Ayudar

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—¿Qué es lo que pretendes hacer?— Fue lo único que atinó a preguntar Danny.

—Si pudiéramos encontrar algo de él, si vamos a Iowa...— Comenzó.

—Espera...

—Podríamos encontrar su cuerpo, así sus padres sabrán donde esta y por lo menos podrían sepultarlo, podríamos ir por su guante— Sugirió la castaña —Si tocó su guante podría rastrearlo, Barry el chino, creo que ese era su nombre, era uno de los hombres de ese culto, por un tiempo antes de que matarán al niño estuvo usando su guante.

Danny bajo la mirada, con la duda destellando en sus ojos azules, y Dakota entendió en ese momento que probablemente no contaría con su ayuda, que estaría sola.

Dak, esto es peligroso, has enfrentado muchas cosas es momento de que pares, no busques a esas personas, no quiero que los provoques, no atraigas su atención, hagas lo que hagas, no quiero que nada te pasé.

—¿Insinuas que debo de quedarme de brazos cruzados?

—Son peligrosos, no quiero que nada malo te pase, lo que debes de hacer es buscar algo para frenar tu resplandor, de esa forma estarás a salvó y ellos no te encontrarán, porque si te ven van a volver, ¿Lo sabes, verdad?

Dakota negó incrédula ante las palabras de Danny.

Dak, ¿Me estás escuchando?, Ellos van a volver, tienes que ser discreta.

—No me conoces Danny, no quiero que otro niño muera y si puedo hacer algo lo haré, así que con o sin tu ayuda haré algo para frenarlos— Le dijo al tiempo que se ponía de pie.

Danny la imitó, tomándola de los hombros.

—No quiero que nada te pase.

—No deberías preocuparte por mi, me las puedo arreglar yo sóla.

La molestia era evidente.

Dak...

—Llegaras tarde al hospicio— Comentó, sin decir nada o insistir el hombre salió del departamento de la joven sintiéndose un completo idiota.

—Hola Azzie— Saludo Danny en cuanto el gato del hospicio subió a su escritorio, el hombre acarició al felino de color blanco con una pequeña sonrisa —Sabes hace rato me comporté como un idiota delante de Dakota— Le contó al gato como si este le en...

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—Hola Azzie— Saludo Danny en cuanto el gato del hospicio subió a su escritorio, el hombre acarició al felino de color blanco con una pequeña sonrisa —Sabes hace rato me comporté como un idiota delante de Dakota— Le contó al gato como si este le entendiera.

El gato simplemente se dejó hacer, para segundos después saltar del escritorio y caminar hacía uno de los pasillos, Danny le miro interesado. Desde que trabajaba ahí el gato siempre había tenido la habilidad de preveer quien moriría, cuando el gato entraba a alguna de las habitaciones y se quedaba al pie de la cama era porque esa persona iba a morir y Daniel lo que hacía era acompañar a los ancianos cuando su momento llegaba, tranqulizandolos e induciendolos a los recuerdos de su juventud, recuerdos felices, brindándoles paz para que finalmente estos dejarán el mundo con una sonrisa en su rostro, sin preocupaciones o arrepentimientos.

Doctor SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora