Capítulo veinticinco.

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Capítulo veinticinco.



La jerarquía siempre había prevalecido en su vida. No fue hasta que conoció a Orochimaru que comenzó a darse cuenta de las diferencias del mundo; que aunque su padre anteriormente le había hecho agachar la cabeza ante los alfas esto no debía de ser así.

No era una naturaleza.

Sasuke siempre se había sentido fuerte, más ágil que muchos. Su inteligencia supera al promedio con creces. Era hábil en muchos aspectos y tenía muchos dones que lo hacían alguien sumamente útil. Pero su familia siempre lo había subestimado, lo habían dejado a un lado y le había dado tareas que solo se dedicaban a los omegas.

A la casta más "débil".

Le costó mucho tiempo darse cuenta que no era así, que podría ser más valioso que un alfa. Itachi siempre había intentado hacerle saber que era precioso, le había dado pequeñas libertades que le habían formado hasta convertirlo en un avecilla dispuesto a emprender un vuelo.

Atrapado con su padre tuvo que bajar infinidad veces el rostro; sintiendo cómo poco a poco se llenaba un pozo dentro de sí, uno que cada día se llenaba más. Cerró los ojos tratando de calmar sus pensamientos mientras hacía la composta para las papas del vivero. Estaba seguro que esta vez sí lograría que pasaran la primera etapa sin que las primeras hojas se marchitarán.

Deidara llegó con el rostro adormilado al lugar, saludandolo con un simple asentimiento de cabeza. Sakura le siguió por detrás con una sonrisa en el rostro, aquellos ojos verdes que demostraban un extraño cariño por él; como si fuera un pequeño hermano.

—¿Cómo amaneciste hoy, Sasuke-kun?

—Bien — respondió secamente, restándole importancia a la pregunta.

—¿Te molesta si pasamos a mi consultorio a revisarte? Deidara prometió hacer las actividades que encomiendes por...

—He dicho que me siento bien, ¿a qué viene la insistencia? — preguntó con el fin de incomodarla, tal vez así desistiera de acosarlo.

—¡Me preocupo por ti! — exageró —, Naruto comentó que sigues con aquellos malestares estomacales.

Eso era mentira, no había dicho absolutamente nada al alfa sobre ello. No porque no quisiera molestarlo, si no, simplemente no lo quería arriba de él. Le fastidiaba que estuviera rondando sobre sí por estupideces, bastante tenía ya con sus sentimientos para agregarle más cosas.

—Ambos sabemos que jamás le diría a tu capitán sobre ello, no me hagas repetirte la pregunta — el fastidio era latente en su cara.

—Está bien, está bien. Ino ha estado preocupada por ti, dice que en ocasiones haces muecas con tu rostro, pero nunca dices nada. Sólo quiero asegurarme que estás bien; no lo hagas por mí, hazlo por mi omega.

—No pienso en irme, así que hazlo aquí. Deidara necesito mover aquellos costales de la esquina hasta el final donde están las semillas.

—Hm, pudiste pedirselo a Kiba o Inari — musitó muy bajo tratando de que el azabache no lo escuchara, asintió y comenzó a hacer lo que el menor le había dicho. Necesitaba descansar un poco más, había sido una odisea esas tres semanas desde que llegaron. Estaba haciendo una extensión en su casa porque quería montar un cuarto para sus esculturas y estaba cansado, sin mencionar, que sentía un poco de culpa por el secreto que Kurama les había hecho guardar a todos. En cierta parte se alegraba que Sakura estuviera ahí para evitar que dijera una estupidez.

Sasuke tomó asiento sobre un banco mientras la fémina comenzaba a tomar sus signos vitales; comenzaron una serie de preguntas de rutina ante la mirada aburrida del omega. Estaba fastidiado por toda esa sobreprotección que había hacía él, desde su pelea con Gaara todos habían incrementado esa seguridad, como si de verdad temieran que se hiciera daño...

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