Era más de medio día cuando Marinette abrió los ojos. Lo primero que hizo fue revisar su celular. Pero de nuevo no le importaba tanto la hora, como le importaba el día. Suspiró con algo de alivio cuando vio que seguía siendo miércoles. Habían pasado algunas horas, y el tiempo se las había arreglado para seguir hacia adelante como debía de hacerlo normalmente.
Mientras dormía, soñó el parque frente a su casa. Era extraño, pero a pesar de haber vivido ahí toda su vida, esa había sido la primera vez que se soñaba en el parque, justo frente a la estatua de los héroes. En su sueño era de noche, y ella se dedicó a ver las estrellas en el cielo sentada en la banca frente a la estatua, antes de que un montón de nubes las cubrieran por completo. Luego comenzó a llover, y la sensación de agua fría rozando su cuerpo la llevó a la realidad en un instante.
—Si el día solo regresa por mi, tal vez debería dormir a partir de hoy, para que el día avance todo lo que quiera sin que yo lo interrumpa. —Se permitió pensar antes de volver a su posición entre las cobijas, sin detenerse a devolver ninguno de los mensajes y llamadas que tenía acumulados en su teléfono y que apenas y llamaron su atención antes de arrojar el aparato lejos de su vista.
— Tu madre vino a verte, pensó que estabas enferma y te dejó dormir. — Le dijo Wayzz levantando la cobija de su cara y apartando el flequillo de sus ojos para poder verla. Señalo con su pequeña mano una bandeja junto a la cama, con el desayuno en ella.
— Tal vez lo esté ¿Ladybug puede enfermar como los Kwamis? ¿Alguna rara enfermedad mágico-mística? — Preguntó Marinette levantándose solo un poco y sacando la cabeza del mullido escondite.
— No que yo sepa. Si enfermaras, serían cosas de humanos normales; gripa o dolor de estómago. Ser Ladybug no tiene nada que ver con tu salud — Gritó Stompp desde la baranda, interrumpiendo cualquier cosa que Wayzz hubiese contestado.
Marinette terminó por enderezarse y sentarse en el borde de la cama, vio a su alrededor todos los pequeños rostros que le sonreían expectantes a sus acciones, sin encontrar el que buscaba.
— ¿Dónde está Tikki?
— Sigue en la caja. No ha querido salir. —Respondió Daizzi agudizando la voz, escondiendo el rostro entre sus pequeñas manitas.
— ¿Y eso que es? ¿Una rabieta? Lo de la pelea ni siquiera fue tan grave, lo de Chat menos ¿Qué es lo que le pasa?
— Está preocupada por ti. Solo eso. Hay que darle algo de tiempo. Pero si hace falta, saldrá enseguida, no te preocupes. —Agregó Trixx desde el borde del colchón.
— Bien, si eso quiere, hay que darle espacio. — Remató Marinette antes de levantarse de la cama de un salto, con una nueva idea en su mente.
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La mañana fue lenta para Marinette. Encerrada en su cuarto se dedicó a escribir en su diario cada pequeño detalle de los eventos que habían ocurrido desde el primer akuma que la hizo rebobinar el día, que había sido el lunes apenas hace dos días. Los Kwamis, en un silencio que resultaba inverosímil la dejaron ser, y prefirieron ir a la caja con Tikki dejando a Wayzz a cargo de cuidar de la guardiana.
Pero si para ella el día pasó con lentitud, para sus compañeros de clase la mañana corrió con una velocidad desesperadamente baja. Nadie había logrado comunicarse con Marinette, y el grupo entero, o al menos su mayoría, estaban preocupados por ella. Marinette presumía una salud de oro, y eran contadas las veces en las que no asistía al instituto, así que era fácil suponer la preocupación de sus amigos. Más cuando Alya corrió a la panadería durante el descanso y Sabine le dijo que su mejor amiga continuaba profundamente dormida en su habitación, sin que hubiera poder humano capaz de despertarla.
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Te encontraré #MLB
Fanfiction¿Alguna vez has iniciado una historia desde el final? Enlazando recuerdos de cosas que aún no suceden, una a una hasta que la escalera del tiempo termine de armarse, y entonces puedas caer por ella como Alicia por la madriguera. Buscando lo que aún...