Termino de alistar mis maletas en el mismo instante que mi mamá entra a mi habitación, y la observa detenidamente, su rostro lleno de melancolía es el reflejo del mío.
Todo estaba ordenando, como siempre, aunque mucho más ya que mañana viajaba y no sabría en cuánto tiempo regresaría aquí.
—¿Segura que no quieres quedarte un poco más?— pregunta.
—Sabes que no puedo, mamá— respondo tras un largo suspiro— Y no puedo por mi entrevista, no por cualquier otra cosa.
—¿Que has hecho hoy?
—¿Por qué?
—Te siento... diferente.
Yo también me sentía diferente. Desde que regresé a mi casa, hace un par de horas y tras la conversación/pelea que tuve con Ethan, sentía que todo había cambiado.
Sus disculpas hacia mí, la manera en la que explicó lo poco que quería saber me habían quitado un gran peso de encima.
Las cosas habían sido así, para bien o para mal, fue un mal momento para conocernos, fue un mal momento para encontrarnos y ya no podíamos cambiar eso. Aunque lo quisiéramos, ya todo estaba hecho.
Estábamos tan a la defensiva, que lo que debió ser una plática para apaciguar las cosas, se convirtió en un enfrentamiento para saber quién hiere más a quién, pero fue inútil, posiblemente ya a ninguno nos importaba lo que el otro decía.
—Solo pude arreglar algunas cosas pendientes— me observo en mi espejo a la vez que siento como puedo ser yo otra vez.
Una foto sobre mi tocador me devuelve la mirada. Es la que nos tomamos con Diane y Dairy el día del cumpleaños 17 de la pelinegra, mismo día que fue su compromiso con Josh y mi primer beso con Ethan. En la foto mi sonrisa es reluciente, mis ojos medio cerrados, a la vez que Dairy simula besar la mejilla de Diane y ella muestra el anillo que trae en su dedo. La felicidad estallaba en mi, las adoraba, las adoro y espero que siempre sea así, su amistad había sido un regalo para mí, desde el primer día en que las conocí, me hicieron sentir parte de su grupo y de su familia.
Mi cabello rubio en la foto me en encanta, estaba demasiado largo y con suaves ondas. Lo amaba, y ahora, creo que quiero tenerlo de vuelta. Me diviso otra vez en el espejo, mi cabello negro me hace ver mucho más pálida de lo que soy, aunque resaltan mis ojos verdes. Pero prefiero el rubio, porque ahora ya me tengo a mí.
—Mamá— la llamo mientras alisa los bordes de mi cama.
—Dime, cariño.
—¿Que debo hacer para volver a tener ni cabello rubio?
Ella me devuelve la mirada a través del espejo, y me regala en una sonrisa mientras se acerca a mí.
—¿Y eso?
—Las cosas están bien, mamá— respondo con una absoluta calma— Puedo ser yo otra vez.
—Entonces ven, yo te ayudaré.
—¿Se podrá?
—Claro que sí, es solo tinte temporal el que te he hecho usar.— responde soltando una risita mientras entramos al baño de su habitación.
—¡Mamá!
—¿Qué? Si hubiera sido tinte de verdad no podrías cambiarte de color ahora mismo.
—Con razón me mandabas tintes para colocarmelo cada semana.— la fulmino en broma, pero parece no importarle.
—¿Acaso no notaste que cuando te bañabas el tinte iba desapareciendo poco a poco?— niego y ella ríe con exageración— Pensé que eras más inteligente.
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Bajo la lluvia (#2)
RomanceSegunda parte de "Mientras no sea tarde". ¿Que se le dice a alguien que te deja tan desordenado el corazón? América Bax e Ethan Loom, para él, el prototipo de pareja dispareja; para ella, la descripción perfecta de un desamor de adolescencia. Con má...