Capítulo 15

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Ángelo volvió a casa dos años después de marcharse, abrazando a su ex-novio con un cariño que no iba más allá de lo fraternal, más relajado y feliz con su vida, y por supuesto, con dos anillos adornando su mano izquierda.

Gaween y Hades seguían juntos... gracias a Eval, pudieron evitar el terrible futuro que antes les aguardaba.

Aaren era un niño muy feliz junto a sus papás y sus hermanos, rodeado de primos y tíos que lo adoraban por sobre todas las cosas...

El ministerio no logró oponerse y finalmente tuvieron el mando del mundo mágico, pero eso no significó más que prosperidad para sus habitantes y una inmensa paz.

La isla, siempre se mantuvo en secreto para todos, excepto para la familia... a veces un poco de egoísmo no está mal.

Respecto a los detalles...

James estaba listo para afrontar el regreso de Ángelo

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James estaba listo para afrontar el regreso de Ángelo.

Hacía meses, sus padres habían asistido a su boda, aunque él no pudo asistir debido a un compromiso, le felicitó por correo y le aseguró que en cuanto lo viese lo volvería a hacer.

Su corazón aún dolía, pero estaba seguro de que él también hallaría el amor tarde o temprano, así como su primo lo había hecho.

Ese día estaban a punto de recibir al chico, que volvía para quedarse en su país natal junto a su esposo.

La chimenea ardió en llamas verdes y dos personas salieron. El primero era un hombre alto y fuerte, de cabello rojo muy muy oscuro y los ojos azules. Y tras él, apareció Ángelo.

Estaba más hermoso que la última vez. Su cabello largo y lacio estaba suelto sobre sus hombros y tenía una expresión feliz en el rostro mientras deslizaba su brazo en el de su esposo. Obviamente no se veía muy mayor, aún tenía 16 años, pero sin duda si se se veía más alto y más maduro.

Abrazó a su padres y hermanos y después de saludar al resto de la familia, llegó su turno.

-¡James! -exclamó abrazándolo.

Él no pudo evitarlo, se echó a llorar, pero lo estrechó entre sus brazos y sonrió feliz de tenerlo ahí.

-Felicidades por tu boda -dijo cumpliendo la promesa.

Ángelo se rio y me dio un beso en la mejilla.

Les presentó a su marido, Gèrard, y animadamente les explicó sobre sus nuevos experimentos.

Cuando Sirius, el hermano de James, le preguntó sobre si pensaba tener hijos, Ángelo sonrió y dijo que preferiblemente, jamás de los jamases, causando que su esposo riera y que James sonriera levemente.

Cuando llegó la noche, se quedaron solos un momento fuera de la habitación de Ángelo.

-Lo siento, James. Debo decírtelo en persona, porque no fue correcto sólo disculparme por las cartas. En verdad lamento causarte todo este dolor -susurró.

-Está bien, Án. Entiendo tu punto y creo que fue culpa de los dos, no? Estamos en paz.

Ángelo sonrió como lo hacía siempre y le dio un último beso antes de entrar a su habitación y sellar de una vez por todas el pasado. James cerró los ojos sintiéndose mejor de lo que había estado en años. 

Gaween entró a la habitación y cruzó sus brazos en un gesto serio

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Gaween entró a la habitación y cruzó sus brazos en un gesto serio. Sus tres pequeños lo vieron con cara de culpabilidad.

-Lo siento mami -dijo Iller, el más pequeño- No queríamos desordenar tanto.

Las almohadas estaban destrozadas y la habitación llena de plumas.

-Limpien esto, niños. O estarán castigados.

-Si, mamá.

Después de Thánatos, que en se momento tenía 8 años, había nacido su pequeña Helga de actualmente 6, y luego Iller. La niña tenía el cabello negro de su padre con uno que otro mechón rojo, sus ojos siendo verdes, pues ese tono tenían los ojos de sus dos padres. Iller, a diferencia de su hermano mayor, era un pequeño doncel de 4 añitos que tenía el cabello negro rojizo, pues a la luz sus cabellos pasaban de ser oscuros a ser del color del fuego mismo. Era fieramente defendido por su hermano de otros niños que se acercaban al dulce y precioso niño.

-Mamá -llamó Thánatos, que no tenía un buen humor ese día- Ya no quiero que mi hermanito vaya a la escuela.

Gaween se arrodilló frente al niño y sonrió levemente.

-Y por qué no, cariño?

-¡Porque todos los niños tontos se le quieren acercar! ¡Iller es mío! -protestó cruzándose de brazos mientras fruncía el ceño.

-¿Yo que? -preguntó el pequeño acercándose con su peluche de dragón en brazos.

Su tierna carita estaba teñida de curiosidad. Al igual que su mamá, su don era dar vida, pero en menor medida. Sólo podía animar determinados objetos que tenían forma de un ser que ya existía previamente, además de mantenerlos en su forma original pero con vida, no como Gaween, quien podía crear algo nuevo y volverlo real. El peluche se movía en sus brazos, dormitando un poco.

-Tu hermano no quiere que otros niños se acerquen -explicó con cariño su madre, antes de dirigirse al mayor- Tu hermanito está creciendo, ¿Qué pasará cuando quiera tener novio y tú no lo dejes?

-¡Yo seré su novio, pero no quiero que estén cerca! -siguió en su berrinche.

Gaween sonrió nuevamente. El único que tenía permitido acercarse a menos de cinco metros de Iller era Eros (el hijo de un ex amigo de Gaween), pero por ser el novio de Helena. De lo contrario, nadie que no fuese de la familia lo podía tocar.

-¿A qué se deben los gritos?

El pelirrojo volteó y se incorporó para saludar a su esposo con un beso.

-Thánatos no quiere que Iller vaya más a la escuela para que no se le acerquen -explicó divertido.

-¡Iller es mío! -exclamó en niño pelirrojo.

Hades se rio y le revolvió el cabello.

-Eso lo decide tu hermanito, no tu.

Iller sonrió dulcemente, provocando una inmensa ternura en sus padres, su hermano y su hermana (que se había mantenido al margen de la discusión).

-Yo no 'ecesito novio... ya tengo a Than -dijo aún sin poder pronunciar del todo bien la palabra "necesito".

Thánatos abrazó a su hermanito y le dio un beso en su tierna mejilla, mientras sus padres se divertían ante los celos de su hijo mayor. 

Harry Potter y la Isla PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora