Capítulo 4.

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CASSIAN JONES.

Iba caminando por la ciudad tratando de pensar, Mariana no deja de molestar y ahora mi padre. La llamada del número desconocido era el, según el tengo que juntarme con unos de sus socios y no puedo faltar ya que si falto la empresa se podría ir al carajo.

¿Me importa?.

Obviamente no.

Tengo mi propio dinero, prácticamente estoy trabajando por gusto y porque no tengo otra cosa que hacer.

Un pequeño cuerpo choca contra el mío sacándome de mis pensamientos. Veo esa mirada asustada.

—Señor Jones—susurra.

—Veo que chocar conmigo ya es una costumbre señorita Blake—sonrió cuando sus mejillas se vuelven coloradas.

—Yo... lo siento no quise ¿volver a chocar con usted?—rio y niego con la cabeza.

—No importa mientras no vuelva a echarme café caliente en el pecho de nuevo—bromeo.

Ríe un poco y veo como sus ojos se achinan.

—Yo... lo siento por eso, usted apareció de la nada

—No aparecí de la nada señorita Wood, estaba detrás de usted bastante tiempo como para ver su entretenido baile

Sus mejillas se vuelven aún más rojas y contengo las ganas de tocar sus mejillas ¿Por qué su piel se ve tan suave?

—Ay dios que vergüenza—se lleva las manos a su rostro—solo me deje llevar por la canción, pensé que nadie estaría a esa hora

—Pero estaba yo y vi todo tu bailecito—me burlo.

—Dios lo siento.

—¿Hizo algo malo? —niega— entonces no te disculpes, solo estabas disfrutando un momento, no tienes por qué avergonzarte o disculparte.

—Pero era mi hora de trabajo—susurra.

—Si, pero estaba solo yo—me acerco a su oído-será nuestro pequeño secreto.

Me alejo y asiente con una pequeña sonrisa, veo que esta vez sí me mira directo a los ojos y no como las demás veces que apartaba la mirada.

—Señor jones ¿puedo hacerle una pregunta?—pregunta y asiento—¿usted usa lentes de contacto o algo? Porque cuando en la oficina lo vi usted tenía los ojos azules y ahora son grises.

Mierda.

Olvide ponerme los lentes antes de salir.

—Eh... sí son lentes de contacto, cuando me conoció los llevaba puestos. Mis ojos son grises.

—Vaya, pero... ¿por qué no usa lentes?.

—Por qué no me gustan así que uso lentes de contacto—me encojo de hombros.

—¿Por qué no le gusta usar lentes?.

—Usted siempre hace tantas preguntas ¿no? —veo como se sonroja aún más.

—Lo siento.

—No lo sienta, me gusta. —levanta la mirada—me agrada que pregunte cosas, no se moleste en parar. Puede preguntar lo que sea

—No creo que eso sea prudente señor Jones.

—¿Por qué?.

—Porque usted es mi jefe y yo no tengo que saber cosas de usted que no sean necesarias.

—Y como su jefe señorita Blake, le doy permiso que pregunte lo que quiera—no sé porque hago esto, solo sé que quiero se me siga preguntando más cosas y oír su interés sobre mí en su voz.

De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora