Lo sabía

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Adrien pegó un salto. Su cuerpo aún se movía por inercia; como cuando sueñas que estás a punto de caer y rebotas en el colchón de la impresión. Solo que en su caso, más que un sueño era un recuerdo de otra línea del tiempo. Ya se estaba familiarizando con la sensación, así que esta vez no le fue tan difícil hacerse a la idea.

— ¿Qué no te ibas a dormir ya? — Preguntó Plagg flotando frente a él. El Kwami estaba esperando que cayera dormido para poder llevarlo al sueño de Marinette, usando la conexión con Tikki. Al menos ese era el plan. Y no pensaba desvelarse esperando a que su portador se decidiera a dejarse vencer por el sueño.

El rubio se congeló un par de segundos con la mirada clavada en el reloj que marcaba las siete cuarenta y cinco de la noche, recapitulando lo que acababa de vivir un instante antes: El edificio Montparnasse, la sombra con rostro de Lila, Hawk Moth atacándolo y Marinette cayendo al vacío transformándose en Ladybug. En Ladybug.

— Marinette... transformándose... en Lady...  — Se repitió en voz alta, ante la extrañeza de Plagg que apenas y podía entenderle.

— ¿Marinette qué? — Indagó el Kwami. Pero claro, su pregunta no fue escuchada por el chico, que seguía aturdido por lo que acababa de pasarle.

— ¡Lo sabía!  

Adrien prácticamente brincó de la cama, y de dos pasos se acercó a la ventana. Con el corazón aun revolucionando en adrenalina brincó hasta el borde invocando su transformación sin prestar ni un poco de atención a su entorno.

En una velocidad que nunca había probado corrió por los tejados con un sólo objetivo, que visualizó de pie en su balcón, hablando en voz alta con una pequeña bolita rosada a su lado

— ¡Me vio Tikki! ¡Lo sé! ¡Él lo sabe! ¡¡Y sabe que sé que él sabe!!

La chica daba vueltas en el poco espacio de la terraza, manoteando desesperada con su Kwami tras ella tratando de chocar cuando su portadora se daba la vuelta de repente. Chat Noir desde su carrera en el tejado de la escuela las escuchaba claramente gracias a su super oído, y de pronto se preguntó cómo es que nunca las había atrapado hablando alguna otra vez. 

— ¡¡Marinette cálmate!! ¿De qué estás hablando? 

Marinette giró para contestar, pero no le fue posible. Había sido interrumpida por un gato negro que se abalanzó sobre ella, cayendo en la terraza y llevándosela arrastrando un par de pasos hacia atrás por la fuerza del impulso que llevaba. De pronto, Chat Noir se vio arrojando torpes y descuidados besos por todo el rostro de Marinette, la que aún no sabía lo que estaba pasando.

— ¡Lo sabia! ¡Lo sabía! ¡Tenías que ser tú! — Gritó el felino entre beso y beso por la frente, las mejillas, los párpados y la nariz de la chica en completa euforia, deteniéndose justo antes de que uno de los besos aterrizara sobre los pequeños labios que seguían abiertos de asombro. 

Era curioso, pero en ese momento Chat Noir descubrió una peca que nunca había visto justo en el borde del labio de Marinette, que era un poco más oscura que el resto y parecía más bien un pequeñísimo lunar. Y se preguntó si estaría bien arrojarle un beso justo ahí también.

— ¡No! ¡No Chat! ¡Esto no está bien! — Pronunció Marinette en un grito, sacando a Chat Noir de su ensoñación.

— Perdóname princesa. Yo... yo creo que me dejé llevar. Un poquito. ¿Algo efusivo? — El héroe contestó entre tartamudeos nerviosos, creyendo que sus muestras de afecto no habían sido bien recibidas. — Es solo... Que ¡Soy tan feliz de saber que eres tú! 

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