Capitulo 26

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ALYSSA MILLER

Oigo como la puerta corrediza se abre a mis espaldas.

No me volteo para ver quien es.

La persona se sienta a mi lado, pero no me observa. Su vista, al igual que la mía, está posada en el cielo.

—¿Cómo te encontras?—rompe el silencio el castaño.

Extiendo mi mano y él toca mis piel.

—Estás fría. Ya deberías entrar, hace una hora y media estás acá afuera desabrigada. Te va a hacer mal—informa Kol.

Bajo la mirada.

—¿Cómo está él?

—Preocupado—se voltea a mirarme pero yo no me animo a verle a los ojos.

Había pasado otra vez. Mi poder... se había activado sin yo pensarlo. Eso significaba que me debería ir a Gaia para que me revisen, tal y como acorde con Dorothea y Gastón.

Pero eso... eso no es el problema mayor.

—Todo va a cambiar ahora—murmuro.

—No si no lo permitimos—la seguridad en la voz de Kol no pasa desapercibida.

Lo miro y trato de sonreír.

—No sé puede, Kol. Rompí una regla, tengo que aceptar mi condena.

Aprieta los labios y cierra los ojos. Comienza a negar y me rodea en un abrazo.

—No voy a dejar que nada te pase.

—Tampoco voy a dejar que te pase algo por mí. Así que no pienses en nada raro.

Oigo el suspiro entrecortado que da.

—No me pidas no hacer nada, Alyssa. No puedo perderte—susurra tan bajo que apenas puedo oír sus palabras.

Cierro mis ojos y me acurruco más en sus brazos.

🔥

Salgo de la habitación, llegando a la sala y todos se voltean a verme.

—Creo...—trago saliva— Creo que llegó el momento de hablar, ¿no?

Aurora y Sebastian asienten, pero Nikolas me mira fijamente y aunque intento descifrar su expresión, no logro conseguirlo.

Bajo la mirada con dolor.

Kol apoya una mano en mi espalda brindándome fuerzas. Suspiro y asiento, comenzando a caminar hasta sentarme en una de las sillas libres que quedaron. Todo bajo sus atentas miradas, en especial la de él.

—¿Estás mejor?—pregunta y mi corazón da un vuelco al oírlo hablarme.

—Sí, tranquilo. No voy a explotar devuelta y hacerte daño—sonrío sin humor. Al menos haría todo lo posible para que no suceda de nuevo.

—No lo dije por mí.

Alzo la mirada al verlo acercarse a mí. Se arrodilla a mis pies y me observa. En su mejilla hay una lastimadura de quemadura. Levanto con duda la mano para tocarlo.

—Juro que no fue con intención. Jamás te lastimaría.

—Shh—toma mi mano y la besa—No te culpo por nada. Yo fui quien insistió y no te dejo irte. Yo te provoqué.

Fuego [Gaianos 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora