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Él ya tenía planeado todo a la perfección, había rentado una pequeña cabaña cerca de un lago dentro de las profundidades del bosque, si bien era algo riesgoso, Tom estaba dispuesto a aceptar y correr el riesgo.
Necesitaban tiempo a solas para conocerse y platicar acerca de sus sentimientos, si bien tenían poco en conocerse, la química y conexión que ambos sentían por el otro era inexplicable, es como si el destino les estuviera diciendo que conectaran.

Tom sonrió al pensar en el beso que ella fugazmente le había robado el día anterior.
Porque eso fue lo que le pasó, ¡le robó un beso!

Y claro que no podía quedar mal, no podía ser desagradecido, estaba en contra de sus principios, así que tuvo que corresponderlo.

Ay, porfavor Hiddleston, ¡a otro perro con ese hueso!

Y vaya que beso, esta chica lo que tiene de linda lo tiene de salvaje, lo dominó por completo, a él, un Hiddleston de pies a cabeza, un hombre de casi 1.90 se dejó dominar por una pequeña chica que no le llegaba al hombro, una pequeña curvilínea con mirada caoba y rizos color fuego que le enloquecían los sentidos, que le ponían los pelos de punta con el puro toque de su piel contra la suya.

Desde el momento en que entró por la puerta de su estudio, Tom quedó embelesado, su fino andar y seguridad para expresarse no hizo más que sólo interesarse por ella.

Claro que Tom la escogió entre decenas de candidatos que competían por el puesto, varios que contaban con referencias y experiencias únicas, muchos a los que les faltaba esa chispa de pasión hacia el arte. Ella destacó del resto, contaba con muy buenas referencias, no las mejores, pero se defendían bastante, sin embargo, quedó asombrado por su portafolio de trabajo, todo era tan exacto, creativo y lleno de pasión.

Esa era la chispa que Thomas buscaba.
Él tuvo que estudiarla a fondo, llamó a las referencias donde ella laboró anteriormente, así como algunos contactos con los que contaba en el medio, la chica era excepcional en todo lo que hacía, era la opción perfecta para lo que buscaba Tom.

Y ahora...bueno, ahora siente algo por ella.

Inmerso en sus pensamientos, Tom volteó a verla de reojo, creyendo que iba disfrutando de la vista que la naturaleza les regalaba, sin embargo, estaba profundamente dormida.

Su cuello ladeado hacia su ventana con las manos relajadas sobre sus piernas, su pecho quedó a la vista provocándole un sin fin de pensamientos impuros.

Tom se quitó su chaqueta difícilmente mientras trataba de mantener el control en el volante y lo colocó con cuidado sobre ella, cubriéndola con la calidez de la prenda.

Zafiro, ¿quién lo diría?-susurró mientras sonreía viendo su fino rostro.
Era una chica hermosa, no podía negarlo.

¿Será muy pronto para tratar de iniciar algo con alguien más?

Tom se había privado de vivir esas oportunidades dado los hechos que había vivido en el pasado, del dolor y sufrimiento que soportó durante muchos años, del hoyo negro donde creía imposible salir. Su arte, era todo lo que había tenido hasta que entró una pequeña pelirroja en la vida del maduro hombre.
Probablemente sea una buena oportunidad para empezar su vida amorosa, claro, si es que la chica con nombre de gema preciosa lo aceptaba.

Zafiro no se percató de en qué momento cerró sus ojos, tal vez fue las deliciosas melodías que sonaban en el altavoz o el andar del auto lo que la puso en estado de relajación, pero la chica pelirroja cayó dormida en su propio asiento.

Un fino rayo de luz le dió directo en la cara, lo que la hizo reaccionar soñolienta.
Sintió una chaqueta sobre su cuerpo, una chaqueta cálida y con el olor tan familiar impregnado en ella, era la chaqueta de Tom. 

Óleo | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora