17. Enamorado como un idiota.

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Pongo rumbo a Cádiz y mentiría si dijera que no echo de menos a Eva sentada en el asiento del copiloto, el trayecto con ella fue mucho más divertido y ahora estoy solo inmerso en mis pensamientos. Pero creo que a veces es necesario eso, es necesario alejarse antes de arriesgarse y quizás saltar al vacío.

Me alejo pero no porque no esté seguro de lo que siento, tengo claro que si Eva me ha hecho cambiar es por algo, sé que la quiero y joder, ya no puedo negarlo, sin embargo no siempre querer es suficiente. Si no tengo la confianza que necesito, si no tengo valor para empezar una historia, si no tengo la certeza de que pueda con eso ¿de qué me sirve querer?. Puedo quererla, puedo querer un futuro pero nada me garantiza que pueda hacerlo. Necesito confianza y necesito valor y por eso me voy a Cádiz, por eso me voy a ver a Daniel, él me dará ese empujón que necesito para tirarme y encontrarme con una piscina de agua, él me ayudará a no caer a suelo firme. Simplemente, necesito irme para volver más fuerte tal y como se lo he prometido a Eva.
Ella me esperará, ella confía más que yo en que lo nuestro pueda funcionar, ella no le hecha frenos a nada, ella se lanza, ella se arriesga pero en cambio se ha topado con un imbécil como yo, con un imbécil que no sabe arriesgar, un cobarde que solo tiene miedo a que le hagan daño, con un desconfiado que le es imposible creer que ahora sirve para tener pareja.
Lo siento por ella, me odio por hacerla esperar, por dejarla ahora sola sin saber que va a pasar a la vuelta. Me duele que solo le haya podido dejar un tráiler de lo que acabará pasando con nosotros. Se ha quedado solo con un beso y con mis palabras. Puede haber creído en ese beso, puede haber encontrado esperanza en él pero quizás, una parte de ella le sigue diciendo que no lucharé, que me quedaré quieto y que no lucharé por un amor que me puede devolver la felicidad.

Paro el coche cuando llego en frente de casa de María y Daniel. Sonrío al bajar del vehículo y ver el camino a la playa, sigue intacto, no han quitado los pétalos, siguen en el suelo y me transporto a aquel día, ese día que me dejé llevar por mi mundo interior, ese día que le improvisé una canción, ese día que la besé y que gracias a eso ahora vuelvo a estar aquí, intentado ser valiente para crear un futuro con ella.
Suspiro antes de llamar al timbre, entro siendo un Hugo y puedo salir siendo otro. Espero salir sin ser un cobarde, sin tener miedo. Quiero salir de ahí con ganas de luchar, con ganas de volver a sentir amor y ser querido. Quiero dejar de tener miedo pensando en que si algo ocurre, si algo no funciona volverá el Hugo de antes que de ahí tanto me ha costado salir.

Daniel abre la puerta y me mira atónito, como si mi visita le sorprendiera, como si no me esperara o de alguien extraño se tratara. Sonrío al verlo, al darme cuenta que está siendo un gran foco de escapatoria para mi, me está ayudando a salir del pozo done estoy metido. El pozo de los miedos y de las inseguridades, el miedo de negarme al amor que me quiere dar Eva.

-¿Hugo, qué haces aquí? me pregunta como si no me esperara. Claro que me esperaba, él mismo me ha dicho que podía venir aunque a lo mejor no me esperaba tan pronto. 

-Te estás haciendo el sorprendido ante mi visita ¿eh?- afirma con la cabeza sin decir nada, sin pronunciar palabra alguna, su cara sigue intacta que al verme al abrir la puerta, como si acabara de ver un fantasma delante suyo- ¿Podemos hablar?

-Claro hijo, pasa.- Entro en casa y la recuerdo perfectamente los planos que hicimos de ella, no la había visto acaba, el día que vinimos para la sorpresa yo no llegué a entrar, no tuve tiempo. Es grande, es de tres plantas y si no recuerdo mal tenía cinco habitaciones y tres baños, la cocina tiene una isla gigante en medio y el es  comedor enorme. En la planta de arriba tienen un despacho donde trabaja Daniel cuando tiene que dirigir varios proyectos. Siempre he pensado el por qué querían una casa tan grande si no tienen hijos, pero nunca he preguntado, ellos tendrán sus razones y ellos sabrán para que la quieren así.

¿Y si empieza con un juego?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora