15. Bella flor de raíz podrida

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CAPÍTULO 15

EIDER.

Sus labios estaban fríos al igual que su mano áspera en mi mandíbula.

Mis ojos estaban abiertos como dos canicas gigantes observando expectantes los suyos.

Sus ojos grises me miraban con un aire divertido.

¿Esto le parecía divertido?

Aquel castaño mantenía sus labios en la comisura de los míos.

Me sentí como un cubo de hielo sin poder reaccionar con el corazón latiendo por el susto. No pude sacarle los ojos de los suyos.

De su cuerpo el olor a jabón se desprendía, y en su cabello las pequeñas y suaves gotas de agua se deslizaban desde este y caían sobre su rostro pálido.

-Hueles a miedo. -Susurro aún con sus labios en aquella zona.

¿Por qué no podía moverme? Me sentía gélida, estática, sin poder mover ni un solo dedo, me sentía como... Como esas veces que te atrapaban haciendo algo que no debías.

Las manos me picaron y sin más, lo aparté de un empujón. Su pecho húmedo y frío hizo que sacara mis manos rápidamente de allí.

Este me sonrió ladino y dio unos pequeños pasos hacia atrás.

Me abracé a mi misma por la fría brisa que nos envolvía.

¿Acaso aquél tipo no tenía frío? Estaba semidesnudo y húmedo. Parecía como si hubiera salido de bañarse.

Mis ojos bajaron de su rostro hasta su torso desnudo, este brillaba por la obvia humedad y las gotas que caían, perdiéndose más abajo de sus vaqueros negros.

Mis mejillas ardieron al subir los ojos hasta su rostro y toparme con una sonrisa suya.

-¿A qué se debe tu visita, mentirosa?

Nuevamente, la voz de Daiana retumbó en mi mente.

"Están enfermos." Mis ojos recorrieron al castaño frente a mí.

¿Enfermo? Ni siquiera se le ve de aquella forma.

¿Y yo soy la mentirosa?

-Vine a entregarte esto.-Apreté las hojas en una de mis manos y las lleve hasta su dirección.

Pude notar que Azael frunció un poco su ceño pero luego lo relajó al tomar las hojas y leer estas.

-El trabajo.-Dijo, volviendo sus ojos a mí.- Qué considerada. Muchas gracias. -Su voz burlesca se hizo presente.

-No me agradezcas. -Dije, recordando a Daiana insistiéndome para traerles el trabajo. Pero mi voz había sonado un poco extraña, más bien, seca. Rápidamente corregí aquello con un tono más amable.-Digo... Daiana, la profesora me pidió el favor de traerte esto a ti y a tus hermanos.

El plan seguía en pie, y debía actuar amistosa, hacerle creer que quería ser su amiga.

-Hmm, algo me dice que querías verme de todas formas.

Fruncí el ceño.

¿Pero qué estaba diciendo? Acababa de decir que solo estaba poniendo una excusa para verlo.

Lleve mis manos a mi espalda y allí, apreté uno de mis dedos con fuerza.

Imbécil.

Su ego estaba en la cima del cielo.

Sé amable, Eider.

-No... yo solo pasaba a dejarte esto y a irme para mi casa. Cuídate, -Se apoyo en el umbral de una de sus puertas, observándome en todo momento.-Adiós.

Sombrío© ✔ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora