Capítulo 35

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Esto era real? Mi mente no me engañaba? En verdad era él? Pero cómo era posible? Se supone que él estaba muerto.

Me acerque hacia él y con la mano temblorosa intenté tocarle la mejilla.

—Esto no es real —dijo él y mi mano se detuvo antes de siquiera tocarle.

—No es real? —pregunté atónita.

—Estas ebria, has bebido mucho durante la cena —agregó él.

—Solo tomé dos copas —respondí inocentemente.

—Sabes que no tienes resistencia al alcohol —dijo él con una sonrisa.

—Tal vez si estoy un poco ebria, pero agradezco al alcohol por dejarme verte, aunque no seas real.

—Lo que dije antes es verdad, te extraño mucho.

—Me alegra oírlo, pensé que ni siquiera querías verme —una ligera sonrisa se formó en mis labios.

—Creo que tu ya no me extrañas y me has olvidado —dijo él ofendido.

—Por qué lo dices?

—Porque te has casado otra vez.

—Pero me obligaron a casarme con él, yo no quería. Estoy atrapada en ese maldito palacio, apenas y puedo salir de mi residencia.

—Debo irme —dijo y se dio la vuelta para irse.

—Espera —le tomé de la ropa y evité que se fuera —no me dejes otra vez.

—Voy a volver —el tomó mis manos y las acarició —volveremos a vernos, pero no puedo prometer que todo vuelva a ser como antes.

—Cómo es que puedes tocarme?

—Todo es parte de tu imaginación.

—Entonces... Puedo hacer esto? —me abalancé hacia él y lo abracé fuertemente. Sentí su calidez nuevamente, esa calidez que hace años no la sentía y los latidos de su corazón me hicieron pensar de que esto era demasiado real como para ser parte de mi imaginación.

—Es difícil poder dejarte del todo, intenté olvidarme de ti, pero no pude, cada noche soñaba contigo, extrañé volver a ver tus brillantes ojos y poder oler el aroma de tu cabello.

—No vuelvas a dejarme, no me abandones de nuevo —le rogué con lágrimas en los ojos.

—No quise abandonarte, iba a volver por ti y los niños, pero todo se me complicó y se me hizo difícil volver, luego me enteré de que el nuevo rey te había tomado como su consorte y luego quedaste embarazada, supuse que ya me habías olvidado y habías empezado a rehacer tu vida.

—Cómo podría amar al hombre que arruinó nuestras vidas, al hombre que te mató, me alejó de mí hijo y luego lo mató a él también —mis lágrimas caían y me aferré aún más a él.

—Ya es hora de irme, los niños me esperan.

—Lo niños? El príncipe heredero está contigo?

—Sí, cada día está más grande y se parece a ti, él heredó tus ojos y también tu explosiva personalidad.

—Me gustaría poder verlo y estar a su lado mientras crece. Cuando me dijeron que él había muerto, se me rompió el corazón, mis ganas de vivir se fueron, solo quería morir y poder estar con él, pero había algo que me detenía, estaba embarazada y no podía morir.

—El bebé que esperabas era tan importante para ti que preferiste seguir viviendo allí y tener al hijo de ese hombre antes que morir por tu hijo y por mi?

—No lo entiendes, ese niño, esos niños lo son todo para mi.

—Ma Ri? Es decir, mi señora? Está aquí? —era la voz de mi hermano menor.

—Seok Dal? Estoy aquí, ahora voy.

—Bien, su majestad nos dijo que es hora de que regreses al palacio.

—Ahora voy —me di la vuelta y él se había ido, así como apareció se fue.

Volví al palacio y la misma rutina empezó otra vez. El rey venía a vernos una vez al día, yo daba algunos paseos para no estar tan encerrada, como si fuera una prisionera.

—Mamá! Su majestad me dio esta cinta para el cabello, me ayudas a ponerla?

—Mi bella Yeong-hye, te ves muy bonita —le dije después de ponerle la cinta en su cabello.

—Verdad? Su majestad me dijo que era la princesa más bonita —ella sonreía y daba saltitos por doquier.

—Pues su majestad tiene razón, no hay princesa más bonita que tu.

—Dónde está tu hermano?

—Yeob ya viene, su majestad también le dio un regalo.

—En serio? Y qué regalo le dio?

—Le dio un libro —dijo mientras se aguantaba la risa, pero ya no pudo más y empezó a reír a carcajadas.

—Por qué es gracioso? Un libro es bueno para él, le dará más conocimientos.

—Es gracioso porque Yeob quería una espada pero su majestad sólo le dio un libro y ni siquiera es de tácticas militares —respondió y volvió a reírse a carcajadas. La risa de esta niña era muy contagiosa y luego empecé a reírme con ella.

—Mamá también te ríes de mí? —preguntó Yeob, quién recién había entrado a la habitación.

—No me estoy riendo de ti, mi príncipe, me río porque la risa de tu hermana es contagiosa.

—Pero yo si me río por tu regalo, Yeob —le dijo Yeon-Hye a su hermano.

—Mamá, Yeon-Hye me está molestando, ella siempre se brula de mi —se quejó e hizo un adorable puchero.

—Yeon-Hye, deja de burlarte de tu hermano, ya te he dicho que debes respetar a tu hermano mayor.

—Sí mamá, no lo volveré a hacer.

—Dime Yeob, qué libro te dio su majestad?

—Me dio este libro, dijo que es un clásico o algo así —respondió mientras me enseñaba su libro.

—Es un clásico chino, su nombre es Shan Hai Jing, este libro es una colección de cuentos míticos —dije mientras leía algunos fragmentos de aquel libro.

—Cómo conoces este libro? —preguntó mi pequeño hijo.

—Porque ya lo he leído, me parece muy interesante, su majestad fue muy amable al dártelo.

—Yo quería tener mi propia espada, pero papá dijo que era muy joven para eso —al darse cuenta de lo que había dicho, Yeob se tapó la boca con sus pequeñas manos.

—Yeob, acaso llamaste papá al rey?

—M-mamá, mira me golpeé la rodilla y me duele mucho, por favor ayúdame —dijo Yeon-Hye y se puso en frente mío, agitaba sus manos y daba saltitos para que le prestará atención.

—Yeon-Hye, siéntate —le ordené, a lo que ella obedecido.

—Mamá, estás enojada? —preguntó Yeob con la voz temblorosa.

—Ya les he dicho que no pueden llamar así al rey —les hablé con voz seria.

—Por qué no podemos llamarlo así? El hermano Hun y la hermana Gyeong-hye lo llaman así, pero nosotros no podemos —preguntó Yeob.

—Ellos son hijos de la reina y ustedes no lo son. Yeob, no vuelvas a llamar así a su majestad, entendiste? Ambos entendieron?

—Sí, mamá —respondieron al unísono.

Soy La Princesa HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora