Capítulo 18

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- ¿Cómo estás, mi vida? – dijo acariciándole el pelo

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- ¿Cómo estás, mi vida? – dijo acariciándole el pelo.

Madison estaba tapada hasta la barbilla con una manta amarilla. Sonrió y se tapó hasta la cabeza.

- Veo que mejor. – sonrió Jennie y le empezó a hacer cosquillas. La nenita reía con gracia y gusto.

- Ya, ya, mamá. – dijo con la respiración acelerada.

Se destapó, el cabello le quedó de una forma algo graciosa. La morena rió y se lo acomodo.

- Ahora estás animada ¿eh? ¿Quieres comer algo? – Madison negó con la cabeza- ¿Un poco de pollo? ¿Fruta? Hay fresas, mi vida.

- Mmhh... ¿y el spray?

- Sí, hay nata ¿quieres?

- Siiiii. – se levantó corriendo.

- Eh, eh, ponte las zapatillas, no sea que te resfríes más.

La pequeña hizo pataletas y se fue a buscar sus zapatillas. Coloco sus piececitos dentro de estas y bajo dando pequeños saltitos por las escaleras, hasta que llegó al comedor.

Jennie saliendo de la habitación escucho unos golpes que venían del gimnasio de Lisa. Abrió la puerta viendo cómo el saco de boxeo era golpeado con fuerza. Aquellos músculos que se tensaban, la espalda brillaba, tentando a la morena de pasar su lengua por su salada piel. El cabello alborotado también resbalaba con algunas gotitas de sudor. Un pantalón corto de chándal que llamaba la atención de Jennie, observando su bien formado trasero; más abajo sus fuertes piernas.

Tuvieron un cruce de miradas, esos ojos llenos de energía, penetrantes hasta el alma. Una mirada que literalmente, podía matar a cualquiera. Lisa agarró el saco de boxeo para detener el balanceo de este. Se sentó en una de las máquinas de pesas.

- ¿Qué me encuentras? – le sonrió ella.

- Que eres hermosa, te mire por donde te mire.

La pelinegra suspiró.

Bajo la mirada y se acomodo el flequillo desordenado. Jennie yacía a seis metros de ella, apoyada en el marco de la puerta.

- Te daría un buen beso pero es que si no pierdo la apuesta, nena.

La morena rió.

- Voy abajo, no sé lo que estará haciendo la pequeña.

- ¿Madison está despierta?

- Sí.

- Vamos a ver como está. – sonrió, cogió una toalla del estante que había cerca de allí y la colocó en sus hombros.

Nata. Nata, nata y nata por todos lados, Jennie entreabrió la boca.

- Madi, ¿que-has-hecho? – tartamudeó la morena - ¿Madison?

𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑰𝑵𝑮 𝑼𝑺       JENLISA GIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora