Capítulo catorce.

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Capítulo catorce.

No era necesario.

Definitivamente no lo era.

Ese día incrementó un poco más el odio que podía tenerle a Sakura ¡Y sobre todo a Naruto! El rubio de verdad que era un dolor de cabeza, por minutos lo odiaba a morir ¡Encerrarlo en una celda solo para que no “ayudará” a la tripulación! ¡Era un imbécil! Por fuera podía aparentar toda la calma del mundo, pero por dentro estaba que ardía en furia. ¿Es así como quería jugar?

Por supuesto que la alfa de cabellos rosas estaba ahí con él, sentada mientras leía tranquilamente ese libro barato de romance. “Todos” habían confabulado contra él, hasta Deidara había mentido con tal de atraparlo ahí, pero si por algo era famoso Sasuke Uchiha era por sus venganzas.

–Tienes una cara tan linda Sasuke-kun, deberías quitar ese ceño fruncido – dijo sin apartar la vista de su afamado libro, en cierta manera molestarlo le hacía sentir menos culpable.

–Eres una molestia… –musitó con desdén tratando de volver a crear en su rostro una actitud indiferente.

–Es la treceava vez que me lo dices en el día, dejo de dolor en la quinta – declaró la mayor pasando tranquilamente la hoja del libro.

¡¿Que tenía de especial una tormenta?! Sasuke se había enfrentado muchísimas veces a ellas, sabía cómo manejar la situación. Sí, habían dicho algo sobre unos remolinos, pero hace unas tres horas los pasaron ¿por qué diablos seguía encerrado ahí? Se acercó a los barrotes de su celda buscando nuevamente el más débil de todos.

–Sé que muy, pero muy en el fondo de tu corazón me aprecias. Por ello no tratarás de escapar, lo único que conseguirás saliendo de aquí es que nos maten…

¡Oh! Sí creía que Naruto era dramático, esa mujer se llevaba el premio a la mejor. Estaba por responder con algún comentario sarcástico cuando la nave se meció drásticamente. A ambos les costó seguir de pie cuando el siguiente movimiento sacudió el lugar.

–¡Sakura! – se escuchó con desesperación desde arriba. Su tranquilo temple cambio a la preocupación.

–Mierda…– murmuró la alfa mirando seriamente a Sasuke.

El olor a lluvia estaba presente, pero había otra cosa que sus fosas nasales no lograban identificar del todo. Un fuerte olor que cada vez se intensificaba más ¿pescado? No, era algo menos intenso, más suave, incluso, más dulce. 

–Estoy hablando en serio Sasuke-kun, la mejor manera de ayudarnos es quedándote aquí – declaró la chica para maldecir de nuevo en la recurrente sacudida al barco.

Como navegante comprendía la intensidad de las lluvias, como una tormenta y sus olas podían casi girar el barco, sin embargo, el que las mismas paredes parecían quebrarse pocas veces lo había presenciado. Pronto el olor a pólvora se expandió y el ruido de cañones apareció ¡¿Qué diablos pasaba?! 

Sakura desapareció al tercer disparo de cañón, no sin antes mencionarle que no saliera de ahí. Sin embargo, Sasuke sintió a su omega estremecerse ante la contingencia, la mordida comenzó a picar sobre su cuello y un el olor a sangre le pegó.

Otro fuerte estruendo lo sacudió y comenzó a desesperarse. Estruendos, gritos, cañones y truenos, mezclados con sudor, sangre y agua salada. No sabía lo que estaba pasando, pero no podía predecir nada bueno. Su omega volvió a chillar con impotencia, pronosticando un malestar.

Se inclinó para terminar vomitando lo poco que había desayunado, el barco siguió meciéndose al ritmo de un horrible mareo. Se apoyó en los barrotes de la celda y supo que tenía que salir de ahí a toda costa, se estaba ahogando en su propia incertidumbre. Pateó con fuerza los barrotes, hasta que el quinto cedió.

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