Capítulo nueve.

3.5K 501 65
                                    

Para Naruto era complicada la situación con Sasuke.

Era un omega que no conocía.

Ni siquiera tenían una personalidad acorde, sino, opuesta.

Era gruñón, amargo y tenía un carácter de la jodida.

Un bastardo.

¡¿Cómo era posible que a Kurama le gustara tanto?! Negó con la cabeza tratando una vez de sacar al omega de sus pensamientos. Ya eran más del mes navegando con el menor, éste se había adaptado a la situación lo mejor que pudo y Naruto le daba mérito por ello, sin embargo, no podía evitar sentir que estaba cometiendo un gran error.

Sasuke era su enemigo, su prisionero, incluso, para muchos... un esclavo. Pero Uchiha no permitió que alguien más lo degradara, que insultaran su situación en el barco. Le había tirado dos dientes al último que le había dicho que no era más que una puta. Ni que decir la manera en que había amansado a Deidara, incluso, podía sentir que había cierta amistad naciendo entre ellos.

¿Es que su instinto podía mirar todo aquello en el omega con su simple olor? No, Kurama había sido un idiota al unirlo con alguien que no conocía. Peor aún, que era hermano del asesino de sus padres.

Otro problema más.

Itachi era un enemigo poderoso, por ello había trazado de nuevo la ruta a su hogar. Era una manera de calmar la tempestad que se avecinaba.

Bajó la vista a la primera cubierta y miró a Sasuke con esas ropas holgadas y el rostro manchado, como siempre lo cargaba, ocultando esa belleza que abrasaba. Trataba de no verla, de no recordarla, pero la mitad de su mente estuvo presente durante ese celo de quince días que pasaron juntos. En su mente vinieron esos pequeños recuerdos de los besos, de las caricias, de las sensaciones que lo rodearon.

Ninguno de los dos tenía tregua con sus instintos.

Sasuke giró la vista hacia arriba, desde hace minutos el olor a cítricos estaba en sus fosas nasales. Joder, como odiaba al maldito rubio, no podía simplemente ignorarlo, así como él, no, tenía que estar ahí pendiente de él.... Simplemente lo odiaba. Al principio, creyó que las cosas eran así, siendo ignorado por el alfa, pero jamás fue así; Naruto siempre estuvo presente en sus movimientos del barco, como le cabreaba.

Destiló ese olor amargo a limón e ignoró todo lo demás.

Se dirigió a la cocina y suspiró cuando por unos segundos se sintió seguro, sin embargo, el ceño fruncido de Chouji le indicaba que no era bienvenido. El castaño había escuchado muchas cosas del azabache como para dejarlo estar; se estaba adaptando demasiado bien, no debía de molestarle, pero no le gustaba que se metieran con su trabajo y sabía que era lo único que había estado haciendo Sasuke en esos días.

Incluso, había escuchado como le daba algunos consejos a Kiba de Pai Sho* para vencer a Shikamaru, ¡cómo si eso fuera posible!

— Nadie comerá lo que hagas — declaró el mayor con el ceño fruncido.

— Cómo si me importara — contestó Sasuke y una guerra de miradas se llevó a cabo.

Ninguno de los dos se atrevió a parpadear, incapaz de dañar su orgullo. No fue hasta que Sakura entró que ambos salieron de su batalla infantil, ambos la miraron de mal manera y la alfa prefirió salir antes de estar en medio de una batalla que estaba segura no tenía sentido.

—Será mejor que te vayas, o tendré que sacarte...

—Quiero verte intentarlo...— musitó el omega.

Ambos se dieron la espalda y Sasuke soltó de nuevo el olor a limón amargo; sin embargo, estaba ahí por una razón y no le importaba en lo más mínimo lo que el gordo aquel dijera. Con un nimio espacio separándolos comenzó a hacer comida para diez personas, ante la mirada desaprobatoria del alfa. Después de más de una hora, Sasuke había preparado pescado, arroz con curry y unos cuantos onigiris, tomó la comida en la olla donde lo preparó y salió con algunos platos.

Chouji no dejaría las cosas así, le siguió los pasos ante la mirada de todos los demás.

Nadie se metía con el cocinero, el último que lo había hecho no había comido en una semana. Sasuke definitivamente se estaba metiendo en la boca del lobo sin medir las consecuencias. Sin preámbulos ambos siguieron su camino hasta llegar a la escotilla del almacén.

Deidara fue el primero en ayudarle a bajar las cosas, incomodándose con la vista afilada de Chouji. Sin embargo, para esa ocasión decidió fingir demencia. El castaño bajó y se encontró con todos los chicos de limpieza que se reían de una situación con Konohamaru, todos ayudaron a Sasuke a acomodar las cosas.

—¡Chouji-san, no sabríamos que se uniría a la celebración! —exclamó Inari con una sonrisa.

—¿Por qué...?

—La verdad, sé que los martes son de ramen, pero Sasuke-san se ofreció hacernos de comer el día hoy ¡Incluso preparó el curry como lo hace mamá! —comentó el mismo chico con mucho entusiasmo. —¿Desea comer con nosotros? —preguntó sin dejar que Sasuke repartiera los platillos. Ahora lo harían ellos, bastante tarea era hacer comida para tantas personas.

El castaño comprendía la energía y en cierta manera la inocencia del chico, tendría tal vez unos 16 años. Era el chico más joven de la tripulación y Naruto había dicho que protegería al chico de cualquier cosa a su madre, que su hijo solo se dedicaría a la limpieza del barco, no a sus batallas. El atraco al barco de Orochimaru no había sido más que un ataque de cólera de Jiraiya.

—No será necesario, el cocinero tiene que preparar la comida para la tripulación, Inari — soltó el omega claramente tajante ante que el castaño siguiera compartiendo su espacio.

Éste no respondió, sólo se dio la vuelta y subió la escalerilla para desaparecer.

Sasuke solo sonrió de medio lado en señal de victoria.

De verdad que no la tenía fácil, sin embargo, estaba dispuesto a demostrarle a Naruto todas sus cualidades y hasta dónde podía llegar si se lo proponía. Sabía que era cuestión de tiempo para que su hermano lo rescatara, solo tenía que ser paciente.

El paradero de Orochimaru era lo próximo que debía de investigar.

LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora