22- Ancho de espadas.

59 7 8
                                    

__ ¡Audrey despierta!_ La voz de Justin era lejana. Sentí como me agitaba por los hombros y despegaba mi cabello de mi cuerpo. >> Vamos nena, abre los ojos._ Rozo las yemas de sus dedos en mis mejillas para luego agitar mi rostro.

Sus manos, siempre heladas, ese día logré sentirlas cálidas. Mis párpados eran pesados cuando intenté levantarlos, sensibles a la luz y tersos. No pude gritarle, estaba demasiado consternada por lo que sucedía. La conmoción era tal, que no tenía la fuerza suficiente para alejar sus brazos de mí y fue uno de los sentimientos más dolorosos que algún vez pude sentir. Sentí las lágrimas ardiendo en mis frías mejillas, con la visión nublada conecte su mirada con la mía, sintiéndome traicionada y desganada. No podía creer que el mismo hombre que me había besado, haciéndome sonreír con cariño, era el mismo que no había dudado en ahogarme sin piedad. Era inverosímil para mí, que me doliera más su accionar que el mío mismo. Porque ahí estaba, con sentimientos a flor de piel por alguien que me había sometido a las situaciones más denigrantes que jamás haya vivido, que me tenía secuestrada y jamás me querría como deseaba.

__ ¿Por qué?_ Susurré, con mi voz temblorosa y mis lágrimas brotando descontroladas de mis mejillas. Noté como sus ojos se cubrían de culpa, el único sentimiento que había logrado descifrar en su mirada desde que lo conocí.

__ Obedece Audrey._ Habló fuerte y claro, con severidad. Acercó su boca a mi oído, rozando sus labios en mi piel helada, cuando me tomó en brazos.
>> Te lo imploro._ Susurró sólo para mí.

Caminó conmigo en brazos hasta el cuarto, me quito aquella remera y me colocó una seca. Me metí en la cama cuando abrió el edredón, intentando ignorar el dolor y me acurruqué esperando que el frío cesara. Justin estaba allí, inclinado a mi lado, mirándome mientras acariciaba mi mejilla. No quería poner en palabras lo que sentía por él aún, demasiado angustiante era aceptar lo que me pasaba dentro mío y por ello, era incapaz de pensarlo si quiera. De todas formas, por mis sentimientos hacia Justin era que iba a callar, demostrando cuan furiosa estaba porque me someta a terribles situaciones como lo hacía. Iba a aparentar todo lo contrario a lo que sentía, pues así, se alejaría de mí y no me dañaría. Incluso, si tenía suerte, se cansaba de mí y me mataba. 

__ Mañana debes bajar a desayunar como te he indicado._ Murmuró sigiloso. >> Te ruego que lo hagas Bambi, porque..._ Interrumpí su estúpido intento de controlarme con dureza.

__ Te odio._ Sus rasgos se endurecieron inmediatamente, sus ojos se volvieron tan frívolos como la primera vez y podía jugar que su respiración se detuvo durante unos segundos.

__ Órdenes son órdenes. Cumplelas._ Sentenció brusco y se levantó para salir del cuarto. Suspiré. Sabía que era cuestión de segundos, antes de que todo lo que había pasado, cayera sobre mí como un balde de agua fría, valga la redundancia.
Entonces lloré, para nada sorprendiéndome de mis lágrimas y aceptando el hecho de que, de alguna forma, debía aceptar el nuevo sentido de los latidos de mi corazón.

El tiempo no era relevante cuando llevabas la vida que tenía, cuando los días pasaban sin saber cuál vivías o nunca mirabas la hora en el reloj. No llegaría tarde a ningún lado, no tenía obligaciones por las cuales preocuparme ni propósito. El tiempo era absurdo para mí, por lo que no me había puesto a pensar, que llevaba casi un año atrapada en aquel lugar. Me tomó meses caer en el mismo pozo que Pattie, Chelsea o Bryony. Me sentía una completa idiota, cayendo en las garras de esos dulces labios, de esos preciosos ojos mieles. De Justin. 
Me decepcioné de mí misma, porque sabía que debía ser más fuerte, que debía seguir intentando; pero no podía. Podía luchar contra Jeremy, yo no tenía nada en la vida con lo que pudiese herirme y él nada que ofrecerme. Podía con el peso de matar a una persona, la vida tenía tan poco sentido para mí que no me dolía herir a quienes estuviesen involucrados con los Bieber, ya que no eran personas inocentes. Podía con mi padre, con mi madre y hasta con esa estúpida parte de mí que quería dejar de poder. Pero no pude con Justin.

Atrapada. JBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora