2. A ti no te esperaba.

394 23 3
                                    

Me retuerzo en el sofá, el cual ahora puedo llamar cama o habitación, pero que sin duda en él me dejaré la espalda. Miro la hora en el móvil el cual descansa en el suelo porque aquí no tengo ni una mísera mesita de noche. Las seis de la mañana y aún no he conseguido dormir más de dos horas.

De golpe se enciende la luz del comedor y yo maldigo a quien haya sido y el cual se haya propuesto dejarme ciego.

-¡La luz, joder! ¿No os basta dejarme sin habitación que ahora también queréis dejarme ciego?

-Perdón Hugo, no me acordaba que estabas aquí-Dice Eva, supongo que burlándose de mí.

-Pues hija, estoy aquí por tu culpa, es hora de que te vayas acordando de mi presencia.

-Perdón, perdón. He venido a buscar mi ropa que debe estar en una de estas cajas de aquí. Es lo que tiene las mudanzas, que pierdes cosas.

-¿Qué le pasa al mundo con las mudanzas? Mi secretaria ayer no vino porque estaba de mudanza y necesitaba tiempo, tu que ni has conseguido ponerlo todo en la que es mi habitación. Y yo que tardé 30 segundos en hacer mi mudanza, de habitación a comedor.

-Sí, lo mismo es. ¿Verdad?

-¿Vas a tardar mucho? Me gustaría aunque sea poder cerrar los ojos cinco minutos más.

-Si me ayudas quizás tardo menos, solo es una sugerencia.

Me levanto a ayudarla, no quiero seguir esa conversación y mucho menos quiero seguir al lado de su presencia, así que contra antes encuentre su querida ropa antes se retirara de lo que es mi habitación.

-Hugo, por favor, tapate un poco más-Me dice al darse cuenta que solo voy en calzoncillos-Estás en pleno comedor.

-No, perdona, ahora esta es mi habitación así que estaré como yo quiera. Y hija mía, no se me ve nada-Digo empezando a abrir cajas, necesito encontrar su ropa, no aguanto más aquí con ella.

Empezamos a abrir todas las cajas y la ropa está en la última que abrimos, si esque no se puede ser más gafe.

-Toma, tu querida ropa, ahora ves a mi querido cuarto a ponértela y a mi dejadme dormir.- Digo mientras se la doy con desgana.

-Ya me voy, pero ten en cuenta que a las siete y media vuelvo a pasar por aquí que me tengo que ir.

-¿A las siete y media? ¿Dónde tienes que ir tan pronto? bueno me de igual no me importa. Ves a ponerte tu ropita. Y al pasar, por favor, utiliza la linterna.

Y dicho eso se va y yo me alegro. Vuelvo a cerrar mis ojos intentado dormir y intentado combatir con el dolor de espalda, como esté así mucho tiempo necesitaré contratar a un fisio porque me habré lesionado durmiendo, surrealista todo.

Mi despertador suena, son las ocho de la mañana y toca ponerse en pie. Hoy tendré un día más relajado seguro, por fin tendré la secretaria y mi única función será hacer reuniones y hablar con los clientes a parte de otras cosas que surjan de imprevisto, pero esas enciclopedias de papeles que tengo ya no los veré nunca más, ahora serán posesión de mi secretaria.

Voy al baño pensando que estaré tranquilo, pero todo se queda en un sueño porque de golpe se abre la puerta.

-¡Rafa! ¿no te basta con echarme de mi habitación que también quieres echarme del baño mientras meo?

-Perdón, no sabía que estabas aquí. Por ciento, quería hablar contigo.

-¿Y tiene que ser ahora?- refunfuño, ¿no me pueden dejar tranquilo esta parejita?

-Debes tratar mejor a Eva y no como la has tratado esta mañana, tienes que hablarle mejor.

-Mira, no me hables de que la tengo que tratar mejor cuando por vuestra culpa me han echado de mi habitación y encima la he ayudado a buscar su ropa. Dicho esto, ¿puedes salir que tengo que arreglarme?

Una hora más tarde consigo salir de casa, en esa hora me ha caído una bronca de mi hermana por no tratar bien a Rafa y a Eva, cuando desdel principio sabía que eso no iba a ser posible, y segundo me ha reñido por no arreglar el sofá. No se dan cuenta que ahora es mi habitación y que estará como yo quiera. Aunque caminando hasta la oficina unas palabras de Samantha no paran de retumbarme en la mente.

-Hugo, tienes que dejar de ser así con la gente, quiero a mi hermano de antes. El Hugo que lo daba todo por la gente y no rechistaba a la primera de cambio. Quiero a mi hermano cariñoso y que se enamoraba a primera vista, tenía pasión por estar enamorado. Sé que cuando alguien no te entra por los ojos lo tachas ya para ti, pero aprende a dar oportunidades a la gente.

-Ni de coña volveré a ser así, Samantha. Ese Hugo se fue y nunca más volverá, no lo esperes.

Quizás hasta yo eche de menos a ese Hugo de antes, quizás hasta a momentos yo me odio a mi mismo, pero ya no puedo cambiar. Ahora soy así, ya no aguanto nada, ya no me enamoro y no lo volveré hacer. Mi yo que no paraba de querer se ha ido, ahora me limito a querer a aquellos que merecen la pena y me sobran dedos de las manos para contarlos; mi hermana, mis padre, mi amigo Gèrard y Flavio. Nadie más en esta vida se merece mi cariño y mi amor. Solo por ellos sacaré mis garras y solo por ellos lucharé, con los demás no confío y jamás lo haré porque, cuando menos lo esperas se van, sin más.

Se abren las puertas de la oficina y noto el aire acondicionado de esta chocarme en la cara. El calor llega y aquí dentro siempre se nota.
Subo a mi despacho y hoy consigo que nadie me detenga por el camino, no me apetecía tener conversión con nadie. Tan solo me limitaré a hablar con mi secretaria cuando mi jefe me avise de que ha llegado.
Miro mi agenda y apunto en una hoja toda la faena que tiene que hacer la secretaria cuando llegue; hacer el pedido para los materiales de la obra de los Gurbindo la cual la hija es amiga de Samantha, Maialen. Hacer el presupuesto de dos obras que tienen que empezar y finalmente llevar los papeles a contabilidad. Poca faena para ser su primer día, he decidido que seré un jefe comprensivo y no muy exigente.
Llaman a la puerta y por lo que intuyo será mi jefe que me avisa para ir a recibir a la nueva secretaria.

-Hugo, la secretaria a llegado, ves a recibirla.-Me dice, por lo que he intuido bien.

Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, dejando a mi jefe atrás ya que él va más lento. Cuando llego a la planta baja no me puedo creer lo que veo, melena castaña que llega por debajo de los hombros, estatura media y viste con una ropa que me suena familiar. No pude ser otra, la reconozco perfectamente pero me niego a que sea mi secretaria, suficiente daño me ha hecho daño ya, me ha costado mucho olvidarla como para que ahora tenga que trabaje codo con codo con ella. No lo acepto y no lo aceptaré.

Sigo sin creérmelo, ¿Cómo se atreve a venir con todo el daño que me ha hecho?

¿Y si empieza con un juego?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora