.

Yo arqueo la espalda como puedo, pues todavía tengo las manos sobre mi cabeza.

Ander me libera por fin y yo aprovecho para quitarle la chaqueta, la corbata y la camisa lo más rápido posible, así dejándolo al descubierto.

Él se endereza del colchón y me levanta, haciendo que yo también me siente. Luego se posiciona detrás de mí y me aparta el pelo con una mano.

—Que gracioso que sea yo el que te lo hay desabrochado, y también el que te lo quite. —Murmura a la vez que posiciona besos cortos en mi espalda descubierta.

Yo no puedo responder, así que me limito a asentir como puedo.

Ander lleva sus manos a cierre, y para mi sorpresa, lo baja de un tirón. Luego me tumbo para que me lo pueda sacar por abajo, quedándome así en ropa interior ante él.

A Ander se le dilatan las pupilas y segundos después ya ha puesto la rodilla donde antes y me vuelve a besar.

Separa sus labios de los míos y va chupando desde estos hasta el borde de mi sujetador. Cuando llega ha estos, besa justo en el borde.

Yo arqueo la espalda para que pueda acceder al cierre, y cuando lo hace, tira mi sujetador de encaje blanco a un lado.

Llevo sus labios a unos de mis pezones y lo succiona y chupa, mientras, con la otra mano juega y presiona el otro.

Yo me permito gemir como nunca lo había hecho. Ander aumenta el ritmo con su boca y su mano.

Cuando pasan los minutos, deja mis pobres pechos doloridos y se chupa el dedo, pasándolo lentamente por la línea de mi abdomen.

Luego, pone sus dedos en el borde de mis bragas y las baja de golpe, las tira al suelo tal y como hizo con mi sujetador.

Se detiene unos segundos apretando mi clítoris con su pulgar, para luego chuparse ese mismo dedo y pasarlo a lo largo de toda mi mojada intimidad. Yo vuelo a gemir sujetándome a las sábanas.

Decido que ahora le toca a él. Me enderezo un poco y, completamente desnuda, le quito el cinturón, los pantalones y los bóxers.

Cuando puedo observar su cuerpo desnudo totalmente a mi merced, empiezo a respirar pesado mientras me enderezo para besarlo. Segundos más tarde, Ander se levanta de la cama y se aproxima a la cómoda. Viene con un envoltorio plateado en la mano. Ah cierto, el condón.

Se lo pone todo lo rápido que puede bajo mi atenta mirada, luego se tira en la cama y me agarra de las caderas, poniéndome encima de él.

Creo que nunca lo he hecho así, encima del chico. Así que cojo fuerzas y me dejo caer totalmente, introduciéndolo todo lo que puedo.

Extraviados -Ander y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora