¿Y si empieza con un juego?

19. Me enfrento a ti.

-Eva vamos despierta, nos vamos.- Digo acariciando su brazo para que se despierte.

Son las diez de la mañana y ya estoy en Madrid de nuevo, he hecho un viaje exprés a Cádiz, ya que a las cuatro de la mañana he salido de allí, pero ha servido para que Daniel me diera un empujón, el empujón que faltaba para tener confianza en mi y hacerme saber que puedo querer y que lo hago de una manera limpia y pura, para decirme que quiero de verdad.

Eva ha pasado esta noche en casa de Bruno y aquí he venido a buscarla, le dije que no fuera a casa y me hizo caso, aún no sabe el porqué, no quería preocuparla aunque me insistió para que se lo dijera, me negué. No quería que pensara que me iba a rendir, que iba a ser débil y que iba dejarme guiar por las palabras y los deseos de mi padre, ese padre que aún tengo que ir a sacar de delante de mi casa.

-Venga Eva, vámonos, tenemos que huir-Me siento en la cama y le acaricio el pelo suavemente para despertarla. Le cuesta y las sábanas la están resistiendo. La miro y la contemplo como si de una obra de arte se tratara, intento descifrar cada parte de ella, es preciosa es, simplemente, perfecta.

-¿Qué haces aquí tan pronto?- me pregunta con una voz de dormida que me parece adorable. Hoy la veo más bonita que nunca.

-Te he venido a buscar, nos tenemos que ir. He decidido que nos iremos lejos de aquí, haremos ese viaje que nos prometimos aquel día mirando el mar azul. Tenemos que alejarnos de la vendaval que nos espera, podríamos ser valientes y quedarnos, pero esta vez la mejor opciones es salir corriendo para querernos de verdad.

-Hugo ¿Me vas a contar el por qué de todo esto? No entiendo porque esta noche me he tenido que quedar a dormir aquí, no entiendo porque ahora tenemos que huir así de la nada y yo aún sin saber que vas a querer hacer tu con esto. -Termina diciendo mientras nos señala a ella y a mí.

-Porque Eva, si nos quedamos aquí no podré ser feliz y no podré ser valiente. Fui gilipollas, me equivoqué y en vez de enviarle un mensaje a Daniel contándole todo lo que sentía y todos mis miedos se lo envié a mi padre. Ahora Anaju ya sabe que no quiero volver con ella, él mismo se lo habrá dicho. Mi padre no querrá que esté contigo, hará todo lo posible para que se cumpla lo que él quiere, no está acostumbrado a que le lleven la contraria, nunca nadie se la lleva, todo el mundo le besa el suelo por el que él pasa.

-¿Y quieres huir conmigo? Eso me lo tengo que tomar como una buena señal.

-Huyamos bien lejos, Eva. Lejos de quien solo me quiere ver sufrir, lejos de donde no podremos ser felices, de donde solo podemos sufrir. Vámonos dónde sólo nos espere la felicidad, allí donde podamos ser más fuertes juntos , donde podamos crear un futuro juntos, ese futuro que ya me atrevo a tener. Estoy dispuesto a querer. ¿Nos vamos? ¿Estás dispuesta?

-Entonces vámonos, sin pensarlo.

-Vámonos, pero antes tenemos que pasar por casa, tengo que enfrentarme a mi padre.

-Se fuerte con sus palabras, no te dejes pisar por él y si te hace derrumbar ahí estaré yo para darte la mano.

Eva termina de darme esa fuerza que necesito para enfrentarme al que se supone que es mi padre. Sé que si en algún momento me hundo, si decido rendirme, la tendré a ella a mi lado, me dará la mano y me hará más fuerte porque juntos somos imparables, juntos somos la fuerza y la resistencia que necesitamos los dos para volver a ser felices.
Mi padre ahora mismo es como el ojo del huracán que se nos ha acercado una vez más, es irresistible, nunca se va, siempre renace y siempre lo hará hasta que no encuentre algo más fuerte que él, hasta que alguien no lo derrumbe y se vea pequeño por primera vez en su vida. Él es como un incendio que va quemando todo lo que puede hasta que lo apagan, siempre tiene una chispa intacta que renace y crea otro, hasta que llega alguien y lo extingue, así es mi padre. Necesita a alguien que lo extinga, que lo sepan frenar. Necesita darse de bruces contra la realidad.