Bajo la lluvia (#2)

13. Al día en indiscreciones.

Había extrañado a mis dos mejores amigas, demasiado. Y la fuerza con la que nos rodeabamos lo demostraba.

Los brazos de Diane y Dairy se cerraban en mi cuerpo, mientras aspiraba sus aromas, Diane con su típico perfume floral, y Day olía a naranja con canela. Las había extrañado como nunca antes lo había hecho.

—Un año lejos y creo que hasta has crecido— lloriquea Diane, rompiendo el abrazo de tres.

Su cabello negro le llega por debajo de los hombros y sus ojos oscuros sobresaltan con las lágrimas contenidas.

Day aún me mantiene en sus brazos, y rodeo su cintura mientras me pongo de puntas de pie, ella es más alta que yo y más aún cuando está usando tacones.

—Sí que te he extrañado, Mer.

Diane carga a mi gato, quien ma mira con curiosidad y cuando nos separamos con la castaña, nos quedamos mirando las tres sin decir palabra alguna.

Nuestras respiraciones están aceleradas, y nuestros ojos brillantes.

Los ojos de Dairy me miran melancólica, y aunque está sonriente, sé que algo no anda bien.

—¿Nos vamos ya?— murmura cuando nota que no puedo dejar de verla— Muero porque conozcas el departamento.

—Penthouse— corrige Diane

Asiento y salimos del aeropuerto, Day muestra unas llaves y nos guía hasta el estacionamiento, frente a un Audi blanco en dónde abre la puerta con una enorme sonrisa.

—¿Es tuyo?— pregunto con asombro.

—¡Sí!— chilla ella.— Mi padre me había prometido un auto— susurra con melancolía— Pero bueno, Ethan me lo regaló para mis 21, ayer apenas lo trajeron.

Sonrío, esperándolo de parte de él. Creo que le conseguiría su propio castillo si ella se lo pidiese.

—Está precioso, ¿no?

—¡Demasiado!— le doy la razón a Diane.

Al entrar al auto, olía a nuevo, mientras Day conduce con facilidad, Diane acaricia mi brazo mientras hablamos temas triviales, sobre el viaje desde Montreal y lo agotador que fue.

Evito contarles sobre mi problema que me ha llevado a aceptar un trato con un desconocido, así que solo nos dedicamos a ponernos al día.

Diane está estudiando estomatología, a la par que cruza un curso de fotografía que adora, siempre le ha gustado eso y ver cómo brillan sus ojos al hablar de lo mucho que le gusta fotografiar me emociona, la admiro mucho.

Dairy, por otro lado, estudia ciencias administrativas, y aunque al inicio le fue difícil ahora ya lo lleva con normalidad y le gusta, sobre todo porque se siente con la responsabilidad de llevar la empresa de su ya difunto padre.

—¿Y ya conocías antes Nueva York?— pregunta Day mirándome por el retrovisor.

—Vine un par de veces hace muchos años, no recuerdo mucho pero existe Google Maps, ¿No?

—Tenemos que llevarte a qué conozcas cada lugar— chilla la pelinegra con emoción— Hay tiendas de ropa hermosos, y ay, todo es divino.

—No querrás irte de aquí— asegura Day.

Las calles de Manhattan nos reciben hermosas, limpias y elegantes, cada manzana parece más exclusiva que la otra y me sorprende cuando llegamos a un enorme y moderno edificio, en dónde ingresamos por la cochera.

—Estamos aquí.— murmura Day bajandose de su auto.

Ellas me ayudan con mis dos maletas, mientras yo cargo a mi gato quien duerme con tranquilidad en su cesto.