Capitulo 5

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ALYSSA MILLER

Somos levantado por Dorothea. Después de que haya tocado a nuestra puerta y nos haya volado las sabanas con un chasquido.

Ajusto los cordones de mis nuevas zapatillas y me levanto para ir al pasillo, encontrándome con los chicos. Apenas me ve, la mirada de Sebastian me recorre de arriba a bajo.

—Wow—dice y pongo los ojos en blanco—. Te queda hermoso el estilo de los humanos.

—Todo me queda hermoso—tiro un mechón pelirrojo atrás de mi hombro de forma arrogante.

El rubio frente a mi alza su mano para chocar los cinco, cosa que no dudo en hacer.

—¿Listos?

Volteo para encontrarme a Doro de frente a mí. Me queda mirando por un largo minuto pero no dice nada de la conversación de ayer, yo tampoco me preocupo en sacarla.

Salimos a la calle y nos topamos con un montón de autos ir de un lado al otro. Millones de personas caminan a los costados de los caminos por dónde van aquellos vehículos. Los chicos se quedan un poco sorprendidos por las vistas, yo ya las vi el día de ayer desde el balcón y después de que haya salido.

La llamada de atención de nuestra tutora hace volver a todos a la realidad y vemos como se aleja, caminado, por nuestra derecha. Trotamos un poco hasta igualar su paso y poder quedar a su lado.

—Vamos a ir a un lago. Empezaremos por ahí—nos informa—. No queda muy lejos.

—Pregunta—escucho la voz de Kol después de unos minutos en pleno silencio, sacando los ruidos de los vehículos y el murmullo de las personas—, ¿de dónde sacaron nuestra vestimenta y alojamiento?

Esa misma pregunta me había cuestionado varías veces.

—Las personas parecidas a Gastón—habla haciendo referencia a los "gatianos"— trabajan acá y son quienes nos consiguen todo.

Eso explicaba mejor todo.

Seguimos caminando hasta que nos encontramos con un gran lago. Se puede ver el agua sucia en ella y resto de basuras.

El horror me llena por completo. Ver toda esta escena me pone de mal humor.

—Sucios y asquerosos simples—susurro con la mandíbula tensa.

Nos acercamos más al agua y veo que a lo lejos hay personas sentadas sobre el pasto, hablando y cantando. En vez de hacer algo con la suciedad, no, están disfrutando. Egoístas.

—¿Puedo prenderlos fuego?—pregunto.

La mirada de todos se pasa al grupo al que estoy mirando.

—Nada de muertes, Alyssa—me reprocha Dorothea.

—Ok, solo los quemo un poco.

—No.

Despego mi mirada de aquellos para encararla. Me mira con el mentón levantando, mostrando autoridad en cierto modo. Aprieto mis dientes para no descargar mi ira con ella y asiento de mala manera. Doy una mirada a los adolescentes inútiles.

—Saquemos la suciedad lo más posible que podamos. Levantemos el plástico y demás para ponerlo en bolsas—ordena la mayor—. Sebastian necesito saber si podes de alguna manera limpiar un poco el agua pero sin llamar la atención.

—Pruebo—se encoge de hombros.

Dorothea nos da guantes y nos lo ponemos para, todos juntos, sacar la suciedad.

Las voces y los gritos son algo que no puedo evitar y siento el odio correr por mis venas.

Levanto mi vista una vez más y puedo notarlos como se ríen. Sin importar lo que me había dicho nuestro tutora, me saco uno de mis guantes. Sin despegar mi mirada de aquellos imbeciles, estiro mi mano y me concentro en ellos. Una mano engancha la mía estirada y le da un suave apretón, haciendo que mi atención se pose en la persona que acaba de interrumpir mis deseos.

—Nada de muertes, nada de heridos—me recuerda Kol.

—Míralos—apunto con mi cabeza en dirección a ellos—, lo despreocupados que están, cuando en frente de sus narices se encuentra un lago lleno de desechos.

Puedo notar como varios en ese grupo nos miran y hablan entre ellos. Esa acción hace que mi mal humor crezca. Kol se da cuenta y se pone frente a mí para que deje de mirarlos. Por ese gesto logro tranquilizarme, mínimamente, pero lo hago. Sé que él está seguro que si no lo hubiese hecho yo iba a explotar, por mucho que quisiera controlarme.

—Yo también quiero mover las plantas qué hay a sus costados para ahorcarlos, pero eso haría que mostremos nuestros poderes, Aly.

Tiene razón. No puedo mostrarme.

Cierro los ojos y respiro un par de veces para poder controlarme y tranquilizarme. Los abro y dirijo mi mirada hacia la de él.

—Gracias.

Me da una sonrisa de lado y me señala con la mirada el lago. Captando lo que quiere decir, me pongo el guante de vuelta en mi mano y sigo limpiando.

—Chicos—escucho como nos llama Dorothea después de ya pasada ¿una hora? ¿media? —, tenemos que irnos ya—casi que grita la última palabra.

—Pero, ¿y esto?—escucho la confusión en el tono de voz de Aurora.

—Volveremos otro día. Gastón me informo que hay un incendio en un bosque.

Un capítulo suuuper cortito pero prometo que lo recomenzaré con los próximos :)

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Un capítulo suuuper cortito pero prometo que lo recomenzaré con los próximos :)

Fuego [Gaianos 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora