Al Otro Lado © [Kim Seungmin] ✔️

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Seungmin.

La estadía en mi casa era aburrida.
El doctor Choi, había venido a tempranas horas de la mañana. Después de un par de revisiones, le dijo a mis padres que me encontraba en perfectas condiciones de salud, y que lo del día anterior, era un pequeño síntoma de un gran agotamiento en mi cuerpo.

Aunque estuviera en reposo, eso no era una excusa para holgazanear, así había dicho mi madre. Por esa razón, llamó a mi  profesor especial que me enseñaba matemáticas.

—¿...Estás entendiendo? —me habló el profesor.

—Oh sí, equis es igual a 3... —miraba mi celular a cada rato, esperaba que Jisung se contactará conmigo.

—Bien, sigamos —prosiguió el profesor con su explicación.

Unos minutos después, no pude aguantarme más.

—Voy al baño —le dije a mi madre, quién me vigilaba desde la cocina.

Entré corriendo y me encerré. Saqué del bolsillo mi celular, y le marqué a Jisung.

Un timbre.

Dos timbres.

Tres timbres...

Estaba apunto de colgar cuando escuché la voz de Jisung.

—Man, estoy en clases ¿Qué ocurre?

—¿Cómo que qué ocurre?...Han Jisung, prometiste averiguar lo de la chica —abrí el lavamanos para ahogar el ruido de mi voz.

—Sísí, lo sé. Pero acuerdate que no soy un cerebrito como tú, tengo que entender química o mi madre simplemente me va meter en un internado. —bajé el inodoro para que mi madre no sospechara nada.— Además, le pasé la misión a Félix...

—¡A Félix! —grité, olvidando que me encontraba en el baño encerrado, perdiendo el valioso tiempo de estudio...—Ponlo al teléfono.

—No puedo... Es que no vino hoy —escuché a Jisung chasquear su lengua.

—¿¡Y como rayos, Félix va a averiguar lo de la chica si ni siquiera está en el instituto?! —mi madre tocó la puerta del baño.

—Kim Seungmin, sal ahora en este instante.

—Un momento... —le dije a ella, mientras volvía a poner mi celular en la oreja— Llamaré a Félix —le dije a Jisung antes de colgar.

Salí del baño y mi madre no parecía nada contenta. Me miraba con enfado. Aunque era más pequeña que yo, siempre daba miedo cuando se molestaba.

Típico de las madres...

—Entregamelo —me ordenó. La miré confundido, aunque sabía muy bien a lo que se refería.