23. I don't know about you, but I'm feeling 22.

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No sé cuántas semanas he tardado en escribir este capítulo, pero he llorado con cada parte de él por los sentimientos encontrados. Espero lo disfruten tanto como yo.

***

La mañana del 17 enero me levanto con más cansancio que con el que me dormí, como en éstos últimos 3 meses, deseo quedarme 5 minutos más en mi cama, pero no puedo.

—Hola, amor. —saludo a mi gato, quién continúa durmiendo al lado mío.

Jamás creí tener tanta envidia de Kiwi.

Suelto un bufido y abandono mi cama para dirigirme a la ducha, el departamento está tan silencioso como de costumbre.

Mi reflejo en el espejo me asusta, mis ojeras son más notables que nunca y mis ojos lucen cansados, y es que había pasado trabajando tanto que ya no tenía tiempo para mí.

—Feliz cumpleaños, Mer. —me digo a mi misma. —Con 22 años tienes la energía de una persona de 90.

Antes de seguí reprochandome a mí misma, me doy una mala mirada y me metí dentro de la ducha tras regular el agua y que quede lo suficientemente fría como para estar despierta el resto del día.

Es mi cumpleaños 22 y aunque debería sentir emoción, era todo lo contrario, tenía que trabajar más de lo normal y ver la cara de mi estúpido jefe.

Sentía que mi vida era un desastre, pero era lo que ser impulsiva provocaba. Tal vez debí pensarlo mejor.

Al menos vería a mi mamá y a mí hermana, Diane y Josh también se unirían al almuerzo y eso lo único bueno que mi cumpleaños número 22 traía para mí.

El código de vestimenta del hospital era un poco más estricto, así que sin demorarme más me coloco una falda larga que llega hasta mis tobillos, unos zapatos con alto taco que me hacen ver 10 centímetros más alta y una camiseta de manga larga para ahuyentar un poco el frío que hace, la ropa luce como algo poco común y muy extraño debido al poco tiempo que me queda como para pensar en un outfit.

Paso por la actual habitación de Ethan, se encuentra perfectamente en orden y como cada día me paso por allí, su aroma impregnado en cada parte del lugar me dan el valor para continuar con mi día a día.

El departamento, que según él era pequeño, era el triple de mi antiguo departamento, antes de que nos mudemos aquí Ethan se había encargado de que mi habitación quede perfecta para ser habitada, incluso había pintado conmigo las paredes rosas con crema y me había ayudado a montar algunos estantes para mis libros. Eso había sorprendido a todos, pero no a mí y no entendía el porque.

Al llegar a mi trabajo, cinco minutos antes de la hora, empiezo ordenando el escritorio. Este consultorio era mucho más pequeño que el que tenía en el antiguo hospital, estaba ordenando con algunas plantitas que Ethan me había regalado y una foto de mi gato, pero no había nada más que eso.

Tras unas horas largas de trabajo, alguien toca mi puerta y me paro a abrir cuando en mi agenda reviso que no tengo cita hasta dentro de diez minutos.

—Hola, Mer. —saluda una de las enfermeras de turno en recepción. —Llego esto, es para ti, feliz cumpleaños.

En sus manos trae un enorme ramo de rosas blancas que trae en el centro un sobre blanco y un pequeño paquete envuelto en papel completamente blanco.

—Gracias. —murmuro confusa, no me esperaba nada de flores, y me intriga saber a quién pertenece.

Ella se va y me dirijo hasta mi mesa de noche, las rosas son hermosas, y el ramo en el que vienen lo son aún más.

¿Podría ser Ethan? ¿Sabrá que mi cumpleaños es hoy?

Bajo la lluvia (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora