2

277 30 7
                                    


Louis le informó que el estudio del señor H se encontraba en el segundo piso, justo arriba de la oficina de ella, le deseó suerte.

Ella se digirió a las escaleras de mármol que estaban al final del pasillo, el tapiz de las paredes era sumamente fino, en colores claros contrastantes, se sentía como en un cuento.

Sentía el estómago revuelto, tenía nervios de conocer al tan misterioso Tom Hiddleston, autor de varias obras increíbles que Zafiro admiraba, se imaginaba a un señor de edad grande, probablemente de la edad de su padre, y con anteojos, si algo estaba segura es que usaba lentes, no sabía porque pero el instinto se lo decía.

Llegó al segundo piso y se asomó por el balcón interno que daba hacía la fuente, era una buena vista.
Tocó dos veces la puerta antes de escuchar un "pase" a modo de respuesta.

Abrió la puerta tragando saliva y entró.

Una gran habitación la recibió. Estantes llenos de libros, lienzos en blanco posados sobre la pared, y unos cuantos llenos colocados con cuidado en el piso, salpicaduras de pintura por todos lados y botes de lo que parecía serlo, un gran escritorio con bastantes herramientas de dibujo y pintura estaban esparcidos por toda la superficie.

El piso estaba forrado de plástico, y justo en el centro de la habitación se encontraba un gran lienzo ya iniciado y la espalda de un hombre encorvado que pintaba atentamente.

—¿Me llamó Señor?-dijo en voz baja y con suma cautela.

—Mmhm.-respondió el hombre concentrado.- Espera.

La voz era aún más fuerte en persona, Zafiro estudió su complexión, parecía un hombre joven y alto, una melena de rizos largos castaños asomaba por su espalda, tenía puesto un suéter vino con las mangas arremangadas y unos jeans oscuros, estaba descalzo.

Zafiro quedó tan intrigada y absorta en si misma con la imagen de este hombre que no escuchó lo que el hombre le preguntó.
—¿Disculpe?-sonrojada le contestó.

—¿Eres Zafiro, cierto?

—Sí, señor.

Tom dejó el pincel y el godete en su escritorio y suspiró, se dió la vuelta y la chica palideció.

Era atractivo, MUY atractivo.

—Eres distraída.-afirmó mientras se quitaba los lentes, claro que los usaba, pensó Zaf-. Tienes un nombre poco común.

Los ojos de Tom eran azules, con un pigmento de azul oscuro, eran tan brillantes como el mar profundo, tenía una mirada penetrante que te hacía intimidar, sin embargo, Zafiro quedó intrigada, el azul de sus ojos le trajo tanta calma a su cuerpo.

Lucía una barba prominente y tupida, bien formada y recortada, todas sus facciones eran hermosas, Zafiro imaginó todo, menos que fuera tan atractivo como lo es.

—Lo eligió mi madre, es hebreo.

Zafiro le mantuvo la mirada al hombre.

Bella como la piedra preciosa.-susurra-. Es el significado, ¿cierto?

Zafiro asiente lentamente.

—Bien, supongo que Louis ya te dijo algunas cosas acerca de lo que pido.-dice mientras toma asiento detrás de su escritorio-. Puntualidad, tocar la puerta, no entrar.

—Así es, señor.

—Necesito que las cumplas al margen, nadie más que yo, puede entrar aquí, a menos que te lo solicite podrás entrar, de otra forma, no.-Tom volvió a ponerse los anteojos mientras escribía algo en una nota adhesiva-. No me gusta que me molesten mientras trabajo, y queda prohibido el uso de fotografías dentro de la casa.

Óleo | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora