Capítulo uno.

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¿Ese era su fin?

Sasuke pensó que moriría de viejo, rodeado por sus hijos y nietos una tarde lluviosa; sin dolor, solo cerraría los ojos y el más allá lo recibiría... pero no. Ahí estaba a punto de morir siguiendo uno de sus más grandes sueños.

Ser libre.

Oh, la libertad siempre había tenido un alto costo.

Ser omega siempre sería una mierda, pero ser de la clase aristocrática era peor. Conocía a omegas de clase baja que vivían su vida trabajando, yendo de un lugar a otro; siendo libres... pero ese destino jamás había pintado para él.

Su madre había muerto cuando tenía 6 años. Arrancándole la dulzura que alguna vez albergó; debió crecer a pasos gigantes, para poder lidiar con todas las obligaciones de la mansión Uchiha. Había sido criado para cumplir con el rol de un omega sumiso, odiando a su padre en el camino.

Sí, Fugaku lo había golpeado unas cinco veces en su vida, por su imprudencia, mal humor y rebeldía. Pero jamás había usado la palabra matrimonio hasta que cumplió 17 años; donde comenzaba la "temporada". Recordaba las palabras exactas de su progenitor "tenemos que buscar marido para tu hermano".

Itachi, su hermano mayor.

Si había algo que amara, ese sin duda era su hermano. A pesar de todo, de verdad lo quería. Este había sido el mayor ejemplo a seguir, Sasuke lo admiraba con bastante convicción.

Era un alfa fuerte y un digno descendiente.

Había surcado por grandes mares y cuando regresaba hacía que le contara cada una de sus batallas con los temibles piratas, sirenas e incluso monstruos marinos. Sasuke vivía a través de su hermano, sus historias lo inspiraban, siempre lo harían.

Una de las razones por las que no se había comprometido desde los quince años era su hermano, lo supe aquel fallido día donde Itachi se negó a que su hermanito se casará. Sentía que le fallaría, a él y a su madre. Mikoto jamás deseó que Sasuke sufriera las humillaciones de ser débil, sin embargo, su muerte le había impedido darle la vida que quería para él.

Fugaku simplemente se dejaba llevar por lo que quería correcto.

—Escucha Sasuke, lleva solo lo necesario. Corta tu cabello y viste como un beta... Lleva a Karin contigo, ambos escóndanse en el puerto, iré por ustedes en unos días—, podía ver la afligidos de su hermano por sacarlo de la protección que era su hogar, pero quería que Sasuke viviera una vida antes de enjaularse para siempre. No era justo, se lo debía a su madre.

—Te esperaré, hermano— respondió.

—Sólo será una pauta, Sasuke. No puedo protegerte de padre para siempre...— quería decirle lo peligroso de todo aquello, pero no lograba expresarlo con palabras. Lo abrazó con empeño, con fervor, seguro de que no quería ver a su hermano casado con alguno de los amigos de su padre. Estaría mejor con él en el mar... definitivamente era lo mejor.

Esa noche Sasuke siguió las indicaciones de su hermano al pie de la letra. Tomó prendas de la servidumbre, cortó su cabello y convenció a Karin de huir con él; sin embargo, cuando llegó al puerto lo pensó mejor. Era una tregua, Itachi solo podía darle tiempo... para después afrontar ese final.

¿Qué tanto podía brindarle su hermano? ¿Seis meses? ¿Un año? y en ese momento Sasuke tomó la decisión que le cambiaría la vida. Escribió una carta a su hermano, agradeciéndole por todo, pero a partir de ese momento el trazaría su propio destino. Karin quiso advertirle todos los peligros que afrontarían, que la vida en el mar no era fácil, no siendo un omega, pero no la escuchó.

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