24. Paraíso abandonado

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CAPÍTULO 24

EIDER.

Todos quedaron en un silencio expectante, y seguramente, babeante.

Los Agramon estaban de pie como si fueran los mismos dioses del mundo, pisando este con sed de causar mucho caos dentro de un ser humano, porque eso eran los Agramon, o eso era lo que ellos causaban en una persona: caos, interés, una explosión de sensaciones extrañas que te llevaban a querer saber porqué un aura tan densa y oscura los rodeaba.

A pesar de estar vestidos como en un verdadera concierto de rock, opacaban los smokings arreglados, los vestidos de diseñadores, las frases millonarias, todo, absolutamente todo.

Era como si personas de el estilo tipo punk estuvieran en una jugueteria de niñas.

Aún así, se veían como los reyes del lugar.

Podía captar que, a pesar de la oscuridad, las personas tenían los ojos puestos en ellos.

-... Nadie sabe sobre el paradero de William Hokins, un pobre anciano que no tenía nada pero a la vez todo. Muy querido y respetado. Un hombre sabio. -La voz resonante y suave de Aidana nos rodeaba, dejando eco entre nosotros.

La piel se me erizaba.

Era como si el fantasma de aquel señor estuviera mirándome, susurrando muy cerca de mi oído: "Ellos también me sienten porque tú fuiste cómplice."

No evité observar a los Agramon en una esquina alejada de todo. Los tres hermanos miraban hacia la tarima, serios, como si no tuvieran nada que ver con esa desaparición. Paymon tomaba un líquido negro desde una copa, mientras observaba su teléfono, como si eso fuera más interesante que todo lo que lo rodeaba.

Sentía los dedos de Brenda pellizcar mi mano, nerviosa. Ella los estaba observando igual de curiosa que yo, aunque algo me decía que ella no estaba observando directo a esos hermanos, sino a Paymon, y tal vez, era muy seguro; Paymon era su tipo. Tenía todo lo que a ella le gustaba: un aire fresco y rockero, pero a la vez elegante y serio. Tenía un estilo llamativo y oscuro. Su rostro era muy detallado y atractivo.

-Eider, se me acelera el corazón. Con smoking se ve menos Imbécil. -Admitió en susurros.

La observé de reojo.

-¿Te gusta?

-No, para nada... -Tomó un poco de aire por la nariz. -Sólo que es demasiado atractivo, y yo... -Relamió su labio inferior- bueno, siento que no voy a poder actuar.

La oi decir palabras sueltas y temblorosas, como si estuviera en una crisis por dentro.

-Tranquila, no debes hacerlo...

-Pero si quiero. -Ambas nos miramos y luego volvimos fugazmente la mirada hacia aquel muchacho de cabello azabache.

-Entonces hazlo. -Le dije, antes de volver la mirada hacia los hermanos.

Nuevamente me sentí atraída, era como si estuviera bajo algún tipo de brujería. No podía quitarles los ojos una vez que estos se encontraban en ellos.

Se veían misteriosos, oscuros, enigmáticos y todo lo bonito que termine en "os".

No sé porqué mis ojos lo buscaron, pero logré encontrarlo. No pude evitar llevar mis ojos a sus pies con aquellas botas, subiendo lentamente la mirada para recorrerlo de pies a cabeza sin perder ningún detalle.

Sombrío© ✔ (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora