28. Trato.

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Lunes por la mañana, mi entrevista es en media hora y ya voy tarde.

Me pongo los tacones con rapidez, eso logra que casi caiga de culo pero sujetándome instintivamente de mi cama no sucede nada.

Reviso mi atuendo una última vez, esperaba verme lo suficientemente formal como para ir a presentarme en la universidad.

Apenas y me pongo un poco de corrector para ocultar mis ojeras que una tarde de resaca genera, Kiwi a lo lejos me observa con atención, creo que ya se ha acostumbrado en poco días a esta casa, ya que descansa en su enorme y vieja casa de la pared que le construí hace unos años, y dándole un beso en la cabeza salgo de mi habitación para ir ya.

El día no empezaba bien, claro está. La lluvia era tan fuerte que no había ningún taxi vacío para que me lleve a la universidad.

—Hoy no. Hoy no. Hoy no. —gimo cuando veo la hora.

Ingreso nuevamente a mi casa, buscando alguna alternativa para ir ya, y se me viene lo primero a la mente. Llamar a Ethan para que me lleve.

Sé que sería algo abusivo, suelo llamarlo cuando necesito algo y a él parece no importarle eso, ya que siempre me ayuda sin protestar. Así que decido tomar ese camino, pero como mala suerte y América significan lo mismo, mi celular se encuentra sin batería para llamarlo, no me sé su número y quiero golpear mi cabeza contra la pared hasta que una de las dos se rompa.

15 minutos son los que me quedan para llegar a la universidad, y antes de que me rinda, una foto en la pared me salva la vida.

Es mi madre de hace unos años, en la motocicleta de mi padre. La misma motocicleta que se encuentra en el garage y que aprendí a manejar cuando tenía 17 años, y aunque ya no la he usado desde hace 5 años la había extrañado.

Sin pensarlo dos veces busco las llaves en los cajones y la encuentro, un llavero que le puse me hacen diferenciarlos y antes de que sea más tarde voy a sacarla.

No recordaba lo grande que era, ni lo complicado que era subirme en ella aún con tacones, y no recordaba muy bien como usarla pero la práctica hace al maestro y equivocándose de aprende.

Con dificultad voy montandome en ella, y abandono mi casa tan rápido como puedo. Gran error. La lluvia lo hace más dificultoso el camino, y siento que en cualquier momento puedo perder el control de la motocicleta, además que ahora estoy aún más mojada que si hubiera ido caminando.

Lo único bueno es que me puedo colar entre los autos para llegar antes, de otra manera estaría llegando tarde, pero no lo hago cuando luego de unos pocos minutos llegó a la universidad.

Grande queda poco, es inmensa, accedo al estacionamiento tras presentar un pase laboral, y quedo fuera del alcance de la feroz lluvia.

Me bajo con la misma dificultad que tuve para subirme y mirándome en el espejo agradezco de no haberme maquillado, de otra manera luciría como una loca ahora mismo. Y lo hago gracias a mi cabello completamente mojado al igual que mi ropa, aunque no sé nota mucho al ser en blanco y negro.

Casi corriendo voy hasta la entrada de la universidad y entrando hasta el área de admisiones, un señor alto se me acerca, debe rondar los 50 años y se ve alguien pacífico.

—¿América Bax? —pregunta observandomd de pies a cabeza.

—Sí, soy América, buen día.

—La están esperando. —indica y camina a mi lado. —Un postulante al puesto no se ha presentado, por lo que se ha adelantado su entrevista para ahora mismo.

—¿Son muchos? —pregunto de manera inconsciente.

Él me mira con detenimiento y luego me da una cálida sonrisa.

Bajo la lluvia (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora