Capítulo X.

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Notas:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!


Disfruten el capítulo.

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Las festividades navideñas con los Malfoy eran bastante raras, aunque raro no era el término correcto para emplear, pues él estaba acostumbrado a otro tipo de celebraciones. Las celebraciones que siempre lo envolvieron fueron unas en donde estaba rodeado de muchas personas especiales, comiendo todo lo que hubiera sin parar, cantando, bailando, alegres de estar todos juntos y no algo tan seco como aquello.

Empezando por la decoración de la mansión, la cual había empezado casi un mes antes de navidad, ya que, según a lo que los elfos le informaron, esa era la manera en la que se preparaban todos los años porque se tardaban bastantes días al tener que estar todo de manera extravagante, pero sin caer en lo llamativo. Se rió un poco ante lo ridículo y exagerado que le sonó esa idea, mas no era como que pudiese negarse y Ron, al ser la primera vez que decoraba un lugar tan grande, ayudó a los elfos como pudo. Había muchas cosas que todavía se le dificultaban sin el uso de magia, pero intentaba lo mejor que estaba en sus manos; se negaba a dejar que algo como eso le ganará y, menos, delante de esos dos, no les tenía porque dar la satisfacción de verlo fallar después de todo, aún conservaba un poco de orgullo.

A pesar de que, al principio, creyó que los elfos doméstico habían exagerado, le asombró verse trabajado, sin parar, por días enteros. Fue justo como le dijeron. Pero, a fin de cuentas, cansado y desvelado, tuvo la fuerza para quedar fascinado cuando pudo observar el resultado final de su arduo trabajo y hasta se sintió orgulloso. Toda la mansión terminó decorada entre colores tan tradicionales, como lo eran el verde, el plateado, el dorado y uno que otro rojizo, que se miraba con tanta vida como nunca antes; se sentía incluso acogedora, con un calor sin igual, como si ese inmenso lugar desprendiera amor por todas partes, tal cual debería de sentirse en esas fechas.

No pudo recordar en que momento la mansión, ese lugar que un día le pareció salido de un cuento de terror, pasó a ser justo lo que era: un hogar.

Quedó tan prendado de la belleza de la mansión, por unos días, que no había parado a celebrar con orgullo el hecho de que Draco lo había ayudado con las últimas decoraciones. Les había dicho a los elfos que ellos terminaran de decorar el resto de la casa, pero por la parte exterior, mientras que él decoraría lo que le causaba más emoción: el árbol. Pidió que le tocara decorar el salón principal con el árbol que iba a tener lugar ahí; lo externo al árbol no le causo tanto conflicto, fue el árbol en si al ser enorme, casi tan enorme como los que había en Hogwarts, y no supo ni como empezar a adornarlo. Cuando pasó lo impensable fue en el momento que casi caía al tropezarse con sus propios pies, arruinando lo poco que llevaba, Draco al verlo lo ayudó a recoger lo que había alcanzado a tirar y, en el instante que enredó las primeras cuerdas de las luces, el menor de los Malfoy ya no se le despegó hasta que terminaron de colocar la última esfera.

Fue agradable tener a Draco haciéndole compañía durante esos días, de los dos Malfoy, era el que parecía un poco decaído desde que inició el frío mes de diciembre y, pareció, se había animado durante los días que estuvieron juntos. Terminaban peleados casi todo el tiempo, hasta le cantaba esa humillante canción que le había inventado: «... por eso los Slytherin debemos cantar: a Weasley vamos a coronar. Weasley nació en un basurero...» En ningún momento lo entendió porque ni siquiera estaban jugando Quidditch. Por lo que, más de una vez le dieron ganas de hacerlo sufrir y arrancarle de su cabeza cabello por cabello, pero lo que le relajaba era que se miraba más compuesto y, él tampoco iba a negarlo, la compañía de Draco también le había servido para que no se sintiera tan solo. Vio la situación como un ganar-ganar, ambos se distraían mutuamente.

Before you goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora