Capítulo XVI.

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Notas:

Perdón por la demora.

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

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Ron, al principio, no sabía si lo que miraba era real o un producto de su imaginación.

Cuando abrió los ojos miró azul, se dio cuenta entonces que estaba acostado en el suelo y al aire libre, sintiéndose totalmente extrañado al comprender que lo primero que habían captado sus ojos fue el claro azulado del cielo. Confundido, se levantó con calma, pero al incorporarse, el paisaje que lo envolvió se volvieron tan conocidos para él que un sentimiento de añoranza lo asfixió tan de prisa en el preciso instante que pudo ver su hogar con total claridad, matando toda aquella confusión de inmediato.

Estaba parado justo a unos metros de su casa.

No se preguntaba que hacía ahí o cómo había terminado ahí. En realidad, no era algo que le importara en esos momentos, solo observaba que La Madriguera se miraba exactamente igual a como la vio por última vez, todo tan perfectamente acomodado en su lugar, había deseado tanto con regresar que ahora por fin estaba justo ahí no sabía cómo sentirse, mas lo único que le importaba era que por fin estaba donde él pertenecía, en donde debió haber regresado desde hace mucho tiempo.

Se sentía tan aliviado.

¿Es en serio, Ron? —una voz preguntó a sus espaldas, haciéndolo saltar del susto. Volteó rápidamente sobre sus talones al reconocer inmediatamente esa voz y, al verla ahí parada con sus brazos cruzados, sus ojos comenzaron a humedecerse.

— ¿Hermione?

Estaba ahí. Un dolor aplastante reemplazó todo sentimiento de alivió al recordar todo aquello que había pasado momentos antes de haber despertado en los patios de su casa; recordó a Draco al darle las hojas con la información, recordó lo que sintió al leerlas, recordó haberles gritado, recordó la traición, recordó todo. Estaba muerta.

¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —Hermione suspiró—. Se supone que estabas bien dónde estabas.

— Hermione... —la llamó con temor de que en cualquier momento fuera a desaparecer. Se dio cuenta que había tomado su mano, no captó en qué momento se había acercado tanto a ella a tal punto de lograr tocarla, entonces inconscientemente había buscado palmarla para asegurarse que realmente estaba ahí, porque si Hermione estaba ahí, parada justo frente a él, le indicó que todo eso que estaba viendo era una total ilusión, un cruel engaño de su retorcida mente y no quería que se fuera, no quería soltarla—. ¿Esto es real?

Hermione lo miró, enternecida—. Claro que lo es, Ron, ven aquí.

Ron soltó su mano y la tomó entre sus brazos, apretándola, sujetándose uno contra el otro. Ambos se fundieron en un fuerte abrazo y lo sintió tan necesitado que lo hizo sollozar mientras sus ojos le comenzaban a arder gracias a las lágrimas.

— Te extrañé. —susurró aún ante el nudo que se estaba formando en su garganta.

Yo también te extrañé, tonto. —dijo Hermione entre pequeñas risas que hicieron a su corazón doler. No se dio cuenta que tanto había extrañado esa risa hasta que no la había escuchado más, no se dio cuenta que tanto la había extrañado a ella hasta que la vio ahí parada, justo tan hermosa como la última vez que la vio. Apretó más su cuerpo junto al de Hermione, no queriendo perder ese momento, no queriendo que se terminara.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora