Con paso firme y decidido caminé hacia el palacio del rey, reprimiendo profundamente mis lágrimas y emociones.
—Mi señora, su majestad se encuentra ahora con la reina y el príncipe —me informó el Jefe Eunuco.
—Anúnciame —ordené —dile que estoy aquí.
—Pero mi señora, su majestad dijo que no quiere ser molestado mientras pasa tiempo con su familia, por favor regrese otro día —dijo el Jefe Eunuco.
—Su majestad! Soy la consorte Myeong! Deseo hablar con usted! —dije, importandome menos lo que el Jefe Eunuco o cualquier dijera.
—Jefe eunuco! Ven aquí de inmediato —llamó el rey desde adentro.
—Sí, su majestad —respondió él ingresando al palacio del rey.
Quise ingresar con él, pero las damas de la corte y los eunucos no me lo permitieron.
—Déjenme pasar, les exigo que me dejen pasar! —mi ira estaba descontrolada y si seguía así, terminaría desquitando mi enojo con las damas de la corte y los eunucos que solo hacían su trabajo.
—Mi señora, por favor no siga, seremos castigados si la dejamos entrar —me dijo una de las damas de la corte que estaba impidiendo mi paso.
—Qué está pasando aquí? —se oyó la inconfundible voz de la que antes consideré mi mejor amiga e incluso mi hermana, la ahora reina.
—Su alteza, la señora Myeong desea tener una audiencia con el rey —informó uno de los eunucos.
—Su alteza, yo... —mientras hablaba un sonido sordo se oyó y mi mejilla derecha me empezó a arder e instintivamente me la tapé con mi mano, al levantar la vista todos me miraban asombrados, porque la reina acababa de darme una fuerte bofetada.
—Cómo te atreves a venir aquí e intentar hablar con mi esposo? Te dijeron que estaba conmigo y con nuestro hijo, pero aún así te atreviste a querer ingresar por la fuerza! —dijo la reina. Es en estos momentos en los que pienso, en dónde quedó mi amiga? La que era tan amable y gentil, la que tenía un enorme corazón y protegía a los más débiles.
—Yo... —me quedé sin palabras y con la mente en blanco, mis lágrimas reprimidas intentaron salir, pero las retuve y cuando quise hablar, las puertas se abrieron y el rey salió de allí junto con el príncipe.
—Mi reina, por favor lleva a nuestro hijo y descansen, ambos deben estar agotados —ordenó el rey.
—Sí, su majestad —respondió ella a regañadientes y caminó hacia su residencia, llevándose a su hijo con ella.
—Consorte Myeong, ahora estoy muy ocupado, puedes esperar aquí afuera o puedes volver otro día, has lo que desees —dijo él, se dio la vuelta y entró de nuevo en su palacio, dejándome afuera.
Me arrodillé frente a su palacio, como súplica para que me dejara ingresar y aunque las damas de la corte me lo impedían, aún así lo hice.
—Mi señora, por favor regrese a sus aposentos y espere allí, no puede quedarse aquí afuera y menos en su estado —dijo el Jefe Eunuco.
—Mi señora, piense en su bebé, esto podría hacerla abortar, por favor —pidió una dama de la corte.
—Suficiente! No me moveré de aquí hasta que pueda ver al rey, si a él le importa aunque sea un poco mi hijo, entonces me dejará ingresar —dije decidida. Estaba segura de esto? Podría perder a mi bebé, en serio estaba dispuesta a esto?
Las horas pasaban, mi cuerpo estaba cansado y había empezado a llover, llovía y llovía, parecía que no iba a dejar de llover pronto, no había comido nada desde hace horas y tampoco había bebido nada, a este paso me enfermaré y podría perder a mi bebé. Justo cuando pensé que él no me recibiría y que esto había sido en vano, el Jefe Eunuco me informó que el rey quería verme y que ingresara inmediatamente a su palacio, me levanté como pude y con las piernas temblorosas caminé hacia el interior del palacio del rey.
Abrí las puertas que daban directo a la habitación del rey, mi cuerpo estaba helado, pero aquella habitación estaba muy cálida y me reconfortaba.
—Su majestad —dije en cuanto ingresé e hice una reverencia. No oí una respuesta, así que levanté la vista y pude ver al rey acercándose rápidamente hacia mí y envolviéndome en una suave y cálida manta, él estaba abrazándome con fuerza y no tenía intenciones de dejarme ir.
—Por qué fuiste tan imprudente? Pudiste haber perdido a nuestro hijo —habló él con voz temblorosa. En ese instante volví a mis sentidos y me aparté bruscamente de él.
—Por qué lo hiciste?! —le grité —solo eran unas niñas, no tenías por qué hacerles eso!
—Ma Ri, cálmate, no le hace bien al bebé.
—Ahora te importa el bebé?! Y cuando me dejaste esperando afuera en medio de la lluvia?! O cuando mandaste matar a las hermanas de mi bebé?! Ahí ni siquiera te importó el bebé! —todas las lágrimas y emociones que había reprimido salieron a la luz.
—No era mi intención que ellas murieran, yo no las mande matar —se excusó él.
—No te creo! Tú las mataste y te odio profundamente por eso! Has arruinado mi vida! Me has vuelto miserable, me mantienes cautiva en este maldito palacio y mataste a dos niñas inocentes! —mis lágrimas caían y caían, ahora que había dejado escapar este enojo que mantenía guardado, esperaba que no cometiera ninguna locura.
—Hice lo que tenía que hacer para asegurar mi puesto en el trono, así como el ascenso seguro de nuestro hijo al trono —dijo él con voz seria.
—Sabes muy bien que no es tu hijo y aunque trates de ocultarlo, algún día la verdad saldrá a la luz.
—Cállate! Cuántas veces tengo decirte que no vuelvas a decir eso! -él me tomó del brazo con fuerza y me acercó a él —acaso quieres morir? Sabes que en este palacio hay ojos y oídos en todas partes. Cómo puedes ser tan imprudente y decir eso como si fuera totalmente normal? Si alguien más sabe de que ese niño no es mío, entonces no dudarán en matarte.
—Prefiero morir antes que pasar un segundo más en este palacio, entiende que no te amo y no me puedes obligar a amarte. Esto no te hace ningún bien, te estás engañando si piensas que con el tiempo aprenderé a amarte.
—Vete de aquí! Vete!
—Jamás te amaré y jamás te perdonaré por lo que hiciste, te odiaré cada día que me queda de vida y aún en la muerte te seguiré odiando por todo lo que me hiciste vivir.
—Que te vayas te dije! No quiero seguir escuchándote!
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×Hola! Perdón por la demora, pero ya estoy de vuelta.
No se olviden de tomar agua...
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Soy La Princesa Heredera
Historical FictionCreo que todos hemos pensado, alguna vez, que nuestra vida sería muy fácil si fuéramos de la realeza, pero les puedo asegurar que no es para nada fácil y mucho menos cuando eres la princesa heredera de Joseon. Esta es la historia de como una simple...