Capítulo veinte.

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Capítulo veinte.

Era un sentimiento extraño. Tenía una sensación de miedo, pero al mismo tiempo de ahogo, como si algo le estuviera comprimiendo el pecho...

«Pánico» le susurró su omega.

Después de aquella segunda mordida Sasuke podía sentirlo como un igual dentro de sí, más despierto, más ansioso de todo su alrededor. Estaban retornando a ser uno mismo, su instinto estaba volviendo a tomar el control que anteriormente había tenido en su vida y aquello le daba pavor.

Ya no podía seguir corriendo.

El fin estaba a la vuelta de la esquina, el mismo barco comenzaba a hacer presión sobre él. Por extraño que sonara ya no quería seguir un segundo más ahí, sentía como poco a poco estaba cavando su tumba y no lo comprendía. No estaba pasando nada a su alrededor, todos seguían haciendo sus actividades cotidianas.

Esa mañana Gaara y su tripulación habían desanclado el barco, les seguían por detrás. Entonces, aquella cubierta estaba más tranquila que de costumbre. Konohamaru reía alrededor de Lee sobre el timón, mientras Inari y los demás chicos limpiaban la cubierta; Shikamaru y Naruto daban instrucciones para tomar más velocidad...

¿Por qué sentía sus sentimientos tan a la deriva?, a pesar de que su respiración se había agitado, trataba de mostrar su misma máscara de indiferencia de siempre. Estaba a la expectativa de la situación, pero de repente todos estaban muy lejos de sí, los escuchaba bastante lejanos. El barco comenzaba a extenderse, a hacerse más grande de lo que aparentaba.

¿A qué diablos le tenía tanto miedo? Se aferró a la orilla del barco mientras inclinaba la cabeza al mar; estaba llamándole. Observó como las olas golpeaban con furia la madera sin hacerla ceder y deseo ser él quien los recibiera, necesitaba huir. De nuevo sentía el fin muy cerca mientras un llanto inundaba su garganta sin ser capaz de salir.

—¡En unas horas estaremos en Konoha!— exclamó Deidara mientras destilaba un olor picante mezclado con felicidad.

¿Konoha?, ¿a eso le temía?... no, no era la ciudad lo que lo hacía retroceder, si no a la verdad que se representaba aquel lugar. Sentía que una vez estuviera ahí ya no podría escapar, lo sentía palpitar en su ser. A pesar de que el maldito omega amaba a Naruto, también era consciente que le gustaba la libertad que pocas veces habían experimentado juntos.

Tampoco le gustaba la idea de cambiar la jaula que siempre representó su padre, por una tan pesada como la que le ofrecía el capitán. Debía de saltar, tenía que arrojarse fuera del barco. No podía seguir soportando aquella presión sobre sí.

—¿Sasuke?—preguntó una voz distorsionada sobre su espalda.

El barco había comenzado a moverse más fuerte, más extremista, más violento. El omega levantó la vista y miró una serie de remolinos a su frente; sobre el tirano mar que les impedía seguir avanzando ¿es que había llegado su momento?, entonces ¿por qué dudaba tanto?

Se aferró al barco, mientras sus uñas se alargaban. No, definitivamente ya no podía hacer como si nada pasara, no podía seguir pensando que las cosas estaban tranquilas hasta que su hermano llegara ¿y si jamás lograba interceptarlos?, ¿y si Itachi no lo rescaba?, ¿qué sería de él?.

Su corazón no encontraba paz.

No iba a lograr nada, tenían que parar.

El mareo de la nave incrementó como se acercaban a aquellos remolinos, ¿por qué sentía que aquello era su fin? Tenía una pánico tan extremo, que de nuevo sentía la necesidad latente de lanzarse contra el agua, ni siquiera su omega quería oponerse, tenían ambos el deseo intenso de escapar.

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