~capítulo 18~

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¿Alguien me puede explicar como hemos acabado así? Yo medio desnuda y acabada de ser masturbada por Ander. ¿En qué momento?

Cuando por fin recobro el aliento, miro a mi alrededor. Ander sigue delante mío. Con su mano en su, ¿se está masturbando? No puedo dejarlo así.

Ander me mira fijamente mientras su mano se mueve nerviosamente sobre su miembro.

Acerco mi cara peligrosamente a la suya y le beso suavemente, a lo que él responde introduciendo su lengua de golpe.

Me río entre besos. Me toca actuar a mí.

Quito mi mano de su cuello y la poso justo donde está la suya. Ha parado su movimiento mientras me besaba.

Aparto su mano de un manotazo y pongo lentamente la mía, cubriendo casi todo el largo de su pene.

Levanto la cabeza sonriendo y Ander traga grueso mientras la mira con las pupilas dilatadas.

Y empiezo. Muevo mi mano de arriba a abajo, primero lento pero luego subo el ritmo consideradamente.

Ander gime y gruñe en mi oído a la vez que subo más el ritmo.

Cuando lo noto ponerse más duro, sé que queda poco para que llegue al éxtasis.

Paro de mover mi mano y la llevo al extremo de su miembro. Pongo mi dedo pulgar en su glande y lo presiono. Haciendo que Ander gima de nuevo mucho más fuerte en mi oído.

—Talía. —Musita en mi hombro para después volver a gemir.

Y al fin, después de haber estado unos segundos más haciendo círculos con mi dedo en el glande, noto un líquido caliente en mi mano.

Levanto la mirada y miro a Ander. Está respirando entrecortado, mirándome fijamente.

—¿Cómo te encuentras? —Le hago la misma pregunta que él me hizo a mí.

—Mejor que nunca. —Responde con sorna y me vuelve a besar.

Después de lavarme las manos y ponerme de nuevo mi ropa interior y mi falda. Me miro en el espejo retocando mi pelo y mi ropa.

—No sabía que eras tan buena haciendo pajas. —Me dice apoyado en la puerta de un de los cubículos.

—¿Es un cunplido?

—Tal vez.

—¿Te arreglas porqué no quieres que noten que te acaban de hacer los mejores dedos de tu vida? —Pregunta con superioridad.

—No listo, me arreglo porqué no quiero que se enteren de lo que acabamos de hacer en un baño público.

Ander ríe.

—Yo mejor voy a hacer como que has contestado con un sí mi pregunta.

—Como quieras. —Le respondo examinando mi cuello por si hay alguna marca.

—Tranquila, he procurado no dejarte chupetones. Estoy acostumbrado a hacerlo en sitios públicos.

—Perdona pero tú y yo no lo hemos hecho.

—De momento, princesa.

—Cállate ya, principito. —Le respondo arrugando la nariz.

Y suena al timbre del final de la clase.

—Sal tú y dentro de un poco yo.

Asiento y salgo del baño intentando no aparentar que me acaban de masturbar en el baño de un instituto.

—¿Cómo ha ido tu castigo? Aunque yo creo que mucho no has sufrido. —Samuel se pone a mi lado mientras yo tengo las cabeza metida en mi taquilla.

Le miro con los ojos abiertos y con una sonrisa pícara.

—Así que has pringao. Mi Talía ya se ha echo mayor. —Me dice mientras hace como que se seca las lágrimas.

—No me cansaré de decirte que eres un imbécil.

—Sí sí lo que tú digas. ¿Y cómo ha ido?

—No te voy a dar detalles, eres un pervertido. Lo único que puedo contarte es que sí, ha estado bien.

—Jopé.

Río mientras me cuelgo de su brazo como las abuelas.

—Vamos máquina. A clase.

Y al entrar a clase aún seguimos enganchados. Todos nos miran con una ceja alzada y con una mueca de asco. Se van a enterar.

—Por si no lo sabíais el Samu es mi marido, llevamos 10 años casados y vamos a tener nuestro quinto hijo. —Digo alzando los brazos.

Samu se pone mi lado con los brazos cruzados.

—Talía, enseñémosles nuestros anillos de casados.

—Claro, cariño.

Y a la vez les sacamos el dedo del medio a toda la clase.

—¡Yo fui su dama de honor! —Mi hermano levanta la mano entre risas.

Choco los cinco con ella y Samu se sienta a su lado. Traidor 2 veces en un día.

Sin remedio alguno miro la clase a ver si hay algún otro sitio libre. Que bien, al lado de mi amigo Ander.

Este me mira serio. Camino a su lado y me siento en nuestro pupitre.

—Hola compañero. —Le saludo de manera graciosa.

—¿Así que una boda? —Me pregunta alzando una ceja.

—¿Estas celoso? —Le pregunto segundos antes de echarme a reír.

—No porqué sé que si te casaras con alguien de esta clase o de este instituto sería conmigo.

—Pero cuánta autoestima chico. Dame un poco. —Le vacilo, aunque lo que acaba de decir me ha chocado un poco.

—Guardad silencio. —Y comienza la clase.

Paso un poco del profesor como siempre. Cuando ya quedan 10 minutos y siento que no me voy a perder nada si me duermo.

Apoyo la cabeza sobre la mesa y cierro los ojos aprovechando que Ander y yo estamos al final.

Mi descanso dura poco.

—Despiértate princesita. Martín te está llamando.

Levanto la cabeza de golpe y solo veo como Martín escribe en la pizarra las fechas de los próximos exámenes.

—Vete a la mierda, Ander.

—Aún así no te duermas. Esto es un lugar bastante serio, aunque no lo parezca.

Decido hacerle caso por una vez.

—Y estudiad mucho o no aprobaréis. —Finaliza Martín mientras el timbre resuena sobre su voz.

Salgo de clase escopetada. Voy hacia la salida y me pongo lo auriculares.

Hoy he tenido bastantes cosas fuertes en un día. Necesito airearme.

Mientras ando hacia el centro comercial tarareando las canciones que suenan me pongo a revivir todo lo ocurrido con Ander.

Pero paro en unos minutos porque estoy volviendo a sentir ese calor. No interesa ir mojada toda la tarde.

Definitivamente me gusta Ander. Lo de hoy lo ha confirmado perfectamente.

Todavía en mi nube de pensamientos acalorados y no tanto pastelones me paso toda la tarde entrando y saliendo de varias tiendas con prendas de mi talla, punto importante.

Extraviados -Ander y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora