Capítulo 12.

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Siento una suave caricia en mi mejilla que me hace sonreír.

Me remuevo un poco y escucho una risita y frunzo el ceño.

—Becca, Becca, ¿Qué haces? —escucho una voz femenina y la risa de una niña.

Abro los ojos y me encuentro con los ojos azules de una pequeña trigueña quien acaricia me mejilla.

—Eres muy bonita...

Sonrió con ternura y observó en donde estoy y entonces lo recuerdo, Nueva York, Cassian y yo llegando al aeropuerto de Nueva York conocí a Joe Devot y a Billy Taylor, Joe me mostro la ciudad por el camino a su casa, no pude conocer a su esposa ya que estaba durmiendo igual que los hijos de Billy y su novia.

—Becca te dije que no molestaras a la señorita...

Una mujer de 21 años llega a la habitación de piel morena y de ojos verdes.

—Tranquila— sonrió amablemente.

—Mami mira—la niña acaricia mi cabello.

Su madre ríe y tomo a la niña en brazos, dios ¿así se sintiera tener a tu propio hijo en brazos?

Es tan calentita y suave.

—Si cariño es muy bonita ¿no? —la mujer se acerca—soy Amelia Smith.

—Cala Bla...Wood, Cala Wood un gusto—sonríe amablemente y sonrió cuando su hija juega con mi cabello.

—Es muy curiosa lo siento le dije que no viniera a la habitación—se disculpa y niego.

—No te disculpes ya había dormido demasiado en el vuelo—beso la mejilla de la pequeña—. así que ella es la hija de Billy ¿no? —pregunto y los ojos de Amelia brillan al escuchar el nombre de su novio.

—Si, mis dos renacuajos como los llama Billy son hijos del—sonrió divertida.

—¿Todos están despiertos? —pregunto y alguien apoyado en el marco de la puerta nos interrumpe.

Cassian.

—Buenos días señoritas—su voz me hace tragar.

—Hola...

Amelia sonríe y toma en brazos a la pequeña.

—Vamos amor a ver a papi.

—¡Papi, Papi! —grita entusiasmada la pequeña y agita su mano despidiéndose de mí.

Me despido de ella tal y como lo hace ella cuando desaparecen de la habitación.

—¿Cómo amaneciste? —pregunta acercándose.

—Bien algo perdida, pero bien—sonrió y su mirada intensa me acelera el corazón.

—Se te dan bien los niños ¿no?

Me congelo unos segundos y asiento.

—Si desde pequeña me han gustado los niños y hubo un tiempo en que deseaba tener uno...

—¿Ya no? —pregunta y siento un nudo formarse en mi garganta al recordar al bebé que alguna vez tuve en mi vientre.

—Cuando te arrebatan un sueño que tanto deseabas y amabas ya no puedes seguir viendo a ese sueño como antes. Se vuelve un sueño roto que nunca pudo ser realidad y con el tiempo vas dejando de pensar y desear ese sueño—trago grueso y me esfuerzo en no llorar, ya no quiero llorar más.

—Pero siempre puedes crear otros sueños Sol—sonríe de una forma que mi corazón bombea fuertemente contra mi pecho.

Lo miro unos segundos y asiento convencida.

De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora