Capítulo II.

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Notas:

¡Gracias a las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

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Maldijo una y mil veces su suerte.

Ron había despertado en una habitación que no reconoció para nada. «Otra vez no» había sido su primer pensamiento cuando despertó, al menos estaba agradecido que estuviera sobre un colchón y no tirado el piso frío de aquel calabozo esta vez.

Se trató de incorporar lo más rápido que su cuerpo le permitió, pero lo detuvo un fuerte mareo que hizo que su corazón latiera acelerado y su cabeza doliera ante tal hecho. Resopló lo más bajo que pudo y desde su posición decidió contemplar la habitación en donde estaba. No pudo ver mucho, estaba oscuro y no había nada que iluminara la habitación más que una vela que se encontraba encendida en un mueble al lado de la cama.

Fue capaz de ver que la habitación no era demasiado grande, la cama en la se encontraba sentado estaba en medio de la misma, había un ropero en una esquina y el pequeño mueble al lado de la cama. Si no fuera por eso, la habitación estuviera vacía y sintió que si hablaba iba a escuchar eco en ella. Aún sintiéndose mareado, tomó la vela entre sus manos y puso de pie.

Había dos puertas en la habitación: una que estaba delante de la cama y una del lado derecho de la habitación. Decidió acercarse primero a la puerta de la derecha, giró la perilla con lentitud y abrió la puerta con temor, deseando no encontrar a nadie detrás de ella. Se relajó cuando nadie se abalanzó sobre él. Al parecer estaba vacía y cuando levantó la vela para ver que había dentro, se extrañó bastante. Era un baño, con una simple tina, un pequeño lavamanos y un retrete. Una voz interna le dijo que eso no pintaba nada bien y prefirió hacerle caso y cerrar la puerta.

Queriendo salir de ahí, fue a tomar la perilla de la puerta que se encontraba delante de la cama, esa debía ser la salida si la otra era un baño, pero cuando quiso girarla esta no se movió nada más que indicarle que estaba cerrada. Giró la perilla un montón de veces hasta que se dio cuenta que no lograría nada. Estaba encerrado y no había modo de abrir la puerta por dentro. La desesperación se apoderó de él como cuando se vio atrapado en el calabozo.

Otra vez no, volvió a pensar con completa frustración y la cabeza le dolió aún más de ser posible. ¿Ahora dónde estoy?, se preguntó una y otra vez hasta lograr que el estómago le doliera por tantas emociones negativas que había sentido.

En ese momento de desesperó, logró ver que, del lado izquierdo de la habitación, había una ventana y una felicidad que no sentía desde hace tiempo lo inundó de pronto. Sin embargo, esa felicidad no le duro demasiado, al momento de iluminar con la vela hacia la ventana se dio cuenta que estaba hechizada. Era imposible, pero creyó sentir el hechizo y no supo si era porque sus emociones estaban a flor de piel.

Gritó por ayuda, gritó sin pensarlo y al darse cuenta que nada había pasado, paró. Nadie había contestado a sus llamados de auxilio.

Necesitaba calmarse.

Necesitaba controlar sus emociones y recordar que había pasado.

Bellatrix le había hablado, y él la había seguido. Siguió a la loca de Bellatrix para ser llevado con los Malfoy, e igual que unos momentos antes, su cerebro le gritó que hiciera algo y que escapara en la primera oportunidad que tuviera. Trató hasta de hacer un plan lo más rápido posible viendo todas sus posibilidades a favor, de ver si había una manera de desarmarla o golpearla hasta dejarla desmayada o muerta y, de ser posible, el cómo podía salir de ahí. Sin dudarlo, sabía qué el lugar iba a estar rodeado de mortífagos que en cuanto vieran lo que había hecho, le iban a lanzar maldiciones y ni iba a contemplar por donde le llegaban.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora