Capitulo 40

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ALYSSA MILLER

Quiero abrir mis ojos pero siento los párpados pesados. Intento mover alguna parte de mi cuerpo pero es como si este no reaccionara.

¿Qué es lo que está pasando?

Mis párpados comienzan a ceder y cuando los abro tengo que cerrarlos nuevamente porque la luz, aunque no es fuerte, parece cegarme. Como si nunca hubiese visto luz, como si mis ojos estuvieran acostumbrados a la oscuridad pura.

Intento ver a mi alrededor pero mi cuello no se mueve. Así que lo único que puedo notar es el techo súper blanco.

Una cabeza aparece frente a mí y noto su cabello rubia caer a los lados.

—¿Serephina?—pregunto confundida ante la presencia de la superior.

—Despertaste—es lo único que dice.

—No entiendo, ¿qué sucedió?

Ella me mira con intensidad, tan así que pienso que se esfuerza en meterse en mi mente para leer mis pensamientos.

—¿No te acordas del incidente en el edificio del colegio?

Apenas lo dice, imágenes claras empiezan a aparecer, como si fueran recuerdos que acabo de desbloquear.

—Tu cuerpo sufrió grandes quemaduras, y retuviste el fuego dentro de ti. Eso hizo que casi te perdamos.

—¿Casi...? O sea que no estoy muerta, ¿no?

Ella niega con la cabeza.

—Liberamos el fuego y llegamos justo a tiempo para que no siga consumiéndote. Sinceramente estábamos sin esperanzas. Tu organismo estaba lo bastante debilitado para seguir funcionando. Y creíamos que tu corazón se detendría en cualquier instante.

—Pero no sucedió...

Levanta las esquinas de sus labios en una sonrisa que me parece genuina.

—No sucedió.

—¿Por qué no fuiste a apagar el fuego?—pregunto— Vos me sobrepasas en poder. Incluso con un chasquido seguramente hubieses logrado apagar todo desde la distancia.

Suelta una risa leve por lo bajo.

—No tengo permitido meterme.

—¿Qué?

—Hay cosas en la que no debemos intervenir los superiores. Deben ustedes mismo arreglarlo. No preguntes para saber más acerca del tema porque no terminarías entendiéndolo. Solo tienes eso.

Me muerdo la lengua para no preguntar más a fondo.

—¿Y por qué vos decidiste arriesgar tu vida de esa forma?—me pregunta y oigo perfectamente la curiosidad en su voz.

—Había un niño, Lander—digo recordando al pequeño—. Alguien debía de ayudarlo.

—Pero, ¿por qué vos?—insiste.

—Porque nadie quería tomar el riesgo de entrar, era bastante peligroso.

—¿Y por qué vos tomaste ese riesgo cuando pudiste haber muerto?

La miro por varios segundos.

¿Por qué me pregunta tanto?

—Mi vida estaba de todas formas terminada por el juicio. Si no moría ahí dentro del edificio, moría por la eliminación de mi elemento.

Asiente lentamente.

—Y ahora, ¿te arrepientes de haberlo hecho?

—No—digo sin dudarlo—. Si tendría que hacerlo una vez más, lo haría. Ese niño no tuvo la culpa de haberse descontrolado, no podía morir.

Fuego [Gaianos 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora