Capítulo 11.

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Luego de que los bomberos, los paramédicos y otros agentes llegaran, vine a casa. Me da paz ver a mi madre tan tranquila sin tener idea de todas las cosas que están pasando, así que mejor no le diré nada de momento. Le doy un beso en la cabeza y la dejo ver su telenovela tranquila.

Voy a mi cuarto de armaduras para dejar la placa y todas las armas que llevo encima. Esta casa tenía tantas zonas espaciosas que no pude evitar volverla un todo por uno para mí. Cuando me quito el reloj, siento una presencia detrás de mí. Entro en suspenso y solo siento mi respiración.

Hay alguien detrás, estoy seguro.

Lentamente cojo una navaja cerca de mis manos y la lanzo con rapidez hacia su dirección. Efectivamente sí hay alguien. Se mueve ágilmente y detiene la navaja en sus manos sin que le corte ni un pelo. El cuarto está un poco oscuro así que no puedo verlo bien. Da pasos al frente lentamente, hasta que la luz lo ilumina y me doy cuenta de que es él: Jacob Connor. Mi adorable hermano mayor.

Lleva la misma ropa, el arete de cruz invertida en la misma oreja de siempre y el parecido entre nosotros es reconocible. ¿Cómo diablos ha entrado aquí?

— ¿Así le das la bienvenida a tu hermano? — dice el muy cínico. No controlo la furia que tengo en este momento, tomo otro cuchillo y se lo lanzo. Lo esquiva nuevamente y corro sobre él. Comenzamos a golpearnos sin parar, nos estrellamos contra las mesas, escritorios y cristales, pero ninguno cae. Podría decir que tenemos el mismo nivel de combate aprendido, así que es difícil que uno de los dos se rinda primero.

Golpe tras golpe, lo tengo debajo de mí, listo para clavarle el cuchillo en el cuello. Tengo muchas ganas de matarlo y nada me detendrá.

— ¿Jack? ¡Oh, por Dios! ¿Qué hacen? ¿Qué haces? — grita mi madre en el umbral de la puerta. Está muy nerviosa y se cubre constantemente la boca con sus manos. No se atreve a entrar, aún le tiene miedo.

— ¡No intentes detenerme! ¡Sabes muy bien cuánto he esperado para hacer esto! — sé que tengo muchos golpes por la gran cantidad de sangre que está saliendo de mi cara, pero no siento dolor. La adrenalina y la rabia son más fuertes que eso.

— ¡Las cosas no tienen que arreglarse de esta manera! ¡Baja el cuchillo Jack, por favor! —sigue diciendo con voz temblorosa. No puedo creer que sea capaz de defenderlo después de todo lo que le hizo.

—No existe otra manera. — acerco el cuchillo a su cuello. Jacob me mira sin expresión, es como si no le importara morir ahora mismo.

— ¡Jack, no! ¡Detente, por favor! ¡Por favor! — verla llorando y tan asustada, me remueve el corazón. No la había visto así desde aquella noche en Filadelfia.

Me cuesta, pero lo hago. Me detengo, me levanto y me aparto.

Lo levanto bruscamente y lo ato de una silla.

—Hoy es tu noche de suerte, maldito imbécil. — lo insulto. Sigue con expresión de que nada le importa. Me acerco a mi madre y se esconde detrás de mí. Me da mucha rabia ver el miedo que le tiene. Empiezo a sentir mareos por los golpes y me siento en otro sillón que hay cerca.

Karol llama a Frederick, el cual, llega de inmediato y aunque no entiende la situación, busca el botiquín que tenemos en casa para curarme.

Jacob escupe sangre al suelo. Está peor que yo.

—Jamás imaginé que los volvería a encontrar otra vez. — oír su voz me hierve la sangre.

— ¿Por qué estás aquí? ¿Qué buscas? — le pregunto. Estoy intentando controlarme. Frederick llega con el botequín y empieza a limpiarme las heridas.

Dangerous People ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora