~capítulo 40~

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—Marina, cuéntame que ocurre. Por favor. —Le suplico.

Y justo cuando pienso que mi hermana me va a intentar echar de nuevo, pone su cabeza sobre mis piernas y comienza a llorar de nuevo como si la vida le fuese en ello.

Y ya termino de darme cuenta de que la situación es realmente desastrosa cuando lleva 5 minutos sobre mis rodillas. Y yo, como buena insensible, no se qué cojones hacer.

Le toco el hombro de manera graciosa, haciendo que ella se gire y me mire con los ojos hinchados y la cara roja de la presión.

—¿Te gustaría contármelo, Marina? —Le digo acaeciéndole el pelo.

Y, de nuevo, sin esperármelo, asiente lentamente y se endereza. Segundos más tarde está junto a mí en el colchón.

—A ver, no sé por dónde comenzar. —Dice jugando con sus dedos, mirando al suelo.

—Tómatelo con calma. Tengo todo el tiempo del mundo, tranquila.

Mi hermana suspira de nuevo y levanta la mirada. Ya no llora pero sigue con los labios y ojos hinchados.

—Yo, el día de la primera fiesta de este curso, estuve con Nano.

—¿Nano?, ¿el hermano de Samuel?

Marina se limita a asentir enérgicamente.

—Bueno, pues esa noche.. yo iba medio borracha, y él supongo que también.

—¿Y..?

—Y.. bueno, que nos terminamos acostando.

Me pongo la mano en la boca involuntariamente, eso no me lo esperaba.

—No es tan malo, ¿no? —Siseo sin atreverme a opinar demasiado.

—Al principio no ocurrió nada, pero luego me empezó a doler la barriga y a tener náuseas. Cuando vomité por primera vez decidí ir a comprar un test de embarazo.

A partir de ahí veo como vuelve a llorar. Sinceramente, me espero lo peor.

—Y adivina qué, dio positivo. —Continúa Marina.

Pego un gritito, nuevamente sin querer, y Marina me asesina con la mirada.

—Joder, joder. ¿En qué estabas pensando? —Le digo poniéndome los pulgares en las sienes.

—No lo sé. —Murmulla mirando al suelo.

Yo, pegándome interiormente por lo que acababa de decir, me acerco a ella y la abrazo de lado.

—¿Y luego qué?

—Por supuesto, se lo dije a Nano. Yo quería abortar, así que la semana pasada fuimos a la clínica. Pero, ninguno de los dos supimos porqué, pero antes de que nos llamaran nos fuimos de allí pitando, avergonzados por lo que estuvimos a punto de hacer.

—Osea, ¿me estás diciendo que ahora mismo hay algo creciendo dentro de ti?

—Sí.. —Masculla mirándose la barriga.

—¡Qué guay! ¡Voy a ser tía!

—Talía, todavía no he acabado.

La observo cuando baja la mirada de nuevo y comienza a hablar:

—Y.. Nano y yo hemos planeado escaparnos juntos el día de la fiesta de final de curso.

Abro los ojos como platos y noto como me cae la mandíbula al suelo. No puede ser cierto.

—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

—Talía, yo lo quiero, y él a mi. Además, las dos sabemos que ni qGuzmán ni papá ni mamá aceptarían que yo saliera con Nano.

Extraviados -Ander y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora