3- Ellαs єstán tσdαs muєrtαs

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Tenía mis ojos cerrados, no quería abrirlos porque ya no quería despertarme. No quería afrontar lo que me tocaba en ese momento. Parpadeé con cuidado, estaba sola. Caminé al baño y ahí estaba otra vez, esa chica detrás del vidrio, frente a mí. No la reconocía, no sabía quién era, pero tampoco quería; ya me daba igual.

Después de bañarme, salí de la habitación y miré la ropa interior que estaba en el mueble de mi lado de la cama, ni en sueños iba a salir así. Me senté dónde Justin me había dejado tirada después de golpearme antes y me quedé esperando a que él llegara. Pasaron lo que creí que fueron horas y horas, debía ser después del medio día, de eso estoy segura. Justin abrió de pronto la puerta, recorrió la habitación buscándome y sus ojos cayeron sobre mí.

__ ¿Qué carajos estás haciendo ahí?_ Preguntó entrando a la habitación, sin gritar, pero de forma brusca y con esa característica frivolidad que llevaba. Me estremecí cuando lo ví dar unos pasos hacia mí, sintiendo como mi estómago se retorcía del miedo de lo que podría pasar.

__ Aquí es donde me dejaste cuando me pegaste antes. No voy a salir con eso puesto, así que seguro vas a volver a golpearme y dejarme aquí. ¿No es así?_ Interrogué, con la pequeña esperanza de que me diga que podía bajar a comer algo vestida como una persona normal.

__ Si._ Afirmó tensando su mandíbula sin quitar sus ojos de mí. Su mirada transmitía enojo, pero lo que más cautivaba mi atención, era esa frivolidad con la que parecía hacer todo. __ ¿Qué te dije ayer cuatro?_ Fruncí el ceño, ¿Cuatro? ¿Por qué me dijo así?

__ ¿Cuatro?_ Repetí interrogativa. Ya no sentía hambre, ese molesto ruido que sientes cuando tus tripas suenan, solo se va de un momento a otro y el dolor desaparece con él. Solo aguantabas unos minutos y pasaba.

__ ¿No te dije ayer que debías bajar a desayunar con eso puesto? No solo no bajaste a desayunar, tampoco saliste en todo el día y no te pusiste tu ropa. ¿Estás buscando que me enoje? ¿Quieres que te pegue?_ Se acercó peligrosamente a mí, como un depredador natural. A pesar del miedo que generó en mí, no pude dejar de pensar en lo que dijo antes.

__ Cuatro, me dijiste cuatro.
¿Por qué?_ Interrogué, fruncí el ceño y lo ví suspirar. Relajándose, se sentó en la cama masajeándose las sienes con sus dedos. Parecía que intentaba calmarse a sí mismo y le agradecía por eso, ya que, no quería que me golpeara otra vez.

__ Porque eres la prueba cuatro._ Contestó luego de restregarse los ojos como si estuviese cansado. ¿Prueba cuatro? ¿A qué se refería con prueba? Realmente estaba muy confundida. Suspiró y continúo.

>> Ya te dije que buscamos mujeres para que sean nuestras acompañantes y si hacen las cosas bien, se convierten en nuestras esposas. Todas las chicas que pasan por este tiempo, en el que aprenden todo lo que deben hacer y lo que no, se les llama 'pruebas'. Porque estás probándola. Y como no son nadie para tí cuando están en esa instancia, se las llama por un número, que indica cuál prueba eres._ Explico de forma rápida y preste mi atención a sus palabras, de todas formas, no pude evitar pensar en lo estresado que se veía; frustrado.

__ ¿Es decir que soy la cuarta?_ Pregunté aterrada, '¿Ya cuatro chicas pasaron por aquí?'~ pensé. Me senté en forma de indio ahora dedicándole toda mi atención y acumulando preguntas para decir.

__ Exacto. Eres la cuarta, pasaron tres antes de tí pero ninguna cumplía con lo que debía; por eso ya no están._ Contestó apoyando los codos en sus rodillas y cruzando sus dedos con las manos unidas. Lo decía con total naturalidad, con la tranquilidad de que eso era lo que debía pasar en la vida de una persona común y corriente para tener una familia. Tan convencido que me dió escalofríos.

Atrapada. JBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora