Ya no te amo

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Luego de la tempestad, viene la calma.

Pero si lo que vives no es ni tempestad, ni calma; sino una agobiante y desesperante serie de puntos suspensivos uno detrás de otro que parecen tener tu vida en pausa ¿Hasta cuando debes esperar para estar en paz?

Adrien se preguntaba eso. Encerrado en su habitación desde dos días. Ansioso, nervioso y cargado de energía que no podía soltar entre cuatro paredes, ni en las tediosas clases y sesiones que tenía a todas horas. 

Era un impulso que conocía perfectamente. El de salir volando por la ventana, cruzar corriendo por los tejados la ciudad de punta a punta a modo de patrullaje, y dejar que el viento lo llevara hasta la parte más alta de la torre Eiffel, donde verían el atardecer con su bichito. Eso o derrotar al enemigo en turno, y desquitar sus frustraciones entre un ataque y otro.

Pero el que no hubiera villanos le había quitado una de sus razones para saltar por la ventana (y no con mala intención). No había ni rastro de Hawk Moth, lo cual era bastante extraño, porque por más que Adrien trataba de tranquilizarse, sabía que tenía tiempo siendo la víctima perfecta.

 Tampoco había sido necesaria su presencia en los patrullajes. Después de su escapada en el parque y el modo en el que Lila lo acusó ante su padre, el hombre se había vuelto aún más estricto y enviaba empleados a su habitación a vigilarlo cada hora; y en consecuencia Chat Noir tuvo que pedir vacaciones sin dar muchos detalles a la guardiana. 

Y además, se había quedado sin la oportunidad de seguir buscando las pistas sobre la identidad de su Lady. Que si bien sabía que no podía hacer nada con confirmar sus sospechas, le daría la paz mental que tenía ya dos años buscando.

Tenía ya tiempo rendido a la idea de querer a Marinette. Hacía meses se había dejado de comer la cabeza pensando si era normal amar a dos personas como lo hacía él con ella y Ladybug. Ya había pasado el tiempo en el que se reclamaba a sí mismo por ser un indeciso, más en un tema que el consideraba de vital importancia. Y sabiendo que no podía hacer nada con sus sentimientos mientras la seguridad de París estuviera en sus manos, todo lo que le quedó que jugar el papel de "mejor amigo" de ambas para no separarse de ellas. Decisión que terminó por ser más dura para él de lo que creyó que sería posible. Y no sabía si descubrir que quizá ambas eran una sola era una buena o mala noticia.

Adrien veía pasar a veces por la ventana, cerrada desde hacía días, las figuras de Carapace y Rena Rouge haciendo sus rondas. Ahora se sentía desplazado y reemplazado. Pero sabía que nadie tenía la culpa de ello. Si faltaba un héroe, lo justo era buscarle sustituto, que rogaba porque fuera temporal. 

Además, su cabeza no le daba ni un momento de tregua.

A veces veía por largo rato su celular, como si con ello pudiera desbloquearse a sí mismo en el teléfono de Marinette, lo cual era otro problema que ocupaba su mente. Quizá también como civil lo había suplantado, y ahora tenía un nuevo mejor amigo. No podía saberlo sin hablar con ella más que en los sueños.

Y hoy, tampoco tenía eso.

Porque a pesar de que había soñado cada noche con ella, y se habían encontrado en el mismo lugar sin falta, hoy cuando se fue a dormir en lugar de llegar a un parque lleno de luminosas flores rojas, se encontró a sí mismo dentro del sueño en la puerta de la mansión.

Estaba lloviendo. Y un enorme brazo bloqueaba la puerta, impidiéndole salir.

Una pequeña figura borrosa era todo lo que veía debajo de aquella tempestad. Que como antes de irrumpir en los sueños de Marinette, era todo gris y oscuro.

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