25. Los nuevos padres.

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A un mes y medio de que Dairy anunciara su compromiso, la tensión se iba sintiendo con más fuerza.

La boda se realizaría en dos semanas, casi al mismo tiempo que concluía mi contrato con el hospital.

Todo eso me abrumaba, desde el no querer continuar en mi trabajo, no hallar el lugar adecuado para presentarme como aspirante a un nuevo empleo y el saber que mi mejor amiga se casaría con un hombre tan idiota era totalmente cansado, y parecía una demacrada muñeca de trapo.

Domingo por la mañana me despierto a las 8 AM por el sonido de mi despertador, aunque protesto por eso, tengo que abandonar mi cómoda cama. La cuarta y última prueba para el vestido de damas de honor sería en una hora y media, debía de estar en la casa de moda que la madre de Day había elegido para confeccionar el vestido de novia de mi amiga y el nosotras.

Observo mi rostro en el espejo del tocador y por un segundo casi salto del susto al ver mi reflejo, ayer había estado tan agotada que me había quedado dormida con la mascarilla de arcilla.

Sin importarme tanto, abandono mi recámara para ir en dirección a la cocina en busca de algo para alimentar mi hambriento estómago.

El departamento estaba en perfecto silencio salvo por los maullidos de mi gato que provienen de algún lado.

Este lugar era demasiado grande incluso para cuatro personas, pero no era tan malo gracias a la compañía que Kiwi me hacía, incluso un par de veces Diane se había quedado aquí cuando su novio tenía guardia por la noche.

Al llegar a la cocina, me detengo en seco cuando veo a la masculina figura moverse con gracia entre cada una de las cosas.

Solo podía sentir la emoción invadir mi no muy grande cuerpo, no sabía que vendría y estaba a punto de saltar por eso.

No puedo ocultar mi sonrisa cuando observo a Ethan explicarle a Kiwi como se hacen waffles.

—Pero para que no se peguen, se le pone aceite en aerosol a esta mierda, ¿De acuerdo? —explica señalando la waflera de teflón que está conectada a la corriente.

—Miau. —es la respuesta de mi gato.

Suprimo una sonrisa al verlos, Ethan podría ser el tipo duro, e inexpresivo al que le aburría todo, y tal vez lo era, pero era una persona distinta cuando estaba conmigo y con mi gato, era como ver a una versión relajada de él, y eso me encantaba.

—Buenos días. —saludo aclarandome la garganta.

Mis chicos detienen su charla y se voltean de manera simultánea a verme, mi gato ladea su cabeza hacia la izquierda mientras Ethan me mira con diversión.

—¿Que tienes en la cara? —es su saludo, bastante burlón a ser sinceros.

Mi cara se sonroja al señalarme la arcilla y corro en dirección a mi habitación para luego encerrarme al baño y bañarme con agua abundante.

—¿Puedo? —se escucha desde fuera.

——¡Mantente alejado de mis cosas, Ethan! —amenazo, y escucho una risita desde fuera.

Me limpio la cara tan rápido como puedo, lo que no es fácil porque los nervios de tenerlo aquí son cada vez más intensos.

Cuando no tengo ningún producto en mi rostro, salgo del baño dispuesta a enfrentar a Ethan, quién se encuentra cómodamente sentado en mi cama.

—¿Cuándo has llegado? —pregunto directamente.

Él centra su atención en mí, y aunque está sentado y yo parada, casi estamos a la misma altura.

Bajo la lluvia (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora