A mediados de Agosto, en la oficina del director, mi mente estaba volando, de felicidad y de muchos sentimientos encontrados.
—Felicidades, Señorita Bax— la amable voz del director de la carrera me hacen sonreír a más no poder— Espero que le vaya muy bien.
Tras un apretón de manos, salgo casi saltando de su oficina, aunque controlo mi emoción al ver a una de las secretarías hablando por teléfono, le doy una sonrisa y con un asentimiento salgo del área.
Corro en dirección a los largos pasillos, algunos estudiantes me miran de forma extraña, pero lo ignoro y empiezo a saltar soltando grititos, la felicidad invade mi cuerpo y salgo del edificio hasta llegar a los jardines de la enorme universidad.
Con 19 años y unos cuantos meses más, me había convertido oficialmente en el mejor promedio de la carrera de psicología, lleva cursando los 2/3 de la carrera y era increíble, mis profesores me habían recomendado con el decano y el diligente, había llevado casi el doble de cursos por casi un año, y al fin, estaba apta para postular en las mejor prácticas que podrían ofrecer la universidad.
La alegría desbordaba de mi cuerpo, todo mi esfuerzo había valido la pena, y los resultados me lo recordaban cada 5 segundos. Quería llegar a mi departamento, pedir una pizza y comer en compañía de mi gato, quien también amaba la pizza, tal vez podríamos ver una película también, a Kiwi le gustan los dibujos animados y a mi también.
Pero como si fuese una burla del universo, del destino, de la vida y de los libra; mi teléfono empieza a vibrar.
En la barra de notificaciones, aparece una llamada perdida de Josh, el novio de Diane, hace 10 minutos, el mismo tiempo en el que estaba en mi entrevista. Frunzo mi ceño, la llamada entrante es nuevamente de él, y es extraño porque aunque somos buenos amigos solo hablamos cuando llamo a Diane o ella a mí y él se encuentra cerca para molestar.
Contesto la llamada, antes de que vaya al buzón de voz, mientras me dirijo a una cefetería dentro del campus, mi estómago cruje y decido pedir una botella de agua, porque no hay la soda de mi preferencia.
—¿Joooosh?— pregunto aún sonriente, por mis estudios.
La cálida brisa de la noche despeina mi cabello, el viento ondea mi vestido blanco con florecillas rosas, todo estaba tan tranquilo que parecía una burla.
—¿Todo bien?— pregunto cuando no responde, me alejo de uno estudiantes para oír mejor, sollozos y respiraciones agitadas se escuchan de fondo— ¿Va todo bien?— mi voz se oye nerviosa.
—Es Dairy— suelta de golpe, en apenas un susurro.
La que al inicio era una brisa cálida, se siente como si se transformase en otro clima por completo, como si estuviéramos bajo cero.
—¿Le sucedió algo?— susurro.
La sola idea de que le haya ocurrido algo, me hace el cuerpo temblar, aterrizada por completo.
—Su papá, Mer— escucho los gritos de Day de fondo, y me paro en seco, la impresión que tengo ahora mismo es abrumadora— Tuvo un accidente hace un par de horas.
No puedo hablar, los llantos de Dairy me hacen pensar lo peor, creo que Josh sale de donde están porque ahora se escucha como un eco.
—¿Que fue lo que pasó?
—No llegó al hospital, Mer, el señor Loom murió hace unas horas.
Me quedo en silencio, pasmada por la trágica noticia, mis lágrimas resbalan por mi rostro mientras un sollozo sale de mí. No me lo podía creer, quería tirar todo. El señor Loom había sido un excelente padre, amable, bondadoso, generoso y consentidor; que daba de todo por tener feliz a su hija.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la lluvia (#2)
RomanceSegunda parte de "Mientras no sea tarde". ¿Que se le dice a alguien que te deja tan desordenado el corazón? América Bax e Ethan Loom, para él, el prototipo de pareja dispareja; para ella, la descripción perfecta de un desamor de adolescencia. Con má...