Capítulo V.

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Notas:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

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Las cosas, entre él y Draco, habían mejorado de una manera significativa desde aquella conversación que tuvieron en el comedor de la mansión. No había contado con ello, si bien ya había pensado en simpatizar con los dos hombres, para poder hacer una estrategia de escape, no había decidido que relacionarse fuera de manera sincera.

Ron supo que fue como si toda la incomodidad y la inseguridad que sentían en el ambiente, cuando estaban cerca, se hubiera esfumado así de simple. Habían recuperado su rivalidad en los tiempos de Hogwarts y, de algún modo, esta se sentía sana. Ya no solo hablaban para insultarse, tenían conversaciones civilizadas de vez en cuando, ciegamente se tenían confianza uno con el otro, aunque no lo quisieran admitir.

En las últimas semanas, cuando estaba con Draco, era olvidar que todo estaba mal afuera y le hacía abandonar todos aquellos pensamientos pesimistas, por lo que todas sus ganas de irse de ese lugar en la primera oportunidad que tuviera, se esfumaban momentáneamente. Sentía que con él no había pasado nada y que su situación no era la actual. Sabía que no era una amistad o algo cercado a lo que tenía con Harry o Hermione, pero era algo; algo que decidió llamar como su distractor mental y emocional.

Aunque era una lástima que casi no estuviera en la mansión.

No sabía, ni entendía, cuáles eran los negocios que lo tenían fuera la mayor parte del tiempo, nunca hablaban de eso y Ron optaba por no preguntar. No creía que fuera adecuado saberlo, intuía que tenían que ver con el nuevo régimen y con Voldemort, así que mejor omitía esos puntos de la vida del menor de los Malfoy.

También, en ese lapso de tiempo, se había tomado la oportunidad para pensar que era lo que iba a hacer con más determinación. Lo había motivado el pensar que estaba siendo egoísta por haber dejado pasar más de dos meses -a eso sumándole lo que estuvo encerrado- y no haber intentado nada para para llegar a los suyos y cumplir su promesa de rescatar a los que estuvieran en su misma situación.

Tanto fue su pensar que, al final, había elegido por lo inevitable.

Si bien la relación con Draco ya no era mala, la que tenía con Lucius no mejoraba para nada y necesitaba ganarse su confianza para que le regalará la libertad que requería para estar libre por la mansión o por los jardines. Tenía que haber una manera de escapar, el lugar no era irrompible, y comprendía que no iba a saber cuál era su debilidad sino se acercaba a Lucius y obtenía, aunque sea, un poco de familiaridad.

Pero eso lo hacía inquietarse.

No sabía cómo acercarse a él, más que nada, le tenía miedo a que lo lastimara físicamente, más porque no podía pensar en algo apropiado para empezar a romper el hielo. Todas las ideas que había tenido las descartaba de inmediato. Aparte, el hombre no le ayudaba en nada. Lucius no hablaba absolutamente para nada y, para lo único que abría la boca, era para maldecir y regañar a todo lo que se moviera.

Inclusive, ya se había instalado en él la comprensión hacía Draco. Llegó a un punto en el que entendía la razón de porque el joven mago estaba tan amargado y se desquitaba con todo mundo. Si con su persona las cosas estaban difíciles, no se quería ni imaginar lo horrible que debe ser tener a Lucius como padre.

Sabía que escapar no era la única razón por la que quería tener un mejor trato con él. No lo quería aceptar, se negaba a aceptar ese motivo. Era algo que nunca en su vida se lo hubiera planteado y eso lo atribuía por encontrarse en la posición en la que estaba. Pero sin más, sabía que era cierto y era igual de fuerte que sus ganas de escapar.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora