En medio de una habitación en completo silencio, un pequeño ente veía con preocupación el rostro de su portador. Temiendo como la oscuridad se hacía más grande dentro de él y lo iba engullendo casi por completo, llevándose lo poco que quedaba de su cordura.
— ¿Maestro? — Masculló el pequeño ser en algún lugar de la lúgubre habitación.
— Si pequeño. Lo sé. Yo también puedo sentirlo.
Gabriel presionaba con fuerza el broche color violeta. Sin poder apartar la espalda de la puerta que acababa de cerrar tras de él. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por respirar con normalidad, tratando de acallar las voces dentro de su cabeza y el constante tintinear en la joya que reposaba sobre su pecho.
— Maestro. Por favor. Adrien es su hijo. Ya está sufriendo suficiente. ¿No lo cree?
— Si lo que crees es que voy a akumatizarlo, no temas Nooroo. No pienso hacerlo. Por muy tentador que sea — Susurró y como acto reflejo relamió sus labios, como si con eso pudiera quitar la sensación muy parecida al hambre que sentía. — No es algo que esté dentro de mis planes.
— Entonces ¿Por qué le hace todo esto, señor?
— Porque su dolor se verá duplicado en alguien más. Una persona que llegará a ser mi obra maestra, sin lugar a dudas. Lo he sentido otras veces, sus emociones son intensas como las de nadie que haya sentido antes. Y sé que cuando pueda llegar a ella... todo habrá valido la pena.
— Pero ¡Adrien seguirá sufriendo! — Dramatizó Duzzu con voz chillona. —¡Pobrecito! ¡Tan bueno que es!
Gabriel se adentró en el espacio frente a él. Caminando por un largo pasillo llegó hasta la cúpula donde luego de tantos años continuaba su eterno sueño su bella durmiente. Oculta tras un vidrio como una bello diamante en un joyero, que solo sirve para ser observado.
— Saben que cuando todo termine, nada de eso habrá importado. Así que no sientan pena. Ni por Adrien, ni por Emilie.... Ni por mi.
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Adrien llegó al instituto un poco más tarde de lo habitual. Se había tomado un tiempo antes de subir al automóvil para tranquilizarse, y a pesar de que no tuvo un buen resultado entró al edificio con la sonrisa que siempre mostraba en las portadas de las revistas, esa que tenía muy bien ensayada. Aún no tenía idea de como sus problemas se agrandarían, igual que una bola de nieve cuesta abajo.
— ¡Es tan dulce! Apenas estamos comenzando a salir, y aún así ¡No para de ser tan detallista y tierno! ¡Me dijo que estaba enamorado de mi desde el primer día que nos conocimos! — Escuchó decir a una voz melosa dentro del aula.
Varias chicas suspiraron románticamente al momento en el que Adrien entró al salón de clases. Ninguna lo vio, ya que todas estaban demasiado entretenidas en el relato de Lila, que se encontraba siendo el centro de atención del grupo.
— Se supone que todo era un secreto. Ya saben, somos figuras públicas y debemos ser discretos. ¡Pero él me dijo frente a todos en el parque que ya no quería ocultar más lo nuestro! ¡Fue tan romántico y perfecto!
De nuevo, un sonoro suspiro salió de varias de sus compañeras de clases.
Adrien puso una mano en su rostro, con pasos inciertos llegó hasta su lugar, sentándose al lado de Nino que lo observaba divertido recargado en el escritorio.
— Y ¿Cuándo ibas a contarnos todo eso, galán? Mira que jamás imaginé que la chica de la que tanto decías estar enamorado fuera Lila. — Nino dijo en tono de burla en un volumen en el que solo su amigo pudiera escucharlo, pero se detuvo al ver la expresión en el rostro de Adrien. — Hey ¿Estás bien?
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Te encontraré #MLB
Fanfiction¿Alguna vez has iniciado una historia desde el final? Enlazando recuerdos de cosas que aún no suceden, una a una hasta que la escalera del tiempo termine de armarse, y entonces puedas caer por ella como Alicia por la madriguera. Buscando lo que aún...