Alexandra y juanita.

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1990Will Poulter

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1990
Will Poulter


DDT era una empresa de computo en crecimiento, solo los más inteligentes entraban ahí. Podías observar desde lunáticos, nerds y frikis caminar por los largos pasillos de la empresa. Aún así Alexandra se sentía que no encajaba en el lugar.

Para ese día había elegido una falda color vino y un sueter negro pero para cuando puso su primer pie en el lugar la cosa cambió. Todos ahí vestían muy informales y la apariencia quedaba de lado.

—¡Alexandra Jones! Estuvimos esperando por ti mucho tiempo, ¡vamos, sígueme!— un hombre regordete y de traje tomo del brazo a Alexandra y la llevó a una pequeña oficina —toma asiento— indicó con un gesto.

El hombre comenzó a a hojear entre sus papeles -espero que tu tiempo en nuestra empresa sea estable y prospero, ten, firma tu contrato y estarás a bordo- le regalo una sonrisa simpática.

—De acuerdo— Alexandra lo tomo, leyó y firmo. No se encontró con nada extraño en ese documento así que procedió a entregarlo.

—¡Perfecto! Ahora sígueme te mostrare tu nuevo escritorio y un compañero para las tareas a realizar.

Salieron de la oficina a pasó lento y despreocupado, caminaron unos cuantos pasillos y llegaron a su escritorio. Tenía un tamaño normal, ni muy grande ni muy chico. Lo único que tenía encima era una computadora y un porta papeles vacio.

—Aquí es, tu podrás decorarlo con lo que más te guste para que tu trabajo sea mas fluido y ese de haya es Jack, tu compañero— el tipo apunto a un hombre que se encontraba concentrado en su máquina. —Sígueme para que lo conozcas— para cuando Alexandra estaba por negar el tipo ya había avanzado.

—¡Mi gran amigo Jack Biles! ¿Cómo estás?— el tipo quitó los audífonos de un golpe asustando al probre chico. Este lo miro con el ceño fruncido pero no dijo nada, solo negó.

—Bien, estoy seguro de que puedes verlo.
—¿Acaso no es simpático?— preguntó dirigiéndose a Alexandra. El tipo en su silla giro y la observo
—Jack te presento a Alexandra Jones tu nueva compañera.

Alexandra lo miro y le mostró una sonrisa forzada, Jack solo le dedico un asentimiento de cabeza.

—Espero se lleven bien. Alexandra cualquier cosas estoy para atenderte— el tipo como llego se fue, ambos se quedaron observando como desaparecia por el pasillo.

Alexandra se sentía incomoda. El tipo era sumamente alto y delgado. Vestía unos vaqueros oscuros, camisa y una camiseta de bajo. Su cabello estaba pintado de blanco y usaba lentes grandes y cuadrados.

—Bueno, si necesitas algo ya sabes donde estoy— Jack murmuró para después colocarse los casco y cerrar los ojos. Alexandra se dio media vuelta y se encaminó a su escritorio a desempacar.

Los días pasaron y todo fue bastante normal. Ella llegaba a su puesto de trabajo siempre encontrándose con un Jack fumando y despreocupado hasta que un día el asunto cambió.

Una mañana de Jueves Alexandra llego con un humor de los mil demonios, se despertó tarde, su transporte se fue y su proyecto no estaba terminado, un día que jamás olvidaría.

Jack caminaba despreocupado con una lata de coca-cola en su mano cuando noto como Alexandra refunfuñaba. Sonrió de lado y se acercó a ella.

—¿Tienes algo que hacer después del trabajo?— preguntó Jack con su cigarrillo en boca, esta pregunta asusto un poco a la chica
—¿Que?— Alexandra preguntó
—Si, algo que hacer después de aquí. Te puedo ayudar un poco a ordenar tus ideas— ella no tenía ni la menor idea de su repentino cambio de humor, de pasar a ser un amargado a su intento de compañero amigable.
—Bueno no tengo nada que hacer... así que si, podre ir contigo.
—Bien, te veo a la salida— y sin más volvió a su escritorio.

El tiempo voló y Alexandra se preparo, no tenía la menor idea de el lugar a donde irían por lo que únicamente se arreglo el maquillaje un poco y el cabello. Llegó a la entrada y ya está Jack esperándola, la miró y con un movimiento de cabeza le indico el camino.

Todo el rato caminaron por la acera en silencio, Alexandra era la única que iba pensado en el asunto, Jack sólo caminaba despreocupado. Ese día Jack vestía unos vaqueros, una camiseta de nueva cuenta junto con una camisa blanco y un saco negro lleno de uno que otro prendedor.

Giraron en una esquina y llegaron a unos departamentos, Alexandra no tenía idea de donde se encontraban, no conocía esa zona de la ciudad. Entraron por un una puerta casi escondida y al final del pasillo una puerta con el número 11 era abierta por Jack, estaban en su departamento. Alexandra se detuvo de golpe y miro la situación atónita, no sabía que hacer. Jack se recargo en la puerta mirándola.

—¿Te quedaras ahí? Entra— Alexandra dio un asentimiento de cabeza y entró.

El departamento por dentro era normal, una sala con muebles y un librero, una pequeña cocina y una habitación, todo estaba en orden y muy cuadrado.

Jack se quito su saco y lo aventó en un sillón, se acercó a su cocina y sacó dos cervezas.

—Siéntate— le dijo entregándole la bebida fría.

Ella le hizo caso y tomó lugar en el sillón grande. Jack dejó su bebida en la mesita de café y entró a lo que parecía ser su habitación, Alexandra cruzo sus brazos y el sentimiento de miedo comenzó a crecer en ella. La habitación se había quedado en silencio ni siquiera el ruido de la calle se escuchaba. Jack salió de la habitación con una pequeña caja de color negro. Tomó lugar justo a lado de Alexandra.

—¿Sabes algo? Me caes bien. Desde el primer momento en que nos conocimos de hecho, no eres molesta, no haces preguntas tontas, eres inteligente, me gusta eso. Pero últimamente te veo perdía así que quiero darte algo— se inclinó un poco y abrió la caja que habia depositado anteriormente en la mesa. Dentro de esta se encontró con pequeñas bolsas y uno que otro cigarrillo. Tomó una bolsa y sacó uno de esos cigarrilos extraños.

—Ten— estiro su mano sosteniendo el cigarro con sus dedos. Alexandra estaba muda. No creía lo que estaba viviendo.

—Yo... — las palabras se quedan en el aire
—Vamos, no te sientas presionada, la elección es solo tuya—
—yo nunca he fumado— lo miró a los ojos demostrando que sus palabras eran ciertas.
—Bien, lo encendere por ti— tomó un encender de la caja —todo esta en la técnica, basta con acercalo a la flama e inhalar- y Jack hizo justo eso -¿ves?- soltó el humo, Alexandra seguía muda.

—Te ayudare— Jack acercó el cigarro de nueva cuenta a sus labios e inhalo, tomo con sus dos manos el rostro de Alexandra y lo acercó al suyo. Con un movimiento de ojos le pidió que abrirá la boca y así lo hizo, se acercó y dejó que el humo saliera. Alexandra lo tomo e imito la acción de Jack. Esperó pacientemente que el humo saliera de sus labios y sin soltarla ambos se miraron a los ojos. Jack fue el primero en inclinarce y probar los labios rosados de Alexandra.

Alexandra correspondió de inmediato, sabores amargos se mezclaban y la tensión crecío entre ambos.

𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖖𝖚𝖊. ᴿᵉˡᵃᵗᵒˢ ʸ ᵒᵗʳᵃˢ ᶜᵒˢᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora