26. Una boda fallida.

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Espero les guste el capítulo.

A Josh: a tus órdenes muñeco.

A Ethan: Ven, cariño, no te sientas así.

Ah, y espero les guste la fotito del final porque yo estoy en las nubes con eso.

*****

El día había llegado, y con ello los nervios estaban por los cielos.

Dairy se casaba en menos de una hora.

Las dos semanas habían pasado con rapidez, mi trabajo había concluido y apenas eso sucedió, me había mudado de vuelta a la ciudad en dónde conocí a Ethan y a mis mejores amigas.

—Joder, Mer, deja de moverte así.

—No puedo. —me quejo.

Intento regular mi respiración, y cierro mis ojos para poder calmarme.

Mis amigas no sabían aún que me quedaría a vivir aquí de manera permanente, tampoco sabían que había abandonado mi trabajo en el hospital ni que para celebrarlo había besado "accidentalmente" a Ethan Loom, no, no lo sabrían y era mejor que no lo sepan.

Diane me mira de vuelta con cara de pocos amigos y le doy una corta sonrisa, la maquilladora parece querer arrancarme mis ojos que combinan con el color de vestido, así que me siento tranquila para dejarla trabajar.

—¿Ves que sí puedes? —me reprocha la pelinegra.

—Estoy nerviosa, Diane.

—Y yo también, pero Josh me ha pedido que controle los nervios.

—Las emociones fuertes pueden llegar a afectar al bebé. —repito de manera automática.

—Exacto, así que deja de moverte como un gusanito inquieto, por favor, que me alteras aún más.

Le hago caso sin responder, la maquilladora me pone sombras en mis párpados y espero quedar al menos la mitad de bien que Diane.

Su barriga está un poco más grande de lo que debería ser normal, y no parecía que habían pasado dos semanas desde que me comentó sobre su embarazo, al contrario, parecía que había pasado más de un mes sobre eso. Aunque era difícil de ver, las personas que no sabían de su embarazo pensarían que había subido un par de kilos, al contrario de las que ya sabíamos a qué se debía eso.

—Diane, creo que quiero vomitar.

De acuerdo, me encontraba demasiado nerviosa, pero callarlo me hacía sentir aún más nerviosa.

—¿Por nervios? —cuestiona analítica. —¿O también estás embarazada?

La cara de horror de la maquillista es inigualable, y no entiendo por qué.

—No estoy embarazada. —aclaro.

—Yo también dije eso, y no quiero enseñarte mis pruebas positivas de embarazo.

La miro ceñuda, pero mis ganas de vomitar no desaparecen.

—Pero yo no estoy embarazada.

—¿Qué te hace pensar en que no lo estás?

—¿Porque no he tenido sexo en 4 siglos, tal vez? —respondo irritada.

—Oh, pensé que Ethan y tú al fin estaban juntos.

Ruedo los ojos, cada que la veía o hablaba con ella me preguntaba eso y la respuesta era siempre la misma. No.

—¿No van a estar juntos? —su pregunta suena más suave.

Bajo la lluvia (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora