~capítulo 37~

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El resto del día me lo pasé sentada en mi cama viendo películas y comiendo palomitas.

Ander y Guzmán habían tocado unas cuantas veces a la puerta, pero yo me había limitado a no contestar y no mover ni un músculo hasta que se cansaban y se iban.

Ya son las doce de la noche y todavía no tengo demasiado claro que debo hacer con Ander y Guzmán. Estoy demasiado confusa como para pensar en eso.

Me termino el último paquete de golosinas, apago la televisión y me meto en la cama. Afortunadamente, me quedo dormida en tan solo cinco minutos.

(...)

Último día en el hotel. Casi es medio día y todavía no me he levantado de la cama. Lo hago cuando tocan a la puerta.

—Hola, Talía. —Abro el portal con los ojos entrecerrados y me veo a la persona con quien menos quiero hablar o estar. No, no es Guzmán.

—Ahora no es buen momento, Ander. —Me dispongo a cerrarle la puerta en la cara, pero antes, él interpone su pie entre el marco y la puerta.

—Por favor, déjame explica..

—No quiero escuchar tus explicaciones. Ayer ya me quedó muy clarito que lo único que querías era follarme y luego largarte.

Veo que Ander quiere intervenir pero le pongo el dedo en los labios.

—Pero mira por dónde, los has conseguido. Así que ahora que tienes lo que quieres, lárgate y déjame en paz. —Le espeto señalando el pasillo con la mano.

—No lo entiendes. Contigo no es así, yo te quiero de verdad.

No digo nada, pero siento como una lágrima cae por mi mejilla.

—Yo.. ese era el Ander de antes. El que no valoraba nada y lo único que quería era pasar de tía en tía sin importarle lo que ellas pudiesen sentir.

—Vaya gracias. Eso me hace sentir muchísimo mejor. —Le digo sarcástica moviendo las manos, estresada.

—Bueno.. lo que quiero decir es que desde que llegaste he cambiado. He empezado a sentir cosas por alguien, cosas que no he sentido nunca.

Yo solo suspiro y miro al suelo. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?

—Por favor, tienes que creerme. Yo.. yo te amo, Talía.

Un silencio sepulcral se acaba de formar. Nadie habla. ¿Me acaba de decir lo que yo creo que me acaba de decir? Me muerdo el labio y lo miro fijamente, con lágrimas chorreando por mi rostro.

—¿Y qué pretendes que haga ahora, Ander? —Le pregunto poniendo mis brazos en jarras.

—Que me des una oportunidad. Que me dejes enseñarte y demostrarte lo mucho que te amo. Sé que puedo hacerte muy feliz, Talía, pero tienes que darme una oportunidad, por favor.

Una pequeña sonrisa asoma en mis labios sin mi permiso. Al fin y al cabo, ayer no le dejé explicarse.

Avanzo despacio hacia él, con intención de poder ver en sus ojos si me miente, pero antes de que de un paso más, Ander cierra la distancia y me rodea fuertemente con sus brazos.

Yo levanto temblorosamente las mias y le rodeo su fornida espalda. Cuando nos separamos, Ander me mira directamente a los ojos con una sonrisa platinada.

—Te amo. —Me repite Ander a la vez que agarra mis manos entre las suyas.

Yo solo sonrío mordiéndome el labio y pongo mis manos en sus mejillas, acariciándolas con los pulgares. Luego pego mis labios a los suyos en un profundo y apasionado beso.

Él me sigue, me coge de la cintura con más delicadeza de la normal. Como si tuviera miedo de que me fuera a romper en pedazos.

—Me alegro de que os hayáis reconciliado. Sois muy pesados por separado. —Polo aparece de repente con una sonrisa de idiota.

Ander y yo nos separamos y lo miramos con una ceja alzada.

—Pesado tú, imbécil. —Le digo haciéndome la indignada.

—Por cierto, Guzmancito viene por ahí. —Sisea Polo con una sonrisita.

Ander y yo nos giramos a la vez y observamos a un Guzmán caminando hacia nosotros a pasos de gigante y con el entrecejo fruncido.

—Hola. —Espeta cruzándose de brazos ante los tres.

—Bueno, mejor me voy a hacer la maleta. Os dejo solitos con vuestros problemitas. —Polo se da la vuelta y se va.

Cuando Polo desaparece por el pasillo, se forma un incómodo silencio entre los tres. Guzmán divaga su mirada entre Ander y yo, pensativo.

Se me hace demasiado raro e incómodo estar en esta situación, por lo que decido romper el silencio tras cinco minutos sin que nadie hable.

—Bueno.. me voy a hacer la maleta yo también. Un abrazo a los dos, eh. —Digo con una sonrisa para luego darles le espalda y comenzar a andar.

—Espera. —Oigo a mi hermano gritar desde la otra punta.

Muerdo mi labio mientras maldigo en mi mente para luego girar lentamente hacia ellos.

Guzmán tiene una expresión más relajada que antes, mientras que Ander no para de jugar con las mangas de su sudadera. Perfecto, uno delirante y el otro cagado de miedo.

Al ver que no dicen nada más, me acerco un poco y me cruzo de brazos.

—¿Y bien? —Digo con una mueca.

—Bueno, yo quería pediros.. —Para en seco y nos mira frunciendo el ceño, luego levanta el dedo índice y nos señala. —No, ¿sabéis qué? Que os vayas los dos a la mierda. Haced lo que os de la gana.

Guzmán bufa y luego huye por el pasillo, dejándonos a Ander y a mí con cara de haber visto un fantasma.

—Pero, ¿este es gilipollas o qué? —Me quejo pasando mi peso de una pierna a otra.

—Es demasiado bipolar. —Añade Ander para después pasarse la lengua por el labio inferior.

—Entonces.. ¿Está enfadado? —Me atrevo a preguntar.

—Supongo, pero ha dicho que hagamos los que nos de la gana, ¿no? —Dice Ander girándose hacia mí con una sonrisa.

—Pues hagamos los que nos dé la gana. —Exclamo yo levantando las manos.

Ander me sonríe y se acerca a mí. Me planta un sonoro beso en la boca y me coge por detrás de la rodillas y por la espalda, así levantándome en el aire.

—Entonces, ¿vuelves a ser mi princesa? —Me pregunta divertido avanzando en el pasillo conmigo sobre él.

—Me lo pensaré. —Le digo riendo y luego pego mis labios a los suyos.

Extraviados -Ander y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora