Epílogo.

134 11 13
                                    

¿Qué es eso que escucho? ¿Por qué hay tanto ruido? La cabeza me da vueltas y me cuesta abrir los ojos. Me muevo un poco hasta estar boca arriba. ¿Por qué me duele tanto la cabeza? Intento levantarme, pero casi no siento mi cuerpo. Tengo algo frío en mi mano.

¿Qué es?

Cuando veo, es una pistola. ¿Qué hace una pistola en mi mano? Está apuntando a una dirección, así que la sigo. ¡Oh, por Dios! ¡Hay un hombre muerto frente a mí! ¡Con un disparo en la frente! ¡No he sido yo! ¿He sido yo? Me estoy volviendo loca. ¿Por qué no entiendo nada? ¿Qué hago aquí?

Hay otra mujer tirada a mi lado pero no la reconozco. ¿Qué sucedió aquí? Se acercan muchas personas pero solo puedo verlos en siluetas borrosas. Mis ojos están ardiendo y aun tengo el arma en mi mano.

—Señorita, ¿se encuentra bien? — me pregunta uno de ellos. Por su voz sé que es mujer. Alumbra mis ojos con una pequeña linterna que molesta muchísimo. Sigo sin poder ver con claridad. Quiero hablar pero tampoco puedo, no me sale la voz.

—Tiene el arma en sus manos.

—Es la primera sospechosa. Ponle las esposas.

—Primero deberíamos darle atención médica. Está en shock y tiene dos lesiones en la cabeza.

—Primero ponle las esposas y luego se la llevan al hospital. Si de verdad asesinó a estas personas, debemos andar con cuidado. — puedo escucharlos decir. Me toman de los brazos y me colocan algo de material frío en las muñecas. Son esposas.

¿Qué? ¿Qué he hecho? ¡No he hecho nada! ¿Qué está pasando?

—¿Puede caminar? Tenemos que llevarla al hospital. — dice la misma voz femenina. Estoy perdida. No puedo hablar. No puedo reaccionar de ninguna otra manera, más que dejar que hagan lo que quieran conmigo. La cabeza sigue dándome vueltas pero al menos mi vista está aclarando un poco más.

Cruzamos una puerta y hay muchas luces azules y rojas. Son patrullas policiales. Creo que está amaneciendo y por eso el cielo se ve entre los dos. Hay muchos más policías y paramédicos revisando y fotografiando todo el lugar.

¿Pero qué demonios ha pasado aquí? ¿Cómo llegué a este lugar? ¿Cómo he terminado así?

Me van sacando lentamente, sosteniéndome de ambos brazos hasta la salida. Un grupo de periodistas quieren acercarse a mí pero los guardias lo impiden y sigo sin entender nada. ¿Por qué no reconozco a nadie aquí? Miro a mi alrededor buscando una respuesta y mis ojos se encuentran con unos intensos ojos azules mirándome de una manera muy extraña. No lleva el uniforme de policía como los demás. Parece más un detective por la gabardina negra que lleva sobre su sofisticado traje.

¿Quién es? ¿Y por qué me ve de esa manera?

Las piernas me tiemblan, no puedo seguir caminando. La cabeza no deja de darme golpes internos del dolor. Hasta que repentinamente vuelvo a sentir ese rayo en mi cerebro y vuelvo a ver solamente oscuridad.

...

Estoy cómoda, puedo sentirlo. El dolor ha reducido pero sigo sintiéndome igual. Esta vez, es más fácil abrir los ojos. Todo está claro, es de día. Por suerte, las luces de la habitación en la que estoy están atenuadas. Tardo en darme cuenta de que estoy en el hospital. Con muchos catéteres en mis venas, un collarín y una venda envuelta en mi cabeza.

¿Qué?

—Hola. Soy el oficial Cowen. — se presenta un señor que hasta ahora no sabía que estaba aquí conmigo. Muestra su carnet de identificación. — ¿Se siente mejor? — no puedo responderle. Aunque quisiera, no puedo. Simplemente no me sale la voz. Tengo una especie de nudo en la garganta.

Mira a otra persona (una enfermera) de la que tampoco me había dado cuenta.

—¿Recuerdas algo de lo que pasó? — pregunta. ¿De qué está hablando? ¿Qué ha pasado?

Empiezo a toser como loca hasta que siento muchas náuseas. Busco algo en donde vomitar y la enfermera me coloca un bote de basura cerca. Esto es horrible. Solo veo sangre en mis vómitos. ¿Qué demonios me está pasando? ¿Qué me sucedió? ¿Por qué he terminado así?

—Quizás no es momento de interrogarla todavía.

—Al menos dime algo. ¿Cómo te llamas? — insiste el oficial. Debería responder y quiero hacerlo porque una parte consciente dentro de mí sabe la respuesta pero cuando quiero pronunciarlo, simplemente no puedo porque no lo recuerdo.

No recuerdo mi maldito nombre.

—Yo...— finalmente me sale la voz pero no sé cómo continuar. Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos.

—Ya sé que puedes hablar, ahora solo necesito que me digas tu nombre por favor. — sigue insistiendo.

—No lo... recuerdo. No lo sé. No recuerdo... mi propio nombre. — finalmente contesto, con la mente hecha una mierda. Solo siento un enorme vacío, un gigantesco espacio en blanco que me cuesta llenar. No sé porqué estoy aquí, no sé qué hice, no sé quién me hizo esto, no sé nada.

Ni siquiera recuerdo quién soy. 








Dangerous People ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora