Rêve Maudit

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Gabriel respiró profundo, dejando que la oscuridad volviera a consumir la habitación luego de invocar su transformación. Estaba seguro de que el akuma podría llegar hasta su próxima víctima, siempre y cuando lo enviara antes de que Chloe saliera del cuarto de Adrien. Aún podía sentir la calma llegando de a poco en la mente del joven, aunque sabía que no duraría mucho.

Con el broche de mariposa presionado contra su pecho, buscó en los corazones de París un mal sentimiento. Podría ser angustia, miedo, tristeza, soledad, desamor; poco importaba siempre y cuando diera con la joven cuya alma no había podido corromper, y que estaba seguro sería la villana perfecta.

Cerró los ojos para concentrarse, llevándose la mano libre a la frente y dándose cuenta con desesperación que no podía sentir a Marinette por ninguna parte, lo cual no tenía lógica alguna. Había sentido todo el pesar de sus sentimientos los últimos días fundiéndose a los de su hijo, y ahora simplemente no estaba.

Su poder le permitía diferenciar cada mente; cada persona y sus miedos, esperanzas, incertidumbres y sueños. Pero esa niña no estaba en ningún lado, como si la tierra se la hubiese tragado. Como si pudiera escapar de su habilidad de lector de almas.

La extrañeza lo llevó a la frustración, y su concentración se veía mermada cuando sus propias emociones brotaban, mezclándose con el mar de sentimientos que venían hacía él desde las calles. Supo que había pasado un tiempo en confusión cuando ya no pudo sentir a Chloe dentro de la mansión, y Adrien parecía haberse dormido, o quizá estaba demasiado en paz justo en ese momento, ya que también le era difícil sentirlo.

Un sonido detrás de él lo puso alerta, pero no tuvo necesidad de girarse para saber que un alma oscura y siniestra caminaba detrás de él.

— Te dije que nunca vinieras aquí — Sentenció con voz grave y sin soltar la pequeña mariposa blanca que reposaba en sus dedos, la cual aún no se había atrevido a maldecir.

— Déjeme hacerlo a mí, señor. Le prometo que esta vez descubriré a Ladybug. Traeré los miraculous conmigo, es una promesa.

Hawk Moth giró levemente, al tiempo que la alevilla tomaba un color violeta entre sus manos. En parte se arrepentía de haber compartido su identidad con esa niña, pero esperaba sacarle más provecho del que ella imaginaba.

— Ya no habrá segundas oportunidades, Volpina. Perderás todo si fallas.

—  No. Volpina no, tengo una idea más interesante en mente. Llámame Rêve Maudit. — Respondió la castaña decidida, dejando servilmente que la mariposa se colara en uno de sus pendientes. 

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Adrien abrió los ojos, un tanto preocupado de lo que pudiera toparse. Lo que menos quería era estar en medio de una pesadilla de nuevo, pero la necesidad de buscar a Marinette en sus sueños era más grande que cualquier miedo que pudiera sentir; así que en cuánto Chloe salió de su habitación se apresuró a tratar de dormir, y lo había conseguido. La última vez que vio el reloj en su mesita de noche apenas eran las ocho en punto.

Una enorme sonrisa se apoderó de su rostro cuando reconoció el parque, el camino de flores rojas, y el ciclamor que la chica había dibujado al fondo la última vez.  De nuevo invadía el sueño de Marinette.

Y como si fuera un espejismo, pudo ver a la joven sentada en el banco al final del camino; un leve seño fruncido y la manera en la que jugueteaba con sus manos sobre su regazo le decían que estaba esperando por él, cosa que confirmó cuando alzó el rostro y sus miradas chocaron.

Marinette había estado en esta angustia casi tanto como él, salvo que ella tenía que escuchar a diario las provocaciones de Lila. Ella tuvo que huir cada que Lila la acorralaba a escondidas para hostigarla, cada que los reporteros se apretujaban en la entrada para entrevistar a la castaña. Marinette había corrido en esa pesadilla que los había conectado la última noche; y aún así se fue a dormir temprano con la misma esperanza de verlo aunque fuera en sueños.

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